𝙀𝙋𝙄𝙇𝙊𝙂𝙊

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Después de haberse casado hace 10 meses, por medio de una ceremonia religiosa, Bridgette y Félix no perdieron el tiempo. En cuanto llegaron al altar, fueron recibidos por toda la nación entre los gritos y la emoción de los habitantes, dándole la bienvenida a su nueva princesa y el regreso a su príncipe. La fiesta que se dio en honor a los recién casados, fue inolvidable y tan magnífica, que llegó hasta los oídos de los otros países, haciendo de la celebración, la boda del año.

Era natural que tuviera tanta popularidad, ya que la fiesta y el banquete fueron dignos de los dioses, y por si eso era poco, la joven Brid atrajo las miradas de todo el mundo, con su vestido despampanante y su rostro sin igual. Por ello, fue catalogada como "La Diosa Mortal", ya que todo aquel que la veía, quedaba prendado de su belleza, además de haber escuchado de sus hazañas al haber ayudado a los bandidos y por haberle salvado la vida a Félix de un disparo mortal.

Después de dicha celebración, se dieron a la marcha de su luna de miel. Y ahí fue cuando los deseos de sus corazones, se hicieron realidad. Félix llevo a su esposa, a una travesía por el mundo. La primer parada fue en Egipto, y a Brid le brillaron los ojos cuando vio las grandes pirámides y al mercadillo egipcio, lleno de comerciantes y alimentos que jamás había visto, y también a los animales que solo conocía por los libros.

Luego, hicieron una parada en Roma, visitaron el Coliseo y la Torre de Pisa, ante la vista que ofrecían la ojiazul se cautivó por la hermosa arquitectura y los suaves colores. Además, visitaron por un breve tiempo la ciudad de Venecia para pasear en bote por los canales de la pintoresca ciudad y ahí fue que, mientras caminaban por las pequeñas calles de la ciudad, un niño pequeño se plantó frente a la peliazul mientras le obsequiaba una flor con evidente timidez.

—P-per te, bella donna— Había pronunciado el niño.

Pero por desgracia, el italiano de la muchacha no era muy bueno, así que miró a Félix con la esperanza de que él le ayudara.

—Para usted, hermosa mujer— Tradujo su esposo, con una leve sonrisa.

Ella volteó sorprendida hacia el pequeño, quien le ofrecía una hermosa rosa roja, Brid recibió el regalo y esa acción la conmovió tanto, que en agradecimiento le dio un beso en la frente al pequeño quien se puso rojo de la vergüenza y solo salió corriendo. Ante la escena, Félix se echó a reír y le dijo a la peliazul que no era de extrañar que el niño haya reaccionado así, ya que ningún mortal sabría reaccionar ante el beso de una Diosa. Ante sus palabras, Bridgette seguía sintiendo timidez, y solo pudo ocultar su pequeño rostro en el brazo de él.

Después de eso, siguió París, y Brid aprovechó el viaje para visitar a sus parientes que se dedicaban a la repostería y que eran dueños de las mejores panaderías del país, Brid le explico a Félix que gracias a sus parientes parisinos, su madre y hermanas, sabían hornear pan y otros postres, y que cuando los hacían para sus reuniones sociales, los invitados los elogiaban diciendo que eran unos de los mejores panes en todo Londres. Y Félix no dudó de que eso fuera cierto, ya que lo había comprobado cuando en su camino a Djilas, la joven ojiazul fue capaz de brindarles a ambos una cena lo suficientemente adecuada a la situación.

Sin embargo, no todo fue encantador para ella, ya que el último día que pasarían en París, se encontraron con Madame Lila Rossi. Los príncipes de Katona, fueron invitados a la cena Real que iba a ser en honor a la alianza de paz, por parte de los países europeos. En la reunión social habían nobles desde todas partes de Europa y hasta del Medio Oriente. Brid reconoció al instante a la mujer turca, lo supo ya que sentía una fuerte mirada sobre ella y esa mujer era la única que la miraba de mala manera. Solo fue un breve momento y a la distancia, que se vieron a los ojos, Lila la veía con aborrecimiento y tenía el cejo fruncido, pero al parecer no le importaba que la vieran hacer tal gesto, ya que ni su acompañante la miraba porque estaba entretenido hablando con otras personas.

𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘋𝘦𝘣𝘦𝘳 𝘺 𝘦𝘭 𝘋𝘦𝘴𝘦𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora