Si, aun recordaba la primera vez que la conoció...
Caminando por el angosto sendero entre los jardines de palacio para conocer su nueva área de trabajo y su hogar, Rose logró contemplar a las aves exóticas que se alimentaban en fuentes y árboles, luego el movimiento que el viento ocasionaba en las flores y entre su curiosidad observó a una chica que hacia movimientos suaves con sus brazos, movía las manos al cielo como intentando alcanzar las hojas que escapaban de las ramas en los arboles de cerezo, daba vueltas leves y sonreía con real felicidad. Su larga cabellera oscura y su vestido aperlado se movían ligeramente con el soplo del viento.
No pudo evitar sonreír, a pesar de no haberla podido mirar bien a la cara por la distancia, el sentimiento de libertad y vida que le transmitió fue suficiente para ello. Una vez que se adentró en palacio, en el salón blanco donde generalmente se hacían nombramientos, Rosalie Versalles escuchó sus obligaciones, derechos y prestaciones.
—Nos honra que tomes esta gran responsabilidad, sobre todo cuando te pedimos protejas a lo más preciado que tenemos, nuestra hija, la princesa —profesó el rey a la nueva guardiana, sonriendo agradecido.
—Te presentó a tu protegida y legitima heredera al trono. —presentó la reina Catalina a la princesa con una enorme sonrisa—. La hija predilecta de Alterra: Liesebeth Britania.Ambos reyes miraron a una puerta al extremo derecho del salón y sonrieron al momento en que Rose se hincaba sobre una rodilla en señal de saludo real a su nueva protegida.
—Ven cariño —dijo el rey con gentileza. Una muchacha pequeña y luminosa pasó al frente, quedando en medio de sus padres y delante de ellos, a solo un metro de distancia de la guardiana. Algunos de los nuevos guardias, así como doncellas no pudieron evitar suspirar al contemplar su belleza.
Rosalie Versalles se mantenía inclinada, con la cabeza gacha, en reverencia. La sintió aparecer, aunque no fue posible mirarla de inmediato, se juró a si misma que sería una serie de segundos que jamas olvidaría.
—Hola... —saludó Britania con un tono suave, ronroneante y acaramelado.
Le escuchó decir, aun cabizbaja, y supo que nunca volvería a confundir esa voz con ninguna otra. A Rosalie le pareció raro, irreal y se sintió presa de una curiosidad que no le permitía hacerse indiferente ante su presencia. Quería contemplarle por completo, necesitaba hacerlo.
Alzó la mirada para conocer a la princesa que debería cuidar por el resto de su vida, y cuando lo hizo, se sorprendió con lo que sus ojos encontraron... supo que faltarían palabras para describirla.
La misma jovencita que había visto Rosalie, en los jardines jugando, pero esto no se comparaba en nada a lo que había divisado allá, así tan cerca: sus ojos se endulzaron e incluso lograron actuarse cuando le sonrió.
Tan radiante como el sol: una sonrisa suave con un par de labios enmarcándola como dos pequeños trozos de infinito, sus mejillas coloreadas de un exquisito tono cálido que hizo a Rose perderse en la forma en que sus pómulos sobresalían de su rostro tranquilo, su cabello caía en cascada hasta su cintura y sus grandes ojos titilaban de felicidad y curiosidad. Su rostro perfectamente inmaculado era la viva imagen de la inocencia. Sobre la melena descansaba una tiara de diamantes y zafiros, su largo vestido arrastraba sobre el suelo una cola como si se tratara de una señorita el día de su boda.
Pero sus ojos... entendió que no había sido el violeta sutil y cristalinos de sus ojos, sino el brillo que observó en ellos, ese brillo esplendoroso que hizo que el corazón de esta nueva guardia casi saliera de su pecho.
La miró y comprendió que lo bello realmente existía, tanto, que le dieron unas extrañas ganas de quedarse a vivir en ellos. Comprendió que fueron sus ojos los que le dispararon y su sonrisa la que le mató. La sentía, observándole a través de todo, de ella misma. Sus ojos color violetas, su piel clara y su sonrisa cálida. Mostraba sus verdaderas intenciones, su verdadero ser.
Su estómago le había dado una punzada de nervios, las palmas de sus manos sudaron. Y cuando se quiso obligar a si misma a reaccionar, se dio cuenta de que aquella había sido la presentación más larga de toda su vida. En un instante, le pareció que solo la princesa se encontraba en el lugar, y se convirtió en todo para ella. Cualquier otro pensamiento en su mente, muy pronto se vio desplazado por una única cosa... y respondía al nombre de Liesebeth Britania Rothschild.
Entendió que nunca debieron encontrarse sus miradas; pues había sido su perdición. Y si pensaba que quizá mirarla y continuar como si nada iba a ser tarea fácil, estaba muy equivocada.
—Seas bienvenida, linda —terminó la princesa, con una hermosa sonrisa.
Rosalie descubrió entonces, que no había entrado al hogar de la familia real, no... Había entrado a la misma princesa.
Ni el sonido del agua fluyendo libremente en las fuentes del jardín, ni las aves cantando en el aire. Ni siquiera la música clásica apoderándose de cada espacio mientras caminaba por el pasillo del gran salón de presentaciones, le había quitado la idea de encima. Todos esos instrumentos de la naturaleza, todos eran reflejos de la joven que vivía ahí.
Todo era Britania.
Cuando por fin pudo ser capaz de controlar su mente y cuerpo, agachó su cabeza en respeto y luego de atrapar bastante aire para no desmayarse, dijo:
—Su alteza, yo, Rosalie Versalles juro que le serviré hasta mi último aliento de vida.
Y la sonrisa que emergió del rostro de la princesa al escuchar aquella frase, fue la perfecta comparación que había con toda la belleza de su alrededor. ¿Lo peor para Rosalie? es que aquello era solo el principio.
¨Una historia
ellas
la luna y el sol
una mirada
la magia
una princesa, su vida
una guardiana, su paz
un destino, otro, un ahora
un sentimiento,
lo desconocido, dudas.
Real, irreal
miedo, soledad
dolor - AMOR
el llamado
luz
la pasión
nadie
todos
y de repente...UN SOLO LATIDO
UNA SOLA ALMA.¨
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CORONA DE ROSAS- La princesa blanca
Romance¨Eres Liesebeth Britania Rothschild. Según la línea sucesoria, serás la próxima gobernante de Alterra. Además, serás la primera reina emperatriz que lo hace sola. Nadie sobre la faz de la Tierra es más poderoso que tú¨. Ella solo quiere ser feliz...