Capítulo 16

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Me encuentro sentada en la cafetería con mi desayuno favorito que es; malteada de chocolate con un sándwich de atún. Siempre me siento en la parte de atrás de la cafetería para observar cada persona que atraviesa la pesada puerta de ella. Hay chicos tirando bolas de papel, las porristas con su uniforme rojo y blanco, los Rockstar, los nerd y... yo. Siempre los observo es como  si eso me hiciera relajar, ya saben que eso me entretiene de la sub-realidad en la que vivo.

Observo entrar a esa chica tan rebelde pero a la ves tan sexy, ella que tiene fuego en sus labios y  su cabello "bob" tan alisado, con sus audífonos puestos quizás escuchando a Selena Gomez, o a Ricardo Montaner. Su mirada está concentrada en su celular, despega su mirada de el para observar aquella chica que es su mejor amiga y esta atemorizada de que la abandoné, pero ella no dice nada y sigue su camino a otra mesa más lejos de donde se encuentra ella. Suspiro para mis adentros, esto están cruel.

—Deberías hablar con ella—dice,  Karlos de la nada para sacarme del transe del que me encontraba poniendo su bandeja frente a mí.

— Es complicado— pongo mi codo encima de la mesa para recostar mi cabeza ladeada en mi mano cerrada—¿Como sabes que...— me interrumpió.

— Es notable y recuerda que es sencillo que las cosas sean complicadas, pero difíciles a que sean sencillas.

Comentó Karlos, ese chico solitario que se la pasa por los pasillos en la Universidad con sus manos metidas en su chaqueta, con los audífonos puesto y sin una expresión de emoción, solo vacío. Ojos color Canela, y cabello castaño, y un piercing en la ceja, que lo caracteriza. El típico chico que es rudo con todo el mundo, mostrando su frialdad a todos, pero que a la vez es un observador silencioso que se apiada de las almas perdidas y sabe  que decir en el momento que lo tiene que decir. Para ser primo de, Andrey son personas muy diferentes en todos los sentidos.

—¿A que te refieres? — pregunté confundida sin entender su consejo.

— Discutieron porque simplemente ella quiere un bien para ti y tú te enojaste por ello. Querer cuidar a los tuyos no es malo, malo es perderlos por no a verlos cuidados. No dañes una amistad por orgullo, sabes que las dos se necesitan.

Es increíble el hecho de como salen sus palabras tan relajadas sin ningún tipo de máscaras y es como si me sintiera bien por esa pequeña sesión de terapia.

—¿Cómo sabes todo eso?— dije incrédula.

— Tú misma lo acabas de pensar. Soy muy observador — dijo ladeando una sonrisa y levantándose para salir de allí.

¿Cómo supo qué pensé eso? Eso da miedo.

La campana suena y me dirijo a clase. Voy tarareando alguna canción sin sentido, esforzando mis pies para dar los pasos, de pronto algunas chicas de las porristas y otras que no eran me taparon el camino, había unas sietes para ser específica.
Me moví inquieta y con mis manos apreté la  correa de mi bolso.

Intente pasar por su alrededor pero imitaban mis pasos tapando mi camino, unas de ellas me jalo y me empujaron al baño, una de ellas se quedó en la puerta mientras las otras seis me miraban con odio, no sabía el por qué, pero me estaba asustando.

—Necesito salir, tengo clases — dije en casi un susurro pero lo suficiente para que ellas escucharan.

Una de las porristas se cruzó de brazos y dio un paso al frente— Eres una perra— mi cachete ardió por la bofetada que me dio. Rápidamente una lágrima resbaló por mi mejilla.

No sabía que hacer, ¿por qué me agredían? Nunca tuve problemas en mi vida, siempre fui invisible para todos, ahora recibo golpes gratis sin ningún motivo.

— ¿Como una mocosa como tú puede salir con alguien como,  Andrey? No sabes lo dolida que está Juliana por tu culpa. — comentó otra.

— Lo siento. Yo... yo no... lo sabía. No fue mi intención— es lo único que podía decir.

La barbilla me tiembla presa del miedo y mi pecho duele.

¿Qué era lo qué tenía que hacer? ¿Agredirlas también? No podía, mi corazón no iba a resistir eso. ¿Por Andrey? ¿Todo esto es por él?.

Me sentía mal por Juliana porque lo último que quería era malos entendido quería decirles que todo era fingiendo pero no me creerían.

— Te vamos a enseñar a respetar las relaciones ajenas.— unas de ellas saco una tijera, mis ojos se abrieron y mi corazón empezó a latir rápidamente, me empezaba a faltar la respiración.

— Por favor...— digo con un hilo de voz que apena se puede escuchar es como si las palabras se fueron de mí— No lo hagan. No es necesario.

— Agárrenla— ordenó.

Me sujetaron de los brazos y ella tomó un gran mechón de mi cabello. Mis lágrimas salían y no me podía defender. Solo cerré los ojos, y en un intento de dolor por mi cabello se escuchó un fuerte golpe en la puerta. Abrí mis ojos rápidamente y era ella.

—Suéltala ahora mismo o yo misma te arrancare la garganta con esa misma tijera.— Dijo Verónica, acercándose a ella rápidamente y de un jalón  a otro le quitó la tijera con una de sus manos y con la otra mano la agarró por el cabello y empezó a cortarlo. Las otras chicas intentaron de atacar pero Verónica  actuó— Ni siquiera lo piensen— señaló con la tijera, con una mirada amenazante.

Mi respiración se cortó enseguida, no podía creer lo que mis ojos estaba presenciando; o bueno sí. Era su personalidad cuando atacaban a su mejor amiga. Siempre a sido así.

—Esto te pasa por meterte donde no debías, ella no esta sola.— le decía, Vero a esa chica agarrándola por el poco cabello que le quedaba.— Te tocara usar una peluca.— dijo con una sonrisa de burla.— Y ni se te ocurra abrir la boca con el director porque si no tendré que contarle lo que vi en el salón abandonado.

La chica la miro confundida y al mismo tiempo con lagrimas en sus ojos — ¿De qué hablas?

—No te hagas la estúpida ahora que muy bien te estabas cogiendo al profesor de Ingeniería—. La chica se puso nerviosa, y Verónica estaba serena. La soltó del agarré.— Ahora limpien este desastre.

Ya estando más calmadas. Decidimos ir a la heladería del parque a ir por unos helados e intentar arreglar nuestra amistad.

—Yo invito— comente con una sonrisa.

—Lo se.— dice respondiendo con una sonrisa igual.

Llegamos y tomamos asiento. Luego de pedir los helados típicos de siempre, chocolate para mí y fresa para ella, decidí romper el incomodo silencio que se formo.

—Lo siento tanto Vero. Eres mi mejor amiga, y no puedo simplemente molestarme por quererme cuidar, es que a veces me siento tan... insuficiente. — digo bajando la mirada — Ni siquiera me pude defender hoy. Si no fuera por ti, hubieran cortado mi cabello.

— Te ibas a ver bien fea, ibas a parecer un pollo remojado— río a carcajadas a lo que yo también. Suspiró y continúo— Mao— junto sus manos con las mías encima de la mesa— Yo te quiero desde el primer día que te conocí en la secundaria, has sido la única que ha estado para mi siempre. Se que a veces soy peor que tú mamá, pero es que simplemente me siento con el peso de que si te pasa algo será por mi culpa. Tú mamá siempre me ha dicho que cuide de ti, y no solo lo hago por ella también por mí. Todos los días me acuesto con el miedo de que mi celular suene y sea una llamada no deseada por parte de mí. Perdón por ser tan "chicle"— hizo comillas con sus dedos— Pero es que quiero que me dures un poquito más.— una lagrima bajo por su mejilla.

Una lagrima bajo por mi mejilla. Duele tanto verla así, ella siempre ha sido la fuerte de este dúo, y casa vez que se muestra vulnerable me siento incómoda porque no es lo que yo siempre veo de ella. Aprieto sus manos para que sienta que estaré aquí para ella siempre.

— Siempre estaré contigo.


No prometas cosas que no puedes cumplir—. Habló mi subconsciente.

Mi último Latido. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora