III. Sin salida.

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Park Jimin odiaba ser considerado débil solamente por su aspecto.

Sí, era más pequeño que la mayoría de los Alfas, también era delicado y delgado, pero era fuerte, muy fuerte, decidido y exasperantemente arrogante. Su delicada apariencia solo escondía un Alfa fuerte y que sabía que era mejor atacar cuando los demás tenían su guardia baja.

Su papá falleció cuando él cumplió los 21 años y se tuvo que hacer cargo de la editorial donde trabajaba desde los 16 como becario. Jamás dejó que el ser un Park significara que tendría el camino fácil, de hecho por eso mismo debía esforzarse más y callarle la boca a la gente que no lo veía como Park Jimin, sino como el hijo de Park Sae Yi. Llevaba nueve años como presidente de Serendipity Editoriales y había logrado posicionarla como una de las mejores casas editoriales del continente asiático, muchos autores jóvenes queriendo participar por la calidad que SE manejaba.

Su padre había sido el líder de la manada Park, que contaba con su madre Omega, y sus dos hermanas menores, Omegas también. Él era el único Alfa de la manada ahora, y se sentía responsable de su madre y hermanas, queriendo seguir manteniendo el calor del hogar que su padre creó durante su vida.

Así que era muy fácil saber cuándo demostrar que sí era un Alfa delicado a ser un líder y presidente de una gran compañía. Sus hermanas les parecía divertido ese hecho, pero su mamá se preocupaba de cómo su actitud tan fría frente al público podría afectarlo en su búsqueda de pareja.

Jimin solía reírse y besar la frente de su madre, no queriendo romperle la ilusión de no tener intenciones de casarse, al menos por unos años más. Tal vez cinco, o tal vez nunca.

¿Disfrutaba de la compañía de sus amantes? Claro que sí. ¿Tenía intenciones de casarse o formar una familia? No realmente. A pesar de haber tenido una gran figura paterna, una niñez feliz y rodeada de amor, no se veía como una figura paterna a sí mismo... O alguien que pudiera amar de la forma tan entregada y real en que sus papás lo hicieron.

Prefería seguir llevando su vida calmada y llena de placer, sin ninguna responsabilidad extra excepto su trabajo y su familia.

Por eso cuando el abogado familiar, Moon Soo Hyuk, llegó a decirle que tenían que hablar urgentemente, intuyó en decirle adiós a esa vida.

.

— ¡No pienso aceptar esa mierda, Moon! —gritó por tercera vez Jimin mientras golpeaba con las palmas abiertas su escritorio de madera caoba gruesa. El abogado cerró los ojos para aguantar otra ráfaga de feromonas furiosas, replanteándose seriamente el seguir siendo el abogado familiar de los Park.

—Jimin-ssi, por milésima vez, no es que quiera o no, es algo que necesita hacer por el bien de su familia y de la empresa —repitió con voz calmada y lenta—. Su padre y yo estábamos en proceso de cambiar esa cláusula para que futuras generaciones no se vieran afectadas pero...

Jimin dejó la furia por un momento, sintiendo ese piquete de tristeza en su corazón. Se recargó en su silla, mirando al abogado sin expresión alguna.

—Le dio el infarto y falleció —terminó por Moon. Ambos asintieron con un deje de melancolía en el ambiente. Jimin cerró los ojos y respiró hondo—. Repíteme otra vez la cláusula. Si no me caso para antes de cumplir los 30 o al finalizar el año, tendré que dejar la presidencia al miembro mayoritario de la editorial que no sea la familia Park, ¿o me equivoco?

—Correcto. Además de perder las propiedades dadas por la editorial, que sería su casa, carros y...

—Y todo por lo que mi familia y yo hemos luchado en conseguir desde que mi papá tomó la presidencia de la editorial.

A (Un) Married StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora