— Y eso fue lo que me paso, ¿Increíble cierto? Pero es verdad, se fue con ella, así de la nada, me citó en Ciudad Hortensia, pensé que quería que recordáramos nuestra época de recién casados, solo apenas hace dos años, pero no, el muy hijo de — eructa fuertemente — quería que le firmara el divorcio.
— Ya vamos a cerrar, le llamaré un taxi señora. — dijo el bartender.
— ¡Oh vamos! Apenas son las — trata de ver la hora en su mano izquierda y no logra ver bien — ¿Sabes qué? No importa, si, pídeme un taxi chico lindo. Por cierto, no soy señora, ya no estoy casada, soy se-ño-ri-ta, y solo tengo 23 años, ¿Acaso me veo tan vieja?
— Lo lamento, ¿Dijo algo? — el chico odiaba su trabajo y era muy frecuente las mujeres y hombres borrachos durante la madrugada.
— Olvídalo, ¡idiota! — tomó sus cosas y salió del bar Margó.
No supo como pero logró llegar a su hogar, un apartamento muy pequeño y el que apenas podía vivir, se durmió en el pasillo que conectaba al baño y a su dormitorio.
Esa noche era domingo, al día siguiente tenía una entrevista en Girarol's Hotel de Ciudad Girasol, pero en su estado no recordaba eso.
La entrevista era a las 8 de la mañana. Ella despertó a las 7 vomitando y con migraña, logro ver el reloj de su mana izquierda por fin, y al darse cuenta de lo tarde que iba comenzó a correr.
El baño lo hizo en menos de 5 minutos, tenía que retirarse el olor a alcohol. Ponerse la ropa y rociarse de tanto perfume como pueda le tomó 10 minutos, al tener el cabello corto un peinado no le quitó más de 5 minutos. El trasporte fue su debilidad, 40 minutos en el metro y ya había llegado, eran las 8:00 AM en punto.
Jadeando llegó al lobby donde pidió que le comunicaran con recursos humanos, pues la esperaban para una entrevista.
— Alana ¿He? Bonito nombre, veo que tienes pocas experiencias, pero las que tienes son de lugares grandes, una pasantía en Rosa's Hotel, trabajaste en Hortensia's Hotel, Clavel's Hotel y uno que no conozco, Hotel el Girasolito — se ríe y luego carraspea— Bueno, necesito a una decoradora para mi salón de eventos secundarios, los pequeños. ¿Te interesa?
— Sí, me interesa, solo requeriría a dos personas a mi disposición y listo.
— Lo consideraré, estamos corto de personal. Pase con Katherine para el papeleo, comenzaría mañana a las 7.
— Gracias.
En su mente, lo más horrible era madrugar para llegar al trabajo, pero recién la habían despedido del Hotel el Girasolito, por comenzar a beber y emborracharse en sus horas de trabajo, no superaba a su ex esposo y su vida se estaba arruinando.
Luego de todos los papeleos, obtuvo su gafete, salió horrible su foto.
En casa preparó todo para comenzar a trabajar, le habían comentado que el salón de eventos secundarios no era muy utilizado, pero que tenía que ir a trabajar todos los días, tendría un día libre rotativo y la paga no era nada mala.
Tendría su oficina, no más grande que su baño, pero para hacer un buen trabajo, no necesitaba mucho espacio. Tendría un almacén del tamaño de su departamento y solo le aprobaron a un asistente, entre ella y ese asistente tendrían que hacer todo, sería muy tedioso.
Luego de llorar hasta dormirse despertó bien temprano y esta vez si llegó a tiempo, todo estaba calmado hasta que dieron las 7:30, los meseros y meseras volaban de aquí hacia allá, la cocina emitía magníficos olores y todos llevaban rapidez.
Una señora muy malhumorada le dio las llaves de su mini oficina, el salón de eventos a su cargo y del almacén, le presentó a su asistente, un chico de 18 años, que solo tenía en el hotel 6 meses y no era muy diestro.
Duró alrededor de una semana para acoplarse a su nuevo empleo y en esa semana solo había recibido dos solicitudes para el uso de su salón de eventos, una para un baby shower y una para unos 15 años. En una semana seria el baby shower y quería dar lo mejor de sí y que su salón ganara fama.
Hizo una solicitud. La solicitud de compra que hizo fue aprobada, puesto que le faltaban materiales para su idea.
Como tenía tiempo, recorrió las instalaciones, era un gran hotel, así como la ciudad, aun no terminaba de visitarla, era nueva allí.
En los hoteles que ha trabajado nunca vio una biblioteca y eso le llamó la atención. Decide entrar en ella y es grande, no hay nadie en ella.
Se va al área de novelas eróticas, su literatura favorita, se inmersa en un libro titulado "Cómo amarrar a un hombre, en dos sentidos" y se emocionó, preguntaría a su supervisor si podía tomar algunos libros prestados como empleada.
— Los libros no son para los empleados. — dijo una voz detrás de ella y gritó.
Era un chico algo alto y no era flaco, pelo corto, negro, y ojos verdes. Era muy bello a sus ojos, pero él no la miraba, veía al suelo.
— Perdón, ¿Cómo supiste que no era una huésped? — no estaba vestida con su uniforme, esa mañana se le había manchado la blusa y lo llevó a la tintorería, tenía ropa formal.
— Por... por que la he visto antes, señora. — el chico casi ni podía hablar, ¿Eran nervios o temor?
Alana sentía vergüenza porque la encontraron leyendo prácticamente porno y el chico era muy lindo, por eso decide irse lo más rápido de ahí.
— ¿Eres el encargado de aquí verdad? Bueno, gracias por el dato, me iré. — comienza a caminar muy rápido. El chico la detiene al hablar.
— Sí, pero si quiere... le... le puedo hacer una excepción y prestárselo. — eso la sorprendió, ¿Por qué rompería ese chico nervioso las reglas por ella? Y más aún ¿No le comentaría acerca de lo que ella estaba leyendo?
— ¿En serio lo harías? Pero si no se puede no hay problema.
— Ca... casi nadie viene, y por... por eso, me gustaría que alguien leyera algo.
— ¡Oh bueno! Gracias de verdad, soy Alana, encargada del segundo salón de eventos, piso uno, ¿Cómo te llamas?
— So... soy Merd Smitt, el bibliotecario, piso tres.
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Me dejó por la terapeuta
Teen FictionAlana y Alexander son una pareja joven que necesita terapia, en Ciudad Margarita encontraron a una que aparentemente los estaba ayudando. Alexander duró muchos años estudiando teología, para convertirse en sacerdote hasta que conoció a Alana en una...