2 | Chico británico

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Los mejores y peores vestidos de la gala del MET, el retiro del gran McQuoid y el vestido de Daisy Kwan que todas quieren tener en su guardarropa son algunas de las cosas que hablaremos en mi nuevo video

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Los mejores y peores vestidos de la gala del MET, el retiro del gran McQuoid y el vestido de Daisy Kwan que todas quieren tener en su guardarropa son algunas de las cosas que hablaremos en mi nuevo video. ¡No te lo pierdas!

@FashionClover

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Rose se reía descontroladamente sin poder evitarlo, era algo que solía hacer en situaciones embarazosas, reírse, era como un mecanismo de defensa. ¿Cómo se las había arreglado para rodar por la avenida Lombard y terminar viva? Eso era misterio, pero lo agradecía.

Los curiosos a su alrededor le decían que no se levantara y le preguntaban si necesitaba que llamaran al 911. Ella negó y les agradeció, todos parecían realmente preocupados, todos excepto un chico rubio muy bien vestido que tenía una cámara colgando alrededor del cuello.

Llevaba unos pantalones de color chocolate con cuadros diminutos, una camiseta color mostaza, zapatos estilo Oxford y una gabardina fabulosa de color camel claro, posiblemente de Karlsson o al menos una imitación buena, la tela se veía suave y de buena calidad, sí, Karlsson, era casi seguro.

Tenía buen gusto por la ropa y para la elección de colores, sabía lo que le quedaba bien, si es que era posible que algo le quedara mal. Su sonrisa era realmente bonita, tenía los dientes perfectos y unos ojos verde brillante que se achicaban cuándo sonreía, su nariz, sin embargo, estaba enrojecida como si hubiera estado estornudando demasiado.

Podía verlo en cámara lenta, se preguntó si no tendría una conmoción, posiblemente sí, entonces el desconocido terminó cegándola con el flash de su cámara. ¿Qué le sucedía a ese tipo?

—Eh, tú, el de la cámara —dijo incorporándose poco a poco, notando un leve tirón en el codo izquierdo—. ¿Te parece gracioso tomarle fotos a una extraña que ha tenido un accidente?, ¿tienes algún problema?

—Yo... —comenzó él, pero no completó la frase.

Rose se levantó, con tanta gracia como fue capaz, considerando que llevaba tacones, y comenzó a sacudirse los restos de comida y de césped de la ropa. Aquella mañana se había puesto un jersey de piel sintética de color rosa limonada y ahora estaba completamente arruinado con restos de sopa, verduras y migajas de galletas de la fortuna.

Gimió.

¿Qué iba a hacer ahora? No podía ir a casa y cambiarse, llegaría tarde a su otro empleo y Sylvie, su jefa, iba a matarla. No, a matarla no, iba a torturarla y luego la mataría de la forma más horrible posible, eso haría.

—Estoy bien, muchas gracias, de verdad —le dijo a una señora que se había inclinado hacia ella diciéndole que fuera al doctor, mientras un par de señores levantaban su moto. El chico seguía allí, mirándola fijamente, aún con la cámara en la mano, como si estuviera resistiendo el impulso de tomarle otra foto—. No pienso pagarte por esa foto —soltó apuntándolo con el dedo.

Él frunció el ceño y se rio, masculló algo que ella no alcanzó a oír. Podía parecer un chiste o una exageración, pero su amiga Mary había tenido que pagar casi cien dólares a un tipo que decidió fotografiarla en un restaurante, oh no, el rubito de dientes bonitos no iba a estafarla con unas fotos horrendas de ella tendida en el suelo.

Estaba murmurando para sí misma cuando otro flash la hizo alzar la cabeza.

—¡Ey! ¡¿Pero qué te pasa?! —Se acercó a él y trastabilló cuando uno de sus tacones se enterró en el césped, él intentó ayudarla, pero ella lo esquivó—. Acabo de caerme, llegaré tarde a mi trabajo, he perdido seis entregas y por ende el dinero y mi jersey está arruinado, detesto que mi jersey favorito esté arruinado, así que deja de tomarme ridículas fotos sin mediar palabra, deja de invadir mi espacio o te juro que llamaré a la policía y si intentas huir te derribaré con mi llave mortal.

Él la miró, estupefacto y se sonrojó, sus mejillas adquirieron un tono de rosa suave que se le hizo adorable y retrocedió dos pasos.

Rose casi se rio, era imposible derribarlo con su llave mortal, ya que, en realidad, no era la gran cosa, pero se alegraba de que le diera un poquito de miedo.

Su llave mortal consistía básicamente en colgarse del cuello de una persona. No era en absoluto aterradora o mortal, sin embargo, había funcionado cuando un tipo le robó una cartera. Lo persiguió por el parque Mission Dolores, se colgó de su cuello cortándole la respiración hasta que la soltó, ella cayó al suelo y él se marchó diciendo que estaba loca.

En su defensa, ¡era una Hot Pink!, y había ahorrado un año entero para comprarla.

—Lo siento —dijo al fin en un suave acento británico que derritió el enojo de Rose al instante.

Guapo, con dientes bonitos, un magnífico abrigo y británico.

"Rose Li, has visto chicos más guapos, ten un poco de autocontrol", dijo para sus adentros. ¿Sería el maleficio? Oh, por dios, su waipó se lo había dicho. El maleficio era real y ese chico era un extranjero. Pero no se había enamorado, por favor, solo le parecía guapo, el maleficio no incluía atracción física, ¿o sí?

—Lo lamento mucho en verdad —continuó él—, tu luz, tienes una luz especial y es imposible no intentar capturarla.

"Estás perdonado", dijo la voz de la conciencia de Rose y ella sacudió la cabeza.

—¿Mi luz? —preguntó con un hilo de voz.

—Sí —respondió él con seguridad, apartándose un mechón rubio de la frente—. Soy un artista y la luz es, ¿cómo decirlo?...

La burbuja rosa de las ensoñaciones de Rose se rompió en el acto y ya no lo escuchaba. Ahí estaba, iba a cobrarle por las fotos y no, absolutamente no. No le sobraba dinero para malgastarlo en fotos horrorosas, por muy agraciado que fuera el fotógrafo o por muy cautivadora que fuera su voz. Se puso el casco mientras él parloteaba en rápidos susurros y ¿estornudos?, escuchó la palabra musa, luz, inspiración y viaje, pero lo ignoró, no iba a convencerla, oh no, ella esperaba pacientemente a las rebajas de los grandes almacenes ¡por meses! Si podía tener fuerza de voluntad para resistirse a gastar compulsivamente el dinero que no tenía, podía resistir el parloteo del chico más guapo que había visto en al menos un mes, un año... La vida... Daba lo mismo.

Se subió de nuevo a la moto y lo dejó de pie, en medio de la calle, con una expresión de desconcierto en el rostro.


Rose: 1
Rubio guapo con un gran sentido de la moda: 0


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Xoxo, Rose [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora