19| Clint

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Su tacto era cálido y traía una extraña paz a todo mi sistema que no había logrado conseguir desde que pisé la casa Peyman

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Su tacto era cálido y traía una extraña paz a todo mi sistema que no había logrado conseguir desde que pisé la casa Peyman. Cuando me soltó, por un momento quise pedirle que volviera a tomar mi mano, pero el hecho de que era un extraño y que no nos conocíamos de nada me lo impedía, por lo que tuve que conformarme con esconder mis manos tras mi espalda.

Quise volver a irme, pero un sonido nos llamó la atención. Giramos la cabeza en dirección al sonido y antes de que pudiera escapar, Clint me tomó de la muñeca y nos escondió detrás de un gran árbol. Su cuerpo se colocó delante del mío de tal forma que me tapaba por completo, cubrió mi boca con una de sus manos y me hizo una seña para que guardara silencio. Nuestros cuerpos se rozaban de forma involuntaria, permitiéndome sentir su calidez a través de nuestras ropas.

El aroma a flores silvestres inundó mi naríz junto aquel aroma frutal. Era la combinación más extraña que había olido en este tiempo, pero se sentía bien olfatear algo que no tuviera un gramo de sangre encima.

Por instinto mis ojos se clavaron en su cuello, justo en su nuez de adán. Luego mi recorrido fue a la carótida, aquel sitio tan deseado para mi cada vez que me alimentaba de alguien vivo. Durante unos segundos pensé en liberarme y arrojarme a su cuello, pero el sonido de unas pisadas y voces desconocidas me mantuvieron inmóvil en mi sitio.

–¿Quién crees que pudo haber sido?

–Los Peyman, estoy seguro que fueron esos malditos chupasangres.

–No lo sé, Ángelo, ellos no son de hacer estas cosas ¿Y alimentarse de un licántropo? No sé si lo recuerdas, pero creo que lo último que harían es beber de nosotros ¿No lo crees?

–Si no fueron ellos, significa que hay algo más en estos bosques... Y lo que sea que sea es mucho más grande y peligroso que todas las criaturas juntas. Debemos avisarle al consejo.

–Si, tienes razón.

¿Angelo? ¿El mismo Angelo que peleó contra Harvey? ¿Ese Angelo?

Oímos sus pisadas alejarse y una vez que Clint estuvo seguro de que ya no había nadie, se alejó... O al menos eso intentó, ya que mis dedos se clavaron en sus hombros e intenté acercarme a su garganta para alimentarme, pero se safó de mi agarre y se alejó de mis brazos.

Me miró de arriba abajo con el ceño fruncido hasta que pareció entender mi situación.

–No te has alimentado –murmuró viendo como me deslizaba lentamente hasta que mi trasero tocó el suelo del bosque –No te has alimentado en días ¿Por qué?

–Los castigos de los hermanos son horribles ¿Sabes? –murmuré descansando los brazos sobre mis rodillas y la vista fija en los últimos rayos de sol que inundaban el pequeño claro –Me mantuvieron encerrada sin nada para comer, y con la poca energía que me quedaba se alimentó de mi... El muy hijo de... –mascullé con la rabia trepando por mis extremidades.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora