Capítulo 10

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El lago.

Derek Murphy

No sé porque, pero amaba conducir sin sentido alguno, sentía como dejaba toda mi vida atrás y cómo por cada lugar que pasaba era un completo desconocido.

Pasar por una ciudad fantasma como Bodie, en el condado de Mono, siempre me hacía pensar, en todas las personas que alguna vez habrían pasado por aquí, gente caminando a sus trabajos, viviendo su vida, personas yendo a misa cada domingo, adolescentes caminando tomados de la mano, experimentando lo maravilloso y retorcido del primer amor, algunas pequeñas partes lucían como si el lugar se hubiera detenido en el tiempo, pero otras estaban atestadas siempre de turistas, gracias a sus estúpidas renovaciones. A pesar de eso, no podía dejar de pensar en cuál habría sido el motivo por el que el lugar quedó desolado en primer lugar, pero tan solo imaginarlo me causaba escalofríos, el ambiente pesado que se sentía al cruzar por las partes no renovadas era innegable.

Hoy en la mañana Violet me llamó, me contó que había llamado a la mamá de Evan, momentos previos a que yo me fuera de su casa, para corroborar lo que le había dicho, sinceramente me sorprendía lo cínica que podría llegar a ser, celarlo después de haberlo engaño conmigo, ay Vi, muy mal, muy mal, aunque tengo que admitirlo, tiene agallas.

Llamar a su suegra solo confirmó mis sospechosas, Evan engañaba a Violet.

— Dijo que te mataría si te veía... No quería involucrarte, lo siento, pero tuve que hacerlo, no tuve opción, no podía mostrarme débil ante él... No, eso jamás.

Me decía Violet por teléfono, yo no decía nada, solo me quedaba callando escuchándola.

— Llegó a casa, como si nada hubiera pasado, queriéndome ver la cara de idiota, quién sabe desde cuándo me la habrá estado viendo, no me pude contener, le dije todo sobre nosotros, se lo restregué en la cara, la culpa se había esfumado de mi cuerpo completamente, le dije que lo habíamos hecho aquí mismo en nuestra casa, y también en la tuya cuando me dejó tirada en la calle como un perro, para irse con una cualquiera.

— ¿Te hizo sentir mejor? Pregunté.

— La verdad, no, no quiero que pienses que te estuve usando, o que te llamé esa noche solo porque... No fue mi intención, yo solo... No sabía que eso pasaría, no planeé nada.

— Lo sé Vi, no tienes porqué darme explicaciones, solo nos dejamos llevar.

— De igual forma...

— ¿Quieres salir un rato? Nada de dobles intenciones, solo una salida inocente.

Y aquí nos encontrábamos, manejando sin rumbo, escuchando It ain't me de Selena Gómez, la luz del mediodía entraba ferozmente por el vidrio del auto, chocando en los ojos de Violet, haciéndolos ver de un color verde intenso con destellos miel, llevaba una blusa lila con un chaqueta de jean encima, pescadores y unos vans gastados.

Cada vez que volteaba mi mirada hacia ella y la encontraba viéndome, mis manos sudaban, no se porque me sentía así, como un niño enamorándose en el parque de una niña que jamás volverá a ver, veníamos hablando en el camino de cualquier cosa, eso me gustaba de estar con Violet, las conversaciones nunca terminaban, no eran forzadas en lo absoluto, y los pocos silencios que habían no eran para nada incómodos, cosa que es extraña y muy difícil de encontrar.

Un antiguo lago se asomaba por la curva de la carretera, más de cerca pude distinguir éste lago, mi abuelo me solía traer a menudo cuando era niño, pero había olvidado que era por éste camino, el destino y sus cosas. Me detuve rápidamente y aparqué el auto en la tierra de en frente, bajamos del auto, dejando cartera y teléfono dentro, de todas formas en éste lugar no había recepción, Violet me vio extrañada, pero se calmó cuando tomé su mano y caminamos cerca del lago, brilloso y verde césped lo rodeaba, el cielo estaba disperso, con una que otra nube navegando por el infinito azul claro, el lago era tan cristalino que podías ver las pequeñas piedras que yacían al fondo, tenía varias rocas blancas apiladas en medio y a los costados, mi abuelo solía decir que eran montañas de sal, lo gracioso es que si lucían como montañas de sal. Siempre veníamos a ver, pocas veces me metí, no se porqué, pero siempre decía que debía bañarme inmediatamente al salir.

— Es hermoso—Dijo Violet sentados en el césped— ¿Es aquí donde traer a todas tus conquistas?

— De hecho, es la primera vez que vengo en 20 años, mi abuelo solía traerme cuando era pequeño—Dije mientras tomaba una piedra y la lanzaba al lago— Falleció cuando tenía 12.

— Oh, no tenía idea.

— ¿Cómo podrías? Nuestra relación nunca ha sido muy íntima... Claro, si omitimos el hecho de que te he follado dos veces ya. Dije soltando una risa burlona.

— En realidad tienes razón—Dijo riéndose también— ¿Dónde habías estado todo éste tiempo, Murphy?

— ¿Yo? Enrollándome con una diferente cada fin de semana—Dije, mientras me sentaba a su lado en el césped— Aunque no es algo de lo que me enorgullezca, ¿Dónde habías estado tu?—Violet estuve a punto de responder cuando hice una seña para que me dejara continuar— En la universidad estabas con la cabeza metida en libros todo el tiempo, y luego, con la cabeza metida en los pantalones de Evan.

— ¡Ey!—Dijo Violet dándome un empujón, luego dio un profundo suspiro y volteó su vista al lago— Nunca te cayó bien, ¿verdad?

— Ni por un segundo. Dije mientras soltaba una pequeña risa.

— ¿Por qué?

— No lo sé, nunca me dio buena espina—Dije mientras me acostaba en el césped, poniendo las manos detrás de mi cabeza— Y por lo visto tenía razón.

— Si... Teníamos buenos momentos, pero cada día las peleas eran más y más frecuentes, sinceramente no me esperaba otra cosa—Dijo mientras se acostaba a mi lado, volteando su mirada hacia mi— Gracias... Por lo de la otra noche, y por traerme hoy aquí.

— No fue nada, lo hice porque quise—Di un profundo suspiro— ¿Qué harás ahora?

— ¿Qué haré ahora? ¿Te refieres al bebé? Pues soy una cirujana muy bien pagada, no creo tener inconvenientes en criarlo yo sola, gracias al cielo Evan y yo nunca nos casamos, así no tendría que lidiar con todo ese papeleo.

— Así que estás segura que es de él.

— Por supuesto, tomé la píldora del día siguiente aquella noche, no tienes porqué preocuparte, Voldy.

— No sería una preocupación para mí. Dije, casi en susurro.

— ¿Qué dijiste?

— Olvídalo, y por el amor de Dios, deja de llamarme así.

Soltó una pequeña risa.

Desde que tengo memoria me bombardeaban con ese apodo, mi segundo nombre era Riddle, si, nombre, no apellido, mi mamá tenía una muuuuy inapropiada obsesión con Harry Potter, específicamente con Tom Riddle.

Me puse de pie y me paré frente a Violet extendiéndole mi mano para que también se pusiera de pie.

— Ven. Dije mientras la arrastraba cerca del lago. Me quité los zapatos, el pantalón y la camisa rápidamente, Violet apartó su mirada, como si nunca me hubiera visto sin camisa

Corrí hacia el lago, metiéndome hasta lo hondo, el agua fría me hacía temblar pero el sol lo equilibraba, llamé a Violet desde el lago, ella repitió lo que hice pero sin quitarse la blusa, se metió poco a poco, se veía tan graciosa, como si tuviera miedo de que un bagre gigante apareciera y le devorara un pie. Caminé hacia ella, tomé su mano y la llevé conmigo a la parte profunda, su rubio cabello se tornaba color miel al estar mojado, el agua mojando su piel, a pesar de que llevaba la blusa, ésta se le adhería a la piel, moldeando sus pechos, me escupió agua en la cara al darse cuenta de la dirección de mi mirada, yo, por venganza, empujé su cabeza hasta el fondo por unos segundos.

— ¿Qué te pasa? Eso no es gracioso. Dijo, enojada, pero no tardó ni 5 segundos en aguantar la risa y sacarme la lengua infantilmente.

— Te ves tan adorable cuando te enojas de mentira—Dije, mientras pasaba un mechón de su cabello por detrás de su oreja— Me pregunto qué tan diferentes habrían sido nuestras vidas de haber volteado a tu dirección hace mucho tiempo... Sé que no somos unos ancianos, y que aún tenemos un vida por delante pero—Violet me interrumpió abruptamente, llevando uno de sus dedos a mi boca.

— Tenemos tiempo. Dijo chocando sus labios con los míos, generando un suave beso que yo correspondí, Violet tenía sus manos alrededor de mi cuello, yo tomaba su cintura, nuestros labios moviéndose en una sincronía perfecta, ella era perfecta, y a pesar de saber que nuestro primer encuentro había sido un error, solo un desliz de su parte por como se sentía que yo no impedí en ningún momento, sabía que esto, esto que sentía en este preciso momento era real.

Recuerdos Vacíos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora