Capítulo 38

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Claire Grace

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Claire Grace

Todo este día ha sido una tortura. Las náuseas, las contracciones, que cada vez eran más frecuentes, fuertes y duraderas, el dolor martilleante en mi cabeza, y ni hablar de los temblores esporádicos que me han dado.

Sienna me explicó que era por los cambios hormonales que estaba teniendo mi cuerpo, que estaba preparándose para la segunda etapa del parto, que si todo continúa al paso al que va, será en dos días. Y debo decir, que no creo poder aguantar dos días más así.

Y tengo miedo, especialmente porque esto no era lo que yo había planeado. Eliah estaba supuesto a nacer en otras tres semanas. Todavía no estaba preparada, al menos de manera mental y mucho menos emocional. No estaba lista para recibir a mi bebé, y no quería hacerlo, no ahora.

Había convencido a mi prima para que me dejara salir de mi cama, por supuesto que con ayuda. Austin insistió en traerme, pero me parecía demasiada exageración que me cargaran hasta aquí. Podía caminar sola, no porque tuviera unos cuantos centímetros de dilatación se me iba a salir el bebé. Lo que sí le permití a mi hermano mayor fue acompañarme hasta el laberinto, ya que sabía muy bien que no me dejaría venir si no había nadie supervisándome.

Son sólo cuatro centímetros y no había habido avance de ello desde esta mañana, cuando mi prima hizo el primer chequeo. Ella también me había pedido que no me quedara sola, no únicamente por si llego a necesitar ayuda de alguien, sino que no me recomendaba, por fines emocionales, que estuviera sin compañía durante este proceso.

Luego de haberle avisado a Eloy, muy asustada, que tenía mis sospechas, le conté que había entrado en labor, eso una vez Sienna me lo confirmó. Él dijo que vendría enseguida, que dejaría todo y que en cuanto el carruaje estuviera listo, partiría hacia acá, así que debe estar por llegar.

Le hice saber que según cómo ha avanzado todo, es probable que sea en dos días, pero mi esposo insistió en regresar de inmediato. Dijo que no quiere dejarme sola, dijo que no importa el plan, que no vale la pena mantenerlo en pie si supone un impedimento para sostener mi mano en el momento. Dijo que una vez llegue, no va a despegarse de mí y me va a acompañar todo el tiempo.

No he hablado mucho más con él, pero era porque el dolor que iba y venía en pequeños intervalos de tiempo me estaba matando y no podía concentrarme. Lo último que le había comunicado era que estaba afuera para tratar de sentirme mejor con algo de aire fresco, le dije que estaría en el centro del laberinto, esperando por su llegada.

Realmente no he estado sola en el tiempo que he pasado aquí; hay dos soldados de mi guardia a unos cuantos pasillos de distancia, dándome privacidad, pero sin alejarse demasiado, sólo en caso de que llegue a necesitarlos. Igual tenía mi arco conmigo, pues no me terminaba de sentir segura estando fuera del límite que protege el castillo. Brisa también me acompañaba, pero hacía unos minutos le había pedido que fuera adentro por un poco de agua y algunas fresas. Necesitaba algo dulce para disipar el mal sabor de boca que tenía debido a las náuseas.

La Guerra {Elementales II}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora