XII. La excusa perfecta

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23 de agosto

POV Pedri

La pretemporada estaba siendo dura. Jugar en el Barcelona era todo un sueño, pero todavía me costaba acostumbrarme a las cosas que conlleva ser un jugador de primera. Las entrevistas, ruedas de prensa, vídeos, sesión de fotos, los fans. Es increíble recibir tanto apoyo de desconocidos y eso te motiva a seguir adelante. No darle importancia a las críticas después de un mal partido o una mala acción. Nada fácil, pero había que seguir concentrado en lo importante. Estos dos últimos días han sido de locos.

Después de aquel día, no había vuelto a saber nada de la vecina. ¿Se arrepentiría de lo que pasó? Entiendo que su situación es difícil, pero creo que merecía la pena seguir intentándolo. ¿Qué podría hacer para demostrarle que seguía interesado?

Mientras tomaba el sol, recibí un mensaje al móvil. Se cancelan todos los eventos previstos para esta tarde. Perfecto. Entré a comer y se lo comenté a Fer.

-¿Qué piensas entonces hoy?

-Dormir la siesta y jugar al FIFA.

-Vale, yo tengo que ir a la ciudad a recoger unos pedidos. ¿Necesitas algo?

-Nada, tranqui. Tarde libre.

Cuando acabamos de comer, me tumbé en el sofá y escuché las noticias de deportes. Fer se arregló y se marchó. Después de estar un buen rato intentando dormir, se me ocurrió la excusa perfecta para ir a casa de los vecinos, pero antes voy a jugar un poco.

19:00 horas Casa de Valentina

Era la primera vez que me atrevía a venir yo mismo a su casa y estaba un poco tenso por si su padre sí que sabía quien soy, pero aceptaba el riesgo. Llamé al timbre y no abrió nadie. Me quedé esperando unos minutos hasta que por fin se abrió la puerta, vi a un hombre alto y moreno.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes, soy el vecino de al lado, me llamo Pedri.

Su padre me miró fijamente.

-Encantado, yo soy Juan, el padre de Valentina. ¿Estuviste con ella hace unos días?

Se hizo el silencio, vamos muchacho continua. Invéntate algo.

-Sí, fue amable conmigo. Sufro de insomnio y salgo a despejarme.

-Eres muy joven para tener esos problemas. Pasa.

Se hizo otra vez el silencio. Mierda. ¿Le contaría Valentina la verdad? No creo que fuese capaz.

Cuando entré por la puerta, supe que no había sido buena idea venir. Pasamos al comedor y me señaló que me sentase en uno de los sofás. Mierda.

-Venía a preguntaros si habéis tenido problemas con el Wi-fi estos días.

-Que yo sepa no. Tampoco he estado mucho en casa, pero mi mujer y mi hija no me han comentado nada.

Otra vez se ha hizo el silencio.

-Bien, será un problema mío entonces. He comenzado un curso de italiano, pero con la conexión inestable no puedo seguirlo bien.

-Vaya, me alegro que te intereses por el italiano. Imagino que Valentina te habrá contado.

Sonreí tímidamente. Agaché la cabeza, si supiera lo que me he imaginado con su hija...

-Sí. Me contó que os habéis trasladado de Milán.

-Así es, mi mujer necesitaba venir aquí por cuestiones de trabajo y bueno, yo nací en España y viví aquí durante años. Entre tú y yo, como España no hay nada.

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora