Cap 34

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Pasaron horas hasta que llegué a oír mi nombre por los altavoces. La verdad, no quería salir, pero si tenía que hacerlo, que fuera lo antes posible.

-Todos los concursantes han conseguido el huevo de oro, la señorita Grin saldrá en breves minutos - anunció Lee Jordan, el mejor amigo de los gemelos y un muy buen amigo mío por el altavoz -

Si, entre concursante y concursante hacían una parada de 10 minutos, para que los espectadores comentasen entre ellos, y para poder ver si los concursantes estaban graves o necesitaban visitar a Madame Pomfrey.

El silencio absoluto reinaba en la carpa, ya solo quedaba yo, así que no se sentía nada de movimiento, nervios ( qué no fueran míos, claro ) o conversaciones.

El ruido de un golpe seco inundó la habitación, y cuando me di cuenta, alguien se había chocado contra una viga de madera que sujetaba el sitio. Corrí hacia allí para encontrarme a Fred y George tirados en el suelo, frotándose la cabeza y quejándose. Si no fueran ellos no me hubiera reído, pero en ese momento solté una gran carcajada.
Los gemelos me miraron con una sonrisa confundida, pero yo seguía riendo. Yo les extendí mis dos manos para ayudarles a que se levantaran, pero en vez de eso, se miraron entre ellos, cogieron mis manos y me tiraron al suelo junto a ellos. Seguimos riendo los 3 hasta que George se levantó y nos ayudó a nosotros.

-¿Que hacéis aquí? - pregunté sonriente -

-¿No podemos venir a ver a nuestra mejor amiga cuando va a concursar en un torneo que la puede llegar a matar? - preguntó Fred -

En ese momento sentí que mi corazón se paró de golpe. Mejor amiga. Esas palabras habían entrado por mis oídos y habían golpeado directamente mi corazón. Las pocas esperanzas que me quedaban de creer que yo le gustaba aún que sea un poco se habían esfumado de golpe. No es que estuviese enamorada... bueno, un poco tendría que estarlo para que esas 2 palabras me hubiesen dolido tanto, ¿no? A lo mejor este enamoramiento infantil no se me pasa nunca... creo que lo mejor será dejar de pensar en eso, a ver si con un poco de suerte consigo olvidarlo de una vez.

-¡Ja! ¡Más quisierais! No os vais a librar de mi tan fácilmente. - le contesté divertida, escondiendo lo que me habían dolido las palabras que habían salido de su boca. Ellos me revolvieron el pelo a la vez con una sonrisa, y yo reí. Amaba a estos chicos, a George lo veía como un hermano mayor patéticamente tonto y a Fred... se podría decir que lo veía así hasta hace un año, entonces dejé de verlo así para verlo como un amor platónico que nunca podría hacerse realidad -

-Bueno, pequeña, vamos a tener que irnos ya - habló George. Se acercó a mi y me envolvió con sus brazos en un abrazo cariñoso, en el que nos movíamos de lado a lado. Él apoyó su barbilla en mi cabeza y yo reí -

-¡Me estoy sintiendo baja! - me queje mientras me reía -

-Es que eres baja - respondió Fred -

-No es mi culpa no medir 1'91, malditas jirafas! - reí yo, y en cuanto escuche la risa de Fred, me quede mirándolo a los ojos. Nuestras miradas conectaron cuando él bajo la cabeza y las sonrisas desaparecieron de nuestras caras. Nunca me había fijado en que tenía los ojos tan bonitos, eran de un color verde claro, con motas verde oscuro y azules. Sin duda alguna eran preciosos.

Al darme cuenta de que nos habíamos quedado mirándonos, sacudí mi cabeza, un poco sonrojada y volví a abrazar a George, esta vez menos tiempo. Me separé de él y me lancé a los brazos de Fred, quien rió tiernamente y me abrazó con fuerza; el pelirrojo me levantó por los aires y yo reí. Cuando me bajo nos volvimos a quedar en silencio, mirándonos, como diciéndonos algo mediante los ojos.

Y ahí fue cuando lo recordé, aquella noche en la torre de astronomía, los dos sentados en el suelo, en silencio. Ese día me besó, me besé con Fred Weasley. Quien diría que pudimos pasar de un día besarnos y confesarnos que nos gustamos, y al día siguiente hacer como si nada hubiese pasado.

Por segunda vez hoy, agache mi cabeza, muy sonrojada y me aparte de Fred.

-Bueno... ¿nos vemos después? - pregunté sonriente -

-Mas te vale - respondió George con una sonrisa -

-Vale, vale, os juro que hoy no me muero - levante mis brazos en señal de rendición y los tres reímos. Ellos salieron de la carpa después de despedirse de mi otra vez y el silencio absoluto reinó de nuevo.

-Señorita Grin, tiene que salir ya - McGonnagall entró por la carpa y me avisó, yo solo asentí y ella se marchó. Sacudí mi cabeza con fuerza y coloqué bien mi vestimenta. Suspiré hondo varías veces y me encaminé a la salida de la carpa -

La Luz blanca me cegó por un momento. Los vítores y aplausos reinaban en el lugar. No les hice mucho caso, y me concentré en localizar el huevo de oro, que por lo que ví, estaba en el centro del sitio. Corrí hacia el, pero la cola del dragón se estrelló al lado de donde yo estaba, haciendo que saliese volando y aterrizase en el suelo unos metros más para atrás de donde estaba.

Un montón de gritos de susto invadieron las gradas, yo me levanté y toqué mi ceja, la cual ahora sangraba levemente. Quite toda la sangre que pude y me levanté del suelo, para volver a dirigirme hacia el huevo de oro.

Aproveché que el dragón estaba de espaldas, aparentemente buscándome y rocé con mi dedo el huevo, pero en ese mismo momento, el dragón se giró, paralizándome. Los 2 nos quedamos quietos, el esperando a que hiciese algún movimiento para poder atacarme, y yo esperando a que no me hiciese daño.

Todos los que estaban en las gradas estaban en silencio, y se podía notar a leguas sus caras de susto.

Localicé a Fred sentado al lado de George, pero vi algo que no me agradó mucho... a su otro lado estaba Angelina Johnson, abrazada a Fred como si no hubiera un mañana y con la cabeza enterrada en su cuello. Mírala, haciendo como que le importo para gustarle a Fred. Algo se encendió dentro de mi, ¿eran celos? ¿por que estoy celosa sino somos nada? Probablemente era por que yo si quería que fuésemos algo más que amigos. ¡¡¡Concéntrate, T/N!! No es el momento para celos!! ¡¡¡Tienes en frente a un dragón de más de 200 toneladas, el cual podría matarte de un zarpazo!! Sacudí mi cabeza mentalmente y, lentamente, después de asimilar que podía morir, levanté mi brazo para cerrar mis ojos con fuerza. Después de unos 5 minutos, logré subir el brazo del todo y como tenía los ojos cerrados, no vi nada, pero sentí como algo se rozaba con mi mano. Abrí los ojos lentamente y una imagen que me sorprendió y que me dejó boquiabierta.

El dragón tumbado boca arriba y rozando su hocico con mi mano. El público se revolucionó, unos por miedo, otros por sorpresa y otros por incredulidad. Me acerque más lentamente al dragón y le acaricie la barriga, a lo que él se revolvió juguetón. Yo sonreí por que no me creía lo que estaba pasando y decidí hacer algo no muy normal.

-E-Em... ¿p-puedo coger el huevo de oro que custodias? - le pregunté, como esperando a que me contestase o me entendiese. El dragón se levantó de un salto y yo me asusté echándome para atrás. Este voló hasta donde estaba el huevo y me lo trajo. Todos en las gradas abrieron los ojos completamente, yo incluida, cuando aquella enorme criatura dejó el huevo en mis pies y volvió a tumbarse boca arriba en el suelo.

-Gracias - le agradecí, le acaricie la barriga y salí corriendo hacia la puerta, que era la entrada de la carpa.

En cuanto entre en la carpa, me tiré en el suelo, quedando sentada. Estaba en shock, no sabía lo que había pasado hace unos segundos, y seguramente la demás gente tampoco lo sabría.

𝕄𝕚 𝕡𝕖𝕝𝕚𝕣𝕣𝕠𝕛𝕠 - 𝔽𝕣𝕖𝕕 𝕎𝕖𝕒𝕤𝕝𝕖𝕪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora