POV MORGAN
Me encontraba sentada en el sillón en completo silenció, nuevamente con las tontas esposas que me habían puesto para "no escapar" y no estaba prestando nada de atención a lo que estaban diciendo, porque estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta cuando el pelón volvió aparecer en el lugar hasta que me obligo a mirarlo tomando mi cara con su mano.
— Todo acto tiene sus consecuencias, así que te voy a dar una lección que no vas a olvidar —me informó seriamente y me limite a observarlo con indiferencia por unos segundos hasta que moví mi cara hacia un lado de manera brusca, para que quitara su mano— alguno llévela a la habitación del pánico —les ordenó pero ninguno se movió de su lugar.
Eso de "la habitación del pánico" no suena nada bien.
— ¿A la habitación del pánico? —preguntó Regulus como si tuviera la necesidad de volverlo a escuchar para entenderlo.
El pelón asintió.
— Pero... —se aclaró la garganta— se supone que nadie iba a entrar a ese cuarto de nuevo —recordó Gilbert y él pelon lo miró sin decir nada.
Era mucho más dicifil decifrar lo que estaba pensando que cuando estaba con Klaus.
— La última vez que alguien estuvo ahí... —habló Draco y dejó las palabras en el aire para tragar saliva con dificultad.
— ¡He dicho que la lleven! —gritó molesto, haciéndome brincar en mi lugar.
— Pero...
— ¡Pero nada! —espetó de mala gana—. Está niña necesita aprender muchas cosas —el pelón me lanzó una mirada furiosa— y estar ahí, le enseñara una lección.
— Hay muchas maneras de darle una lección, sin necesidad de mandarla a esa habitación —recalcó Matheo intentando hacer que su padre cambiara de opinión.
— El próximo que diga algo más, la va acompañar —los amenazó y de nuevo todas las miradas se posaron en mí, solo que esta vez me miraban con lástima— una vez que ya está claro eso. Díganme... ¿Quién de ustedes la va a llevar?
— Yo lo haré, padre —habló Tom levantandose del sillón, el chico se acercó a mi y me tomó del brazo dandome un tiron, para que me levantara.
En silenció los dos empezamos a caminar por el pasillo hasta que llegamos a una puerta de metal. Tom me soltó y sacó su varita para abrir el candado.
— ¿Cuál es tu problema conmigo? —le pregunté cuando me volvió a tomar del brazo para empezar a bajar las escaleras.
— No te soporto —espetó rápidamente— y también te odio.
— ¿Por qué? ni siquiera me conoces.
— Ni tampoco me dan ganas de hacerlo —me informó con desprecio y rodee los ojos.
Nuevamente empezamos a caminar por el pasillo, solo que está vez si me estaba dando miedo la situación. Todo estaba oscuro y lo poco que se veía, eran por las luces que se prendían y se apagaban cada dos segundos, todo el lugar olía a humedad, había muchas telarañas y el único ruido que se escuchaba, eran las gotas del agua que caían del techo en algunas partes.
— Sabes... —Tom se detuvo abajo del único foco que no parpadeaba y me miro directamente a los ojos. Me costó un poco de trabajo mantenerle la mirada— este lugar es más horrible de lo que parece —trague saliva nerviosa y él sonrió de oreja a oreja como si difrutara ver mi miedo.
Nos detuvimos enfrente de otra puerta de color negro que tenía unas letras marcadas alrededor de esta, con rasguños y manchas que parecían ser sangre.
— Mientras estés aquí dentro, te juro que vas a desear no haber nacido —me informó y la puerta se empezó abrir lentamente.
El cuarto del pánico consistía en una base de cemento, un colchón igual de grueso que el de una cobija, una manta muy delgada y rota de varias partes, un inodoro que parecía nunca haberse lavado desde que lo compraron, una ranurita pequeña hasta arriba que parecía ser el ducto de ventilación y un foco que prende y apaga a cada rato.
— Bienvenida a la habitación del pánico, Morgan —me dijo Tom mientras hacía presión en mi brazo—. Lugar donde todos tus oscuros miedos vendrán por ti —susurró en mi odio y mis piernas flaquearon, seguro que hubiera terminado en el suelo, si Tom no me estuviera sosteniendo del brazo.
— Entiendo que me odias, pero no me dejes aquí —le pedí con miedo y me miro con indiferencia.
— Entra —me ordenó soltandome del brazo.
— Por favor, no. Prometó hacer todo lo que quieras, pero no me hagas entrar—le supliqué y por un mini segundo lo vi dudar.
— Entra —repitió.
— Tom —mi voz se cortó y estaba a nada de soltarme a llorar enfrente de él— n... no hagas esto, por favor —le rogué, dejando mi orgullo de lado.
— ¡Entra ahí! —me apuntó con su varita y trague saliva.
— T-tom —balbucee y su expresión se endureció aún más.
— No me hagas obligarte a entrar —me advirtió apretando la mandíbula.
Trague saliva y lentamente entre al cuarto.
— Tom, por favor —murmuré con un nudo en la garganta y la puerta se empezó a cerrar lentamente delante de mis ojos— no me dejes aquí —le supliqué de nuevo cuando la puerta se cerró por completo.
POV MATHEO
Todos estábamos sentados en la sala, en completo silencio y cada uno sumido en sus pensamientos hasta que llegó Tom.
— ¿Cómo te fue? —pregunte levantándome del sillón.
— Me pudo haber ido mejor —respondió más serio que de costumbre y mire confusó a los demás.
No esperaba esa reacción de su parte.
— Pensé que ibas a disfrutar dejarla ahí abajo —comentó Gilbert un poco confundido, lo cual afirmaba que no era él único que notaba que estaba raro.
— ¿Qué te pasa? —le preguntó Regulus.
— Nada —exclamó a la defensiva mientras se sentaba en el sillón—. Yo solo... —hizo una pausa— recordé las veces que he estado ahí y creo que siento un poco de lastima por ella.
Abrí mis ojos sorprendidos, nuevamente no me esperaba esas palabras salir de su boca. Mi hermano parece como un bloqué de hielo, nunca demuestra sus emociones y está es la primera vez que lo veo medio arrepentido de hacer algo.
POV MORGAN
Exactamente no sé cuánto tiempo he pasado en este horrible lugar, pero Tom tenía razón, estar aquí imagino que es como estar en el mismisimo infierno, lo único distinto es que aquí en vez de hacer calor hace tanto frío que estoy segura de que en cualquier momento me va a dar hipotermia.
No estoy segura de cuantas horas o días llevo aquí adentro, pero desde entonces no he podido dormir, porque en cuanto cierro los ojos, la mayoría de mis pesadillas se hacen presentes, no tengo idea de como le hicieron para saber todos mis miedos, pero ya no lo resisto. La cabeza me dolia tanto, que preferí quedarme acostada para evitar sentir los horribles mareos.
— ¿Cómo te va Morgan? —el pelón apareció enfrente de mí. Estaba tan molesta con él que ni siquiera me dieron ganas de mirarlo. Por suerte para mí, él pareció entender el mensaje y continúo hablando—. De todos los individuos que han estado aquí... —hizo una pausa— tú eres mi favorita —me informó como si fuera la cosa más maravillosa del mundo— y dejame confesarte que contigo me he divertido bastante —no tuve que mirarlo para saber que estaba sonriendo—. Me parece demasiado interesante lo sencillo que es manipular tu mente y tus recuerdos.
— Te odio —gruñí.
— ¿Quieres salir de aquí? —me preguntó ignorando mis palabras y cambiando su actitud alegre por una más seria.
— S...si —respondí dejando de lado mi orgullo por un momento.
— Te dejaré salir con una condición.
Me mantuve en silenció para que siguiera hablando, pero como no lo hizo tuve que hablar.
— ¿Cuál?
— En el momento que salgas de aquí, tendrás que seguir TODAS mis reglas, ya sea que te gusten o no.
De repente la sangre empezó a hervir en mi interior y sin pensarlo mucho, solté una risita burlona y con lentitud me levante de la cama, para poder verlo a la cara.
— Sigue soñando —el pelón me miro con diversión—. Yo no voy hacer eso.
— Te dejare que lo pienses un rato.
— Mi respuesta no va a cambiar —le aseguré y sentí un dolor terrible en la cabeza, que me hizo soltar un grito y retroceder.
— ¿Qué opinas ahora? —me preguntó de manera burlona y el dolor se detuvó. Con las pocas fuerzas que aún me quedaban lo enfrente.
— Prefiero pasar un año aquí, antes de seguir tus estúpidas órdenes.
— En ese caso —sonrió de manera arrogante— Tus deseos, se harán realidad —en ningun momento aparte la mirada de él— Te veo en dos semanas más —dicho eso, desapareció.
No pasaron ni dos minutos cuando el dolor volvió aparecer en mi cabeza y como si eso no fuera suficiente, a los segundos muchas imágenes horribles empezaron a bombardear mi cabeza, combinadas con dolor y mucho sufrimiento.
Si esto sigue así, ni siquiera poder aguantar otro día más en este lugar.