Capítulo 31. Nada está bien.

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Narrador desconocido. 31 de julio, 1981

Llevaba despierto toda la madrugada. No creía que los militares se hubieran dado cuenta de nada luego de lo bien estudiado que tenía las posiciones de cada quien, sin embargo, iba siempre viendo para atrás, asegurándose que nadie lo seguía. Se sentía paranoico.

Las calles de Orión estaban igual que las recordaba, excepto que menos gente transitaba por ellas. Se sentía un ambiente tenso, como si en cualquier momento iba a explotar una bomba.

Caminó escondiéndose en ciertas esquinas cuando veía militares. No es como que lo iban a reconocer en el estado que estaba, pero igual tenía que prevenir. No podía volver a ese hoyo de cárcel, simplemente no.

El Ajuar era uno de esos sitios de tortura de los que te cuentan historias que no crees que puedan ser ciertas, hasta que lo vives en carne propia. Llegó a la casa de la única persona que conocía ahí de confianza que podía ayudarlo y tocó la puerta, esperando que abriera.

La cabellera rubia llegó a su visión acompañada de un grito.

—¡Emily, llama a un hospital!

—¡Andy no! Nadie puede saber cómo, ni dónde estoy. Necesito que me dejes dormir aquí mientras me recupero —la vista empezaba a nublarse. El cansancio era demasiado.

—¿A dónde vas a ir?

—A Looney, a buscar a mi tío y prima —balbuceó, antes de caer.

Andy y Emily seguían shock viendo al primo de una de sus mejores amigas, moribundo, reposando en el sofá.

—¿Qué no se suponía que estaba...?

—¿Muerto? Sí... eso pensaba Alina —completó Em, atónita.

—Pero él esta...

—Aquí. Vivo. En tu sofá. Sí.

Andy tomó asiento mientras se sujetaba la cabeza. Tenía que avisarle a Lina que su primo estaba aquí, Dios eso le iba a dar felicidad entre tanto caos.

Tomó el teléfono y marcó el número del cuartel.

—¿Bueno? Quisiera hablar con Alina, por favor.

En la otra línea no había ni un ruido.

—¿Quién le habla?

—Soy su amiga Andy, llegué ahí hace unas semanas. Si ella está ocupada puede ponerme a Ría o Alicia.

Esperó un momento hasta que hablaron.

—¿Andy?

—¡Ría! ¿Cómo están? No había sabido de ustedes, espero les haya llegado mi carta. Oye, tengo una noticia que darle a Alina, ¿está por ahí?

Escuchó un suspiro y de inmediato supo que algo no andaba bien.

—¿Estás sentada, rubia? Porque esto te puede provocar unos cuantos mareos.

Andy escuchaba perpleja. No sabía si sentía más la tristeza, rabia o impotencia.

—¡¿Pero cómo rayos la dejaron ir?!

—¿Crees que no intentamos detenerla? Peor aún, ¿crees que nos hubiera hecho caso? Hablamos de uno de los seres más cabeza dura que existe —exclamó exasperada.

—No puede ser... —repetía lo mismo una y otra vez. Esa conducta autodestructiva demostraba lo mal que estaba y se culpaba por no haberlo detectado antes.

—Nadie la pudo haber detenido, y no es tu culpa no haberlo visto antes. Sé lo que estás pensando, yo también se lo dije.

Siguieron hablando un rato más donde Ría explicaba el plan detrás de la misión de Alina hasta que colgaron. La rubia explicó todo a Em rápidamente. Estaba furiosa que la rizada hubiera sido tan irresponsable, pero a la vez le daba tanta tristeza saber que ella estaba tan mal que accedía a hacer algo así.

Abismo culposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora