Retiré mi mano y me dijo.
—¿Y ahora qué dices? A ver, ¿cómo las tienes tú?
—Bueno, creo que un poco más grandes y más blandas... Creo.
Se acercó y me dio vuelta diciendo.
—Ponte de espaldas a mí, es que así se hace para observar si las tienes caídas o están en su sitio.
Ingenua accedí y me puse de espalda a ella; al tiempo que sentí como me rodeaba con sus brazos, dándome un escalofrío por todo el cuerpo, emitiendo un pequeño e imperceptible jadeo. Sentía sus brazos y sus manos acercándose a mis pechos, a la vez que me abandonaba a sus hábiles dedos que comenzaban a masajearme por debajo de los pezones. Sus manos cubrían la base de mis senos, hasta que sus dedos llegaron a tocar mis salientes botones; cosa que hizo que reaccionara de una forma que jamás hubiera pensado hacer, giré la cabeza hasta encontrarse mis ojos con los suyos, mirándonos llenas de complicidad y deseo. Al sentir la proximidad de sus labios carnosos que se presentaban ante los míos como un nido que espera la llegada de su ave, posé mis labios en ellos, fundiéndonos en un apasionado beso y cruzándose nuestras lenguas en un lenguaje lleno de erotismo; acompañados al ritmo de sus diestras manos, me acariciaba mis excitados pezones.
El prolongado beso, fue el inicio de lo que sería el descubrimiento de mi inclinación sexual y aprovecho este momento para decir, que esta es una situación que no debe afectar a nadie que se sienta atraído por su mismo sexo. La sociedad nos obliga muchas veces a aparentar y ocultar nuestra opción, solo por prejuicios inculcados en una "civilización" llena de hipocresía y fingimientos. Retomando el tema, nos pusimos frente a frente y manteniendo fijas nuestras miradas y sin emitir palabra alguna, iniciamos el recorrido de nuestros mojados cuerpos; tomando Mirella la iniciativa de ir descendiendo por mi cuello, hombros y llegando a mis salientes pezones, que fueron absorbidos y mimados por su mágica lengua; mientras yo tocaba el cielo por el placer que me estaba dando. En medio del éxtasis que estaba sintiendo, noto que una de sus manos empieza a bajar hasta llegar a mi palpitante gruta y empieza a masajearla suavemente, como solo una mujer sabe hacerlo, y encuentra mi agigantado clítoris, que recibe el roce de sus dedos y empiezo a sentir un tremendo cambio en mí; me hace temblar y abrir las piernas, debiendo apoyarme en la pared y recibiendo el chorro de agua sobre mis pechos, que empiezan a ser abandonados por la lengua de Mirella para iniciar su descenso hasta llegar a mí excitado clítoris.
La mente se me nubló al sentir como su lengua tocaba intermitentemente mi botón dorado y emitiendo las primeras palabras de ese momento, empecé a anunciar la llegada de lo que ha sido el orgasmo más recordado por mí.
—¡Ahhh! ¡Me vengo... Mirella... Sigue... Sigue... Ahhh! —Sentía como mis jugos se mezclaban con el agua de la ducha y eran saboreados por Mirella.
—Hum... ¡Qué rico! ¡Qué rica eres Pao! ¡Te quiero mucho! —Dijo y reincorporándose acercó nuevamente sus labios a los míos, confundiéndose en uno solo.
—Yo también te quiero... Mirella.
—Mejor sigamos bañándonos... jajaja. —sonrió con toda naturalidad.
Luego de ese momento, nos dispusimos a acostarnos para ver un vídeo de un expositor motivacional que trataba el tema "Los paradigmas en la formación personal". Actualmente vivimos juntas y somos una pareja feliz; ya han transcurrido nueve años de aquel momento que significó para mí el descubrimiento de mi opción sexual, de la cual vivo cociente, orgullosa y convencida de lo que fue mi mejor descubrimiento.
FIN.
ESTÁS LEYENDO
Relato Lésbico
Short StoryMi nombre es Paola y actualmente tengo 26 años; mi carácter como toda mujer latina es alegre y vivaracha. Estoy soltera y con un compromiso que me ata sentimentalmente. En cuanto a mi físico, aunque el caso no importe, mido 1.69 cm., tengo el cabell...