Hogar

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Leí una vez que a las personas y a los vínculos jamás hay que adoptarlos como un refugio. Resonó tanto en mí aquel texto, puesto que mi alma ya estaba enraigada en tu ser. Me dije que no sería tan trágico.. no debería, si algun día nuestros caminos se separan; pero me hallé sola tratando de unir las cenizas de lo que en algún momento fue mi hogar.

Abracé cada rincón, a veces me pregunto si me faltó un poco más, si aquella casa hubiese sido más divertida pintada de otro color, si en otras paredes se hubiesen encontrado cuadros adornándolas o al menos algún atrapasueños en medio del techo.

Me pregunto si aquellas vasijas excelsas que tanto nos entusiasmó elegir se hicieron trizas más fácil que otras cosas entre las llamas, si la cama que compartimos se incendió tanto que compitió con la luz del sol.

Una vez en el suelo negro de hollín mis manos titubeaban en el aire aun con esperanzas de unir al menos algun trazo de mi rincón favorito, de recuperar siquiera algo que esa casa me dejó.

Pero nada estaba allí más que el polvo y una cajita de cristal tallada. Era hermosa, tan brillante que me recordaba a tu mirada cuando hablabas de tu musical favorito; hipnotizante en su esplendor, difícil de ignorar.

Mi anhelo reflejaba mi cara allí dentro, mis sueños, mis ganas, mis proyectos y mi ilusión estaban ahí. Todos juntos entre polvo.

Lloré, lloré tanto que solo me quedé sentada abrazando mi cajita, porque al final solo éramos ella y yo. No importaba ya como se incendió la casa, no importaba si hubo alguien que lo provocó, si fue un accidente, si no nos dimos cuenta, si fue a propósito. Ya era demasiado tarde, ya estaba todo hecho añicos, desintegrado.

Limpié mis lagrimas mirando el camino que restaba, solo quedaba caminar.. encontrar mi nuevo hogar, aquél donde pueda hacer de un rincón solo mío, de un espacio habitar todo con mi humilde grandeza. Caminé y caminé, esta vez quería que fuera diferente, esta vez sabía que era lo que necesitaba esa casa, había aprendido, supe entonces lo que quería allí dentro y lo que no, supe como quería que fuese su temperatura, supe el color de sus paredes y sus adornos donde deberían ser colgados, no sabía cuanto tiempo me tomaría, pero lo importante y seguro es que aquella caja permanecería conmigo para siempre.

La sala incógnitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora