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Me encanta la naturaleza y me agrada saber que puedo conocer la historia de mi mundo a través de ella, pero lo que en realidad me motiva es que aprendo sobre lo que existe fuera del domo.

Así es, estoy en clases, y hoy es mi último día después de un año.

Por obligación, los niños de nueve a diez años deben aprender sobre nuestra historia, desde los comienzos del mundo humano hasta la manera en la que llegamos a este punto.

En diversas partes del domo hay distintos grupos de niños para aprender sobre los mismos temas con ayuda de una maestra, quien se ofrece voluntaria para enseñar. Es por eso que mis hermanas, Rose y Dionne, se encuentran lejos en otras clases.

Mis compañeros y yo estamos sentados sobre el suelo, formando un círculo alrededor de nuestra maestra, quien se ubica justo en el centro. Los árboles que nos rodean se alzan sobre nuestras cabezas, altos y firmes... sus ramas desnudas debido al invierno, me recuerdan cuán grande es la naturaleza y qué tan diminutas podemos ser las personas. Si cierro los ojos, puedo imaginarme cabalgando sobre mi caballo llamado Ray.

Le dedico un vistazo rápido a Danielle, la maestra, una chica de veinte años y la hermana de mi mejor amigo David, o como lo llamo yo: Dave, quien se encuentra sentado a mi lado mirando atentamente a su hermana con sus redondos y tiernos ojos cafés. Me río al verlo, él adora las historias y una de sus favoritas es la nuestra, ya que está llena de magia, tragedias y sucesos inesperados.

Danielle habla con entusiasmo mientras nos cuenta sobre el pasado. A diferencia de David, ella odia lo que ocurrió, detesta la guerra y la invasión, extrañando lo que era la humanidad y el mundo antes de ello.

—Ya que es el último día repasemos nuestra historia, ¿de acuerdo? —suelta ella, mirándonos atentamente.

—¡Sí! —decimos todos en unísono.

Me agrada saber la manera en la que las criaturas fantásticas invadieron nuestro mundo, porque son los seres que viven fuera del domo.

Danielle sonríe—Como ya sabrán, es un poco larga. En el año 2040 hubo una guerra que abarcó el planeta entero. Criaturas mitológicas que pensábamos que eran inexistentes, o el simple producto de la imaginación humana, se revelaron y nos invadieron. Humanos y criaturas pelearon entre ellos despiadadamente. Numerosas vidas humanas se perdieron y todos los países fueron destruidos. Un día, un pequeño grupo de humanos, liderados por un hombre llamado Nathan, se reunieron en un lugar recóndito —hace una pausa llena de suspenso—. La Cueva del Sur.

En la reunión, Nathan propuso que se creara un trato entre humanos y criaturas, ya que si seguían luchando existía una gran probabilidad de que la raza humana se extinguiera completamente. Así que todos llegaron a los siguientes tratos—comienza a enlistar con los dedos de su mano al nombrar cada uno—. Primero, los últimos sobrevivientes humanos se aislarían bajo un gran domo de cinco kilómetros cuadrados en un punto de cada continente, unos conocidos como América, Europa, África, Asia y Oceanía... nosotros nos ubicamos en Europa, específicamente en el país que nuestros ancestros llamaban Grecia. Segundo, ningún humano una vez adentro debe abandonar el domo deliberadamente... si salimos, las criaturas tienen el derecho de matarnos. El tercer y último acuerdo fue sobre organizarnos, un ejemplo de esto es que tenemos la zona granjera, textil y panadera bajo el domo, y que poseemos árboles internos para brindarnos más oxígeno de lo que entra a través de los pequeños agujeros de la cúpula.

>A pesar de todo eso, hoy en día nos hace falta materia prima para poder seguir viviendo, por lo que cada cierto tiempo del mes convocamos una recolecta para salir del domo en busca de materiales básicos y, además, por ser más débiles que los seres fantásticos, se acordó que se nos asignaría nuestro propio guardián mágico a la edad de veintiún años.

El Arma de Oro © (libro 1)Where stories live. Discover now