𝐝𝐞𝐬𝐛𝐨𝐫𝐝𝐚𝐫 | 𝐤𝐠𝐡𝐧

d e s b o r d a r

entró a la librería, con el corazón acelerado y las manos temblando; sabía que si no se sentía preparado para enfrentar al alfa pelinegro podía ir con kenma y yuu, decirles que no había encontrado el dichoso libro que quería y simplemente sentarse junto a ellos en ese divertido árcade comiendo dedos de queso y viendo a sus amigos jugar.

y antes de siquiera poder dar otro paso el aroma a maderas lo golpeó con tal fuerza que se tambaleó un poco, sintiendo a su omega remover se feliz en su interior, golpeando a su razón para poder tener el control, pero Hinata se controló y mordió su lengua para evitar otra situación incómoda.

kageyama por su parte casi salía corriendo del pequeño cuarto donde podía tomar su comida durante la tarde, aquel aroma, lo quería oler de cerca, quería regocijarse entre el dulzor del omega y abrazarlo hasta que sus feromonas se fusionaran.

— tu... volviste.

la voz salió entre cortada por la fuerza que ponía para respirar, y acercándose con cuidado para no espantar al sonrojado omega comenzó a dejar salir feromonas por decisión propia, a lo que el omega sin siquiera pensarlo hizo lo. mismo.

— siento lo del otro día.

— n-no te preocupes, yo llevaba algo de prisa y me altere, ya sabes, aparte era mi playera favorita y pues en realidad estaba nervioso y esa fue mi forma de disimularlo, aparte me dio un poco de miedo tu cara...

tobio sintió la calidez abrumarlo, sus brazos comenzaron a picar y tomando coraje tomó al pequeño omega en un abrazo, hundiendo su nariz en el cabello esponjoso y suave disfrutando del rápido palpitar de ambos corazones.

— kageyama Tobio, tengo 23 años.

y entonces todos los engranajes de hinata conectaron, sintiendo como todo en su interior comenzaba a llevar un ritmo tranquilo, ni siquiera sabía que había estado tan fuera de sí mismo hasta que el contacto con el alfa le llevó a otro lugar, uno donde existían ellos dos, en su burbuja de tranquilidad.

— y-yo soy hinata shoyo, tengo 23 años también...

las manos del alfa abandonaron la espalda de shoyo, y viajaron hasta el sonrojado rostro, donde se vieron a los ojos.

¿cómo era posible que alguien tuviera los ojos tan lindos?

el pelinaranja lo vio con atención, viendo esos ojos serios y azules que le atravesaban el alma y le llevaban a otra dimensión y oh, esos labios finos, de un rosa tan bonito.

y las manos, no eran tan cálidas y aquello le fascinaba, se sentía tan bien el contacto semi frío contra sus calientes cachetes, el olor maderos inundando sus sentidos y arrebatando de a poco su autocontrol.

a la mierda el autocontrol.

hinata tomó aquel rostro y con una mirada brillante acercó su rostro, hasta sentir el suave roce de sus belfos, sus piernas temblaron y pensó seriamente que caería de forma estrepitosa al piso, sin embargo esos fuertes brazos lo detuvieron desde la cintura, y maldición, que bien se sentía ser estrujado de esa forma por el alfa.

— eres realmente lindo...

y pasó, se besaron con aquella lentitud, grabandose el saber contrario en lo. profundo del pensamiento, no hubo lengua ni segundas intenciones, sólo fue un beso lento y con pequeños chasquidos.

tobio podía jurar que la saliva de shoyo era tan dulce como su olor, o tal vez era el efecto secundario de un beso como aquel.

tan lento, con los brazos del omega rodeandolo por el cuello y sus manos dejando suaves caricias sobre los hombros, suspiros entre cortados cuando se separaban para recuperar aliento, y la lentitud con la que movían sus labios le hacía sentir cosquilleo por todo el cuerpo.

finalmente se separaron y la vista frente a Kageyama era perfecta, un bonito chico sonrojado, con los labios de color cereza y un poco hinchados, y no hablar de esos hermosos y enormes ojos avellana que brillaban como si tuvieran una constelación dentro.

— entonces, ¿que significa esto?

el alfa se lo pensó unos segundos, mientras dejaba pequeños masajes en la pequeña cintura contraria con sus pulgares, haciendo del momento más íntimo, si es que aquello era humanamente posible.

— que estamos a punto de desbordar, hinata.

todo se quedó en un silencio absoluto, y luego vinieron las risas felices de un omega hiperactivo.

[f i n]