18: máquina del tiempo

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Que irónica es la vida.
Esta misma mañana tenía en mente poner punto y final a este poemario. Iba a redactar un capítulo mal expresado de que por fin había encontrado la manera de ser feliz.

Después de irme de vacaciones fui feliz. Y ahora mismo escribo esto, llorando en silencio entre párrafos que nadie va a leer. Mi diario privado online. ¿Mala idea, no?

Con los años he creado mi coraza, aparentemente indestructible, enfrentando con cara de indiferencia a los problemas para que no se dieran cuenta de que me dañaban. Pero ahora... ya nada es lo mismo, que puedo decir.

Esta vez me he aferrado muy fuerte a los momentos de felicidad, que han sido muchos, porque quería quedarme ahí para siempre pero, spoiler alert, es lo peor que puedes hacer, intentar ser consciente del presente te llevará a la disociación, un trastorno que hace como si vivieras tu vida desde fuera, como si fueras otra persona. Y así llevo seis días sin exagerar. Pero creo que mejorará, o eso espero.

Nada es para siempre, nunca llegas a estar en el presente porque en cuestión de minutos se convierte en pasado. Deseo en secreto ser un recuerdo, un instante en el tiempo. Nada es para siempre pero a la vez si lo es. Creo firmemente que todo lo vivido aún existe en algún lugar del espacio tiempo. Quizá ahora mismo yo no esté allí pero permanece una versión mía.

A veces, en las situaciones más cuotidianas, guardo en mi cerebro momentos como si fuera un vídeo pero aún más real ya que abarca sensaciones y olores. Capturo con la vista la imagen, cierro los ojos muy fuerte para escuchar bien los sonidos de mi alrededor, lo que me rodea, y poder viajar allí cuándo quiera. Es mi mayor invento, mi máquina del tiempo.

Para quién sufra en silencioWhere stories live. Discover now