Niño Odioso:

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No sabía dónde estaba y no le importaba saberlo.

Sentía su cuerpo flotar en una especie de nube, ligero como el aire, en una burbuja de paz.

Abrió los ojos esperando ver algo. Pero era la nada misma.

No sabía cómo describirlo exactamente. Todo estaba oscuro y una niebla espesa lo rodeaba por completo, tanto que no distinguía más allá de su cuerpo.

Avanzó un par de pasos, sin saber exactamente dónde se dirigía. Tampoco es que le importase mucho.

A pesar de estar moviéndose, no sentía suelo bajo sus pies. No sentía ni frío ni calor. No oía ni sus latidos ni su respiración. Simplemente era como si hubiese dejado de... existir.

Una punzada golpeó su corazón, deteniendo sus pasos.

¿Qué había sido eso?

Llevó una mano a su pecho mientras avanzaba un par de pasos más, el dolor intensificándose poco a poco.

—¿Cómo llegaste aquí? —Una profunda voz hizo eco en sus oídos, resonando infinitamente como si no hubiera fin en aquel lugar.

Detuvo sus pasos una vez más, mirando a su al rededor.

Se sentía ansioso por alguna razón y su pecho se apretaba bajo su mano. Creía que empezaría a hiperventilar ahí mismo, pero... nada.

Su mano libre cubrió su boca, confuso. No respiraba.

Sus pulmones no se llenaban de aire y no podía sentir su corazón bombeando en su caja torácica.

—¿Un niño? ¿En serio? —Se dio la vuelta sintiendo un aliento rozar su piel, pero no había nadie.

—No soy un niño, tengo 17 años. —Sus ojos recorrían el espacio, buscando la fuente de la voz, encontrando nada más que oscuridad. No sentía miedo. No sentía nada realmente, lo que le daba valor para preguntar: —¿Quién eres?

Pasaron un par de segundos con el silencio reinando, pero las punzadas volvieron repentinamente, arrancándole un jadeo adolorido.

—¿Te crees lo suficientemente capaz de hablarme en ese tono? —La voz se tornó algo más grave y demandante, pero no retrocedió en sus palabras.

—No respondiste a mi pregunta.

—¿Y por qué debería? Solo eres un mocoso más.

Sin responder, empezó a caminar hacia la nada. Algo lo impulsaba a avanzar en aquella dirección. Con cada paso su corazón se estrujaba por las punzadas y su cuerpo pesaba más, pero sus pies no se detenían.

—No tengo tiempo para un niño odioso.

—No tengo tiempo para un niño odioso

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Se despertó exaltado. Su respiración era pesada y errática y sentía su cuerpo entumecido.

— Solo fue un sueño —susurró para sí mismo mientras se incorporaba.

El Rey Demonio - KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora