Capítulo 9

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Me desperté con cansancio, sentía como si mi cuerpo pesara toneladas. Mi espalda ardía como si tuviera miles de dagas hundiéndose sobre ella.

O como si una pantera hubiera clavado sus garras sobre mí... Los recuerdos del ataque y de cómo había caído en los brazos de la oscuridad me hicieron abrir los ojos sobresaltado. ¡YoonGi! Había dejado a mi Luna a merced de la bestia.

Como si hubiera sido invocado, el hombre apareció en mi campo de visión, lleno de heridas y agotado, pero vivo. Me sonrió mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y me habló. Mi corazón latió con fuerza al ver que estábamos en nuestro refugio, a salvo. Sintiendo la humedad caer por mis mejillas me incorporé de sopetón y abracé al hombre.

-YoonGi, YoonGi. -Repetía una y otra vez. La horrible sensación de que podía haberlo perdido sin poder hacer nada me estaba oprimiendo el pecho. Y daba igual que pudiera sentir sus brazos sujetarme con fuerza, que su pecho latiera con rapidez contra el mío o que su respiración cálida impactara contra mi piel. Nada conseguía aliviar el terror que se había instaurado en mi mente y corazón. Temiendo que fuera arrebatado de nuevo de mis brazos nos separé y le miré a los ojos.

Su color oscuro poseía un brillo salvaje que no tenía antes, me imploraban y me exigían. No quise contenerme más, no quería sentir el terror ni la impotencia, la frialdad y el desamparo que cubrían mi cuerpo cada vez que se alejaba de mí sin saber si sería la última. Con fuerza abracé su cuello y junté nuestros labios en un beso.

A diferencia de los primeros besos que le había dado, inocentes, éste era violento, ardiente y asfixiante. Demandaba todo de él y le ofrecía todo lo que tenía. La unión de ambos era indescriptible, las caricias húmedas y apresuradas que se completaron cuando YoonGi comenzó a devolver el beso con la misma fuerza y necesidad que yo. Nuestros cuerpos desnudos se juntaron, las pieles cálidas acariciando la del contrario, no queriendo seguir separadas un segundo más.

Cuando la falta de oxígeno se hizo presente abrí los labios jadeante, recibiendo no solo una nueva bocanada de aire, sino también la lengua de YoonGi, experta y hábil se metió en mi boca y comenzó a acariciar la mía con pasión y lujuria.

Sentía mi cuerpo comenzar a rendirse en las garras del placer, apoyando todo mi peso en el de YoonGi, haciendo que el mayor soltara un gruñido de dolor y cayera hacia atrás llevándome con él. El repentino golpe y el quejido de dolor que hizo despejó la neblina de necesidad que estaba empezando a invadirme. En su lugar mis alarmas se activaron y una sobreprotección que no sabía que tenía me dominó.

Sentado en su cadera, le sujeté las mejillas y comencé a inspeccionar su cuerpo. -¡¿Estás bien?! ¿Dónde te duele?

Por primera vez desde que abrí los ojos pude ver el desgastado cuerpo del mayor. En uno de sus brazos había un corte amplio que se veía demasiado enrojecido, en su pecho tenía unas marcas profundas de garras además de unos cortes más superficiales. En su labio se veía un corte inflamado. Por la postura de la espalda podía adivinar que tenía heridas también en ella. Hice un puchero y toqué la piel herida.

No se suponía que saldría herido. Me había creído invencible creyendo que podría mantenerlo a salvo a pesar de la advertencia de la guía espiritual. Era débil, y reconocerlo me hizo romper a llorar. Identificar las palabras suaves de YoonGi como unas de consuelo me hizo sentir mucho peor.

-Shh, Shh. -Arrullaba mi cabeza bajo la suya, su mano grande y áspera acariciando mi espalda en toques ascendentes y descendentes, haciendo que nos tumbáramos hasta que mi profundo llanto se calmó y mis párpados volvieron a pesar por el cansancio. Lo último que escuché antes de caer dormido fue el profundo latido de su corazón bajo mi oído. Vivo.

Seed of Madness 🍂 YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora