25. Asuntos pendientes

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~2 de mayo~
Regalito por el día de la madre.
Aron y Agnes dicen que su mamá es la mejor :)

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Aron

Me revuelvo nervioso en el incómodo sillón mientras una rubia toquetea por quinta vez las puntas de dos mechones de mi pelo comprobando si miden lo mismo. Intentando distraerme repaso por milésima vez la frasecita motivadora que hay pegada en el espejo que tengo en frente, sin fijar la vista en la nerviosa chica que me está atendiendo.

Aprieto un poco los dedos en el reposabrazos mientras miro de reojo a Ethan, que está muy entretenido charlando con el peluquero que le ha tocado hablando sobre las ventajas y desventajas que tiene la nueva versión de un videojuego.

No tengo ni idea de por qué me he dejado convencer para venir aquí, esta no es la peluquería a la que vengo siempre, si no la que frecuenta mi hermano. Según él, necesito una buena mano de obra para que Agnes no me dé una patada en el culo demasiado pronto. Patada que acabaré dándole yo a él si continúa riéndose de mí como lo lleva haciendo desde que le conté lo que había pasado hace unas horas.

Nada más enterarse de cómo hemos quedado cogió su chaqueta y la mía y prácticamente me arrastró fuera de casa a menos de una hora para cenar, ignorando como se quedarán los respetados Zoe y Josh Baker al enterarse de que sus hijos han salido sin avisar y que no van a llegar a la cena. Lo más seguro es que sea un error, porque llevan sin dirigirnos la palabra desde el encontronazo en la gala, pero eso ahora no puede importarme menos.

Me aclaro la garganta cuando la chica me remueve el pelo mojado, haciendo que se me metan algunos pelos que ya ha cortado en los ojos.

—Lo siento, perdona... soy nueva, yo...

Me restriego los ojos antes de mirarla a través del espejo. Llevamos aquí media hora y normalmente en cortarme no se tarda ni veinte minutos, he notado que no tiene mucha experiencia.

Al contrario de lo que se puede esperar de mí, esbozo una sonrisa amable para tranquilizarla. Creo que es bastante evidente que estoy de buen humor.

—No te preocupes, solo ten cuidado de no clavarme las tijeras en un ojo—bromeo.

Parece relajarse porque pone los ojos en blanco mientras suspira.

—No es un muy buen día que digamos—confiesa, y continúa cortando por la parte de atrás. — Todo eso sumado a que tengo a mi jefe vigilándome a cada paso que doy para buscar cualquier excusa y echarme.

No creo que sea mucho mayor que yo. Es pequeña, lleva el pelo rubio recogido en una trenza, tiene la piel bastante pálida y unos ojos verdes pequeños. No me da ninguna mala sensación, al contrario, creo que es la primera vez que conozco a una chica que me da tan buenas vibras desde el principio.

Aunque supongo que ya no debo de fiarme mucho de esas vibras, porque luego acabo enrollándome y sintiendo algo por una persona que se supone que no soporto. En fin, ironías de la vida.

—Y encima le estoy hablando a un desconocido sobre mis problemas existenciales como si le importaran, como comprobarás, no soy una persona muy normal.

Contengo la risa.

—Si, es evidente que no es tu día.

Resopla.

—Gracias por al apoyo.

—De nada, para eso estamos los...—hago una pausa para pensar que decir. — ¿Clientes que nos arriesgamos a que nos dejes ciegos?

A pesar de todo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora