🔥🍬Dulce prohibido 🍬🔥

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----Si vuelvo a ver otro maldito boceto soy capaz de hacer una locura.---- Dijiste, arrojando sobre tu escritorio el bulto de hojas dentro de una carpeta.

No era nada sencillo quedarte trabajando hasta muy tarde cuando todos en el piso ya se habían ido a sus respectivos hogares.

Pero esa era una de las consecuencias de ser una celebridad en el mundo de la moda, tu empresa era una de las mejores, y no sólo de Seúl, sino de todo Corea. Gracias a tu ardua labor.

----No sea tan exigente consigo misma.---- El chico que considerabas como tu mano derecha entraba en tu gran oficina cargando con dos cafés. ----Su trabajo es realmente admirable y todo saldrá bien a fin de cuentas.

----Gracias, Lee. Eres un amor de persona.---- Dibujaste una sonrisa en tu boca tomando el café que te ofrecía el chico. ----¿Pero por qué aún no se ha ido? Siempre se queda conmigo hasta estas horas, usted no está obligado.---- Le diste tranquilamente un sorbo a la caliente bebida. ----Por favor, toma asiento.

----No es que me sienta obligado señorita Park, todo lo contrario, es siempre un placer.---- Él como todo el tiempo, tan cálido y gentil. Obedeció y se sentó en una de las cómodas sillas frente a tu escritorio, donde solías atender a todo el personal que venía a verte. ----¿Por qué no se va a casa? Descuide, yo me encargo de ordenar todo por aquí.

----Ni pensarlo, de aquí no me muevo hasta terminar.---- Agarraste otro bulto de bocetos para comenzar a examinarlos y a compararlos.

Por el rabillo del ojo notaste cómo Lee esbozaba una sonrisa ladeada mientras disfrutaba de su café. Se veía tan... sensual, un simple movimiento y ya te ponía caliente. Provocando que te mordieras el labio inferior.

Entre ustedes dos siempre existió una especie de atracción sexual. Pero nunca hablaban del tema ni por accidente. Al contrario, siempre se dirigían con mucho respeto.

----¿Le parezco atractivo?---- Rodó sus ojos hasta ti, retándote con la mirada.

----¿Qué fue lo que le hizo pensar en semejante cosa?---- Alzaste una ceja, tú no eras de ese tipo de mujeres fáciles, tu fuerte carácter te había llevado hasta la cumbre de tu carrera. A pesar de lo joven que eras.

Taeyong se levantó de su asiento y rodeó tu buró lentamente hasta llegar a donde estabas sentada.

----Cada gesto tuyo me lo dice, incluso tus miradas frías y calculadoras.---- Entre cerró los párpados, inclinado un poco hacia el frente.

----¿Dónde quedaron los honoríficos, Lee?---- Tragaste duro, ese comportamiento retador te estaba excitando, y eso no significaba nada bueno. Según tú.

----Siguen en mi boca, sólo que no me apetece usarlos ahora.---- Tomó tu silla de rueditas y la giró para colocarte frente a frente con él. Apoyando sus manos en cada brazo de la misma.

Un jadeo se escapó de tu boca. Y deseaste que eso nunca hubiera pasado. Tu cuerpo estaba reaccionando sin el permiso de tu sentido común.

----Yo sé que tienes una imagen que preservar, y se armaría un escándalo si algún tipo de "cotilleo" se filtrara. Pero... ahora no hay nadie aquí. Estamos solos. ¿Aceptas mi invitación?---- Habló bajito, cerca de tu rostro.

Sin darte cuenta ya estabas asintiendo con la cabeza, hipnotizada con la belleza de él. Eras joven, ni siquiera recordabas la última vez que un hombre te hizo sentir mujer.

Eso significó luz verde para tu acompañante.

Taeyong se arrodilló frente a ti, conectando su mirada con la tuya. ----¿Puedo?---- Agarrando la terminación de la larga falda plisada que tenías puesta.

----S-sí.---- Respondiste, mordiendo tu labio suavemente.

Las manos de tu contrario se deslizaban poco a poco por tus piernas, subiendo la prenda hasta tus muslos.

Luego con las yemas de sus dedos adheridas al elástico de tus bragas, se deshizo de éstas lentamente.

Hiciste tu agarre más fuerte en los brazos de la silla mientras eras expectante de todo lo que el chico planeaba para ti. Así que abriste las piernas, quedando en el borde de tu asiento.

Tu contrario se saboreó los labios antes de arremeter contra tu sexo. Su lengua te acariciaba de forma tortuosa el clítoris. Lamía y chupaba como si estuviera disfrutando del mejor postre. De su dulce prohibido.

Tus gemidos eran escandalosos, no importaba porque solamente estaban ustedes dos ahí. Todo el mundo había desaparecido a su alrededor, ese era el momento de ambos.

El lubricante de tu intimidad húmedecía el alrededor de la boca de Taeyong. Sus movimientos eran más rápidos, ahora te había penetrado con su lengua, dando una inexplicable sensación de placer.

Tu mano izquierda buscó en acto reflejo los cabellos del chico, haciendo presión de su boca contra ti.

---M-más...---- Jadeaste con dificultad.

El tipo era un puto animal, como si supiera dónde estaban tus puntos débiles. De haberlo sabido antes ya te lo hubieras follado hace mucho tiempo.

Él gruñía contra tu clítoris, tus gemidos seguidos con tu sabor en su paladar, provocaban que su miembro estuviera pegando fuertemente contra sus vaqueros.

Y así llegaste al tan deseado orgasmo. Eras un completo desastre. Te habías corrido en su boca pero él recibió tus jugos con mucho gusto.

Así se separó de ti y se puso en pie, limpiándose satisfecho con el torso de su mano izquierda.

----Nunca un hombre me había hecho sentir como tú lo acabas de hacer.---- Dijiste con toda sinceridad, expectante a la erección de tu contrario.

----Me siento halagado. Se puede repetir cuantas veces usted deseé.---- Con las palmas de sus manos acunó tu rostro, seguido de un corto beso sobre tus labios.

Eso no fue suficiente para ti. No sería justo que tú fueras la única que disfrutara de semejante placer. Te sentías en deuda.

Lo tomaste por sus hombros y uniste nuevamente los belfos de ambos, pero ahora formando un ósculo desesperado, deseando más.

Se separaron por un poco de oxígeno. ----Vamos a mi casa. Allí estaremos más cómodos.---- Le propusiste al muchacho y éste asintió de inmediato.

----Lo que ordene mi jefa, eso haré.---- Colocó un mechón de cabello detrás de tu oreja derecha, observándote anonadado.

Ese sería el plan. En tu lujosa mansión nadie los iba a molestar. Ni siquiera los propios sirvientes se enterarían, y si ocurría qué más daba. Lo importante era cuánto se deseaban uno al otro.

Vivir el momento. Asumir riesgos. Esa era tu especialidad. El peligro.

𝐓𝐚𝐞𝐲𝐨𝐧𝐠 𝐑𝐞𝐚𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬  /𝐍𝐂𝐓/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora