Capítulo 20: No es real.

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Alec.

No estaba seguro ni de quién era, solo sabía que no era quien creía ser, y lo mucho que deseaba ser lo que debería en lugar de lo que soy.

A menudo me lamento, a veces siento que lo he superado, pero la mayor parte del tiempo siento que voy a vomitar sobre todo.

No podía ser lo que mis padres querían, pero me frustraba más no ser quien yo deseaba.

Los sentimientos de Ryan no eran reales. Era el primer paso de la curiosidad, y debía detenerlo antes de que padeciera lo mismo que yo. No soportaba verlo, así que traté de excluirlo de mi vista con fuerza.

Lo vi intentar hablar conmigo numerosas veces hasta que se dio por vencido. Yo estaba ocupado tratando de asimilar el hecho de que le pedí matrimonio a Chloe a sus espaldas, sin avisarle, pero llegando al acuerdo entre Chloe sobre el compromiso de ambos que estaba allí, y que solo faltaba organizarnos mejor respecto a la boda. Ambos estábamos seguros de que nos casaríamos desde los 16 años.

—La ciudad te cambió tanto, Alec. —Chloe pasó sus delgados dedos por mi frente, rozando la cicatriz que me causó escalofríos hasta forzarme a cerrar los ojos—. La forma en que me escribías, en que te expresas mejor, no lo sé. Siempre te quise pero sabía que guardabas tanto.

Asentí, inclinado mi cabeza para dejarla descansar sobre su hombro. La luz amarilla de la habitación estaba encendida aunque era de día, a ella no le gustaba que hubiera tanta sombra en una habitación así que prefería la iluminación a todas horas. Volví a abrir los ojos solo para centrarme en el escritorio frente a mí.

—Estoy feliz de que estés superando los prejuicios de tus padres, me alegra que seas realmente alguien sensible y romántico.

Ryan Hammer es sensible.

—Me siento cómodo contigo, necesitaba hablar de esas cosas con alguien. Por eso te quiero tanto. —Di una respuesta sincera, empatizando con los sentimientos de quien de verdad sentía eso. Me sentí en la piel de otro.

—Tengo una clase, pero vuelvo más tarde para que llames a tu familia. —Mostró una sonrisa retacada, levantándose de la esquina de mi cama. Sus ojos grandes como de caricatura me ofrecieron cierta comodidad, antes de tomar su bolso rojo y sacudir un poco sus dedos mientras dejaba el dormitorio.

Pasé mis manos detrás de mi nuca para acomodar mi cabello, la falta de vaselina me incomodaba pero ya le había hecho creer a Chloe que así me sentía mejor. La vi de espaldas pero la puerta no se cerró, sino que las voces en el pasillo me pusieron nervioso.

—Te ves terrible, Hammer. —Mi prometida se rió, creando un escenario mental donde el otro había sufrido una ruptura o algo similar. Maldije a mis adentros.

—Qué gracia. —No sonó ni siquiera burlón, solo indiferente. Apreté con fuerza los párpados cuando vi sus botas cruzar el umbral.

Esperaba un saludo, o quizás que solo me ignorara. Me aferré a la tela de mi pantalón mientras aguardaba en silencio, quizás si solo fingía estar concentrado pasaría de mí.

—Oye —habló, con su mano sobre mi cabeza—, lo lamento.

Hammer era insistente, siempre era el primero en disculparse cuando éramos pequeños, yo solo simulaba haber perdonado las cosas que hacía pero iba acumulando cada pequeño rencor hasta que nos volvimos a ver. Aunque este estrés que me causaba era disminuido por Chris en años pasados, yo pensaba que solo eran conocidos del pueblo, pero ahora comprendo la mueca de incomodidad cuando hablaba mal de su hermano menor.

Y él hablaba tan lindo de el niño que era parte de su familia.

—Las cosas que dije, incluso si las pensaba no debí decirlas. Tú siempre evitabas decir cosas muy hirientes, esta vez crucé la línea. —Sentí la silla que fue arrastrada sobre la madera hasta sentarse frente a mí. Abrí lentamente los ojos, aunque él tenía la cabeza gacha.

          

Había olvidado esas cosas.

Mis padres me obligaron a pasar por largos ayunos, me golpearon bajo el agua fría en invierno, me comprometieron y me hicieron ver cómo era humillado y pisoteado la persona a quien amaba. Chris asumió la culpa, dejó que lo usara como una simple cuerda que después cortaría, pero ninguno de los dos esperó que esto durara tantos años.

Pasé de largo con indiferencia cuando dejé el pueblo, no habíamos hablado en años, pero sé que me rogó que le ayudara.

—¿Puedes hablarme de Chris? ¿Él siempre fue así? —Ryan también desconocía lo que el loco del pueblo pensaba.

—Sí, él era así desde antes. —Admití con pesadez. Me sentía en un interrogatorio aunque apenas nos mirábamos.

Hammer soltó aire y apretó sus manos.

—¿Y tú?

—No lo sé, todo ese tiempo pensé que era normal que me gustaran, pero él me enseñó que no estaba bien. —Traté de no sonar burlón al recordar, no quería que Ryan se molestara aún más.

—¿Puedo hacer más preguntas?

—No creo responderlas. —Mostré una sonrisa, en serio no quería tocar el tema aunque él se mostrara tranquilo. Si seguía preguntando, él se enojaría de verdad.

—¿Cómo está mi hermano ahora? No lo vi desde que me fui hace años, aún era el famoso prospecto para las chicas del pueblo.

En serio, no preguntes más.

—Alec, ¿qué le ha pasado? ¿No estudia, dónde vive, qué hace? Mi madre no me cuenta nada y... —Trató de sonreír también para calmar su preocupación.

—Chris está cojo, vive en una choza destartalada y quizás no esté bien de la cabeza después de tantos golpes, Ryan. Pero no puedo responder más, no sé mucho, hablar con él significaba que mis padres...

—¿"Pero"?

Ryan era atractivo, demasiado diría yo, eso no me gustaba de su rostro serio. Cuando sonreía se veía como estúpido y entonces podía considerarlo un igual, esa cara me agradaba. Pero sonrió con tal amargura que pude incluso escucharlo decir:

"Eres un egoísta".

Quise estirar mi mano pero me detuve cuando cruzamos miradas, ni una excusa me habría servido. Se levantó con fuerza, despegado del asiento que incluso se removió por la rapidez. Sus botas se detuvieron frente a su closet y comenzó a arrojar prendas a su escritorio. Traté de peinar mi cabello para que no se notara el susto que me dio.

—¿Qué haces?

—Me voy unos días. Tengo unos asuntos familiares que resolver, tal parece. —La voz que ponía con sus conquistas también estaba allí, como si nada le importara, como si se sometiera al máximo.

Hammer odia Calis.

—No lo hagas, en estos días yo...

—¿Qué? ¿Ya hiciste las llamadas a tu familia? ¿Tendrás tu fiesta de compromiso, como dijo Daniel? —Hammer continuó arrojando ropa, sonriente. Daniel había hablado conmigo esos días, éramos compañeros y evitarnos era un chiste, al menos le confié sobre mi evento—. Felicidades, lamento faltar a tu fiesta. Espero sean felices.

—Chloe es increíble.

—¿Oh, sí? Creo que le gustan más mis coqueteos. —Soltó el tema de las cartas. Pero no me molesté.

—¿Por qué me besaste?

—Porque quería, Alec, porque me sentía cómodo contigo, cuando no podía ni siquiera ser yo con mi familia. —Bramó, levantando la mochila sobre su espalda sin verme. Abrió la puerta con la intención de salir, yo me puse de pie.

Casanova a tu servicio.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang