CAPÍTULO XLIII

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Desperté un poco mareado, eso de volver del infierno te dejaba marca. Me levanté del suelo y pude comprobar que estaba en mi habitación y asustado miré por la ventana, ya que sin mi coche no podría ir a la cita con Alicia. Sorprendentemente el coche estaba ahí abajo aparcado en la acera como si nada, que extraño... Me pregunté qué hora sería y al mirar el reloj vi que era muy tarde y que tenía que ir a buscar a Alicia. Me quite la ropa que llevaba y la lance sobre la cama, después corrí hacia el armario y cogí mi único traje negro, me lo puse y salí corriendo en busca de los zapatos y de las llaves. Una vez lo tenía todo me miré en el espejo del recibidor para ver si no iba muy despeinado y me fui en busca del coche. Me subí y arranqué el motor y fue en ese momento cuando me pregunte si mi padre seguiría jugueteando en el infierno. Una vez arrancado el motor me dirigí hacía el hotel de Alicia para recogerla. No sé si fue por la velocidad a la que iba o por la prisa que llevaba que el trayecto se me hizo cortísimo y en un momento ya estaba allí, Salí del coche y entré en recepción.

-Hola me llamo Alex podría decirle a Alicia que ya estoy aquí.-Le dije amablemente a la recepcionista-.

-Si, ya sé quién es le vi el otro día por aquí con ella, espera ahora se lo digo.-Dijo ella con el teléfono en la oreja-.

-"Señorita Alicia, su cita ha llegado."-Dijo y tras recibir una respuesta colgó para dirigirse a mí-. Ahora baja.

-Muchas gracias.

No tuve que esperar mucho por qué fue sentarme en recepción y aparecer ella a lo lejos desde los ascensores. Se acercó y yo quedé deslumbrado ante su belleza.

-Estás hermosa.-Le dije cuando al fin llego a mí-.

-Gracias, tú también estas muy guapo.

-¿Nos vamos, Alicia?

-Por supuesto, cariño.

La conduje a la salida y al ver que no íbamos en dirección al coche, me pregunto nuestro destino, curiosa.

-¿A dónde vamos?

-Vamos a un restaurante que hay por aquí cerca, es buenísimo te encantará.

-Confío en tu palabra.

-Me alegro, por qué no te arrepentirás.

Mientras charlábamos llegamos al restaurante y tomamos asiento en la mesa que había reservado. Al cabo de un momento apareció un camarero ofreciéndonos la carta.

-¿Y bien que van a tomar?

-Yo sus espaguetis a los cuatro quesos.-Dijo ella decidida-.

-Yo tomaré lo mismo. ¿Estás bien? Te noto un poco rara.

-Sí es solo que he roto con Dani.

-Yo, lo siento, es todo culpa mía.-Mentí, no me había sentido tan feliz en mucho tiempo-.

-¡No, para nada! Simplemente teníamos puntos de vista diferentes, se metió con lo que no debía...

-¿El qué? Sí puedo preguntar...

-Con las clases de literatura y lo que significa eso para mí y para mi madre.

-¿Tu madre? Nunca me has hablado de ella.

-Murió cuando yo tenía once años...

-¿Qué le pasó?

-Un monstruo, un lunático la mato e intento lo mismo conmigo.

-Lo siento mucho.-Dije reprimiéndome, después de todo hablaba de mi padre-. Será mejor que cambié de tema...

-Tranquilo, estoy bien-Dijo entre balbuceos-.Es un restaurante precioso.

El diablo, yo y una copa de vino (A LA VENTA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora