Paola y Victoria ya habían llegado al hotel donde pasarían su estadía definitiva. La mayor sacaba fotos cuál señora en iglesia y la menor solo podía admirar el lugar con la boca abierta.
Eran las 3 P.M y las argentinas se encontraban en sus habitaciones, aburridas. La autora respondía un par de mansajes de su familia a la vez que ojeaba Instagram, al día siguiente serían las prácticas y no sabía que más hacer para matar el tiempo.
Decidió abrir su libreta nuevamente, para anotar más ideas. Logró recolectar un par de reglas sobre las carreras que había leído en internet y algunos objetivos que tendría planteados para la historia. Al final su lluvia de ideas no resultó tan desastrosa como la anterior.
Luego de su trabajo, tomó una ducha para luego recostarse en su cama dispuesta a ver alguna película que la distrajera del paso lento del tiempo.
Mientras tanto, la editora no tenía planeado quedarse encerrada ni un solo día de su estadía, por lo que salió a recorrer los alrededores del hotel y de paso conocer las afueras del circuito.
Gracias a la reservación hiper temprana que había hecho el padre de su colega, tenían el privilegio de hospedarse en un hotel cercano por minutos en auto a la pista, y que además se encontraba rodeado de cientos de establecimientos recreativos bastante glamurosos.
Paola se estaba extasiada, todo le parecía lo suficientemente importante como para sacarle una foto y cada aspecto de las cosas era hermoso. Pero sin embargo sentía en su interior un vacío difícil de explicar.Luego de haber caminado por veinte minutos por una rambla costeada de negocios, decidió buscar un café tranquilo donde descansar y así después emprender su travesía inicial, Silverstone. Pero su tarea no se veía muy sencilla de cumplir, ya que la mayoría de lugares estaban abarrotados de gente, demasiada para su gusto.
Dada esa situación, salió de la villa de negocios, al parecer ese día la vida quería que se quedara sola con sus pensamientos. Siguió recorriendo por diez minutos más, hasta que harta de dar vueltas como trompo, tomó su celular para buscar por Google Maps un lugar con poca concurrencia. El aparato le indicaba un lugar a cinco calles, que según las opiniones y pronósticos de otros clientes, contaba con un buen servicio y privacidad. La editora sonrió satisfecha y comenzó su ruta.
Luego de unos minutos, ya se encontraba en una pintoresca cafetería, y como decía su aplicación guía, no tenía muchos comensales. Entró y una amable mesera la atendió, se sintió un poco incómoda al pedir un lugar para una sola persona, pero finalmente fue dirigida a una barra a mitad del salón. Desde ahí podía observar como algunas de las mesas albergaban a grupos de amigos, que hablaban y reían vaya a saber ella de qué.
Le entregaron una carta, donde pidió un té de rosas con unos brownies. Mientras esperaba su pedido, sacó unas fotos al lugar donde estaban los postres, se veían muy aesthetic, ¿o era aestético? No recordaba muy bien la palabra que le había escuchado decir a Victoria.
Su orden llegó y comenzó a degustar tranquilamente su infusión, el calor de esa bebida reconfortaba un poco la soledad del momento.
Y es que Paola en ese momento sentía eso, soledad. Nunca había sido una chica muy sociable, y a lo largo de su vida, su enfoque fue siempre guiado hacia el campo laboral. La presión, la duda, la angustia, eran estados anímicos que conocía muy bien, y fue gracias a los mismos que no estuvo interesada en tener contacto con otras personas más allá de lo profesional.
"—La vida no se trata solamente de tu novela, Paola—" le decía su madre, preocupada porque su hija no tenía amigos o pareja.
Su mayor sueño era ser autora publicada y ella luchaba muy duro por eso en sus años de juventud, pero al final ese terminó siendo el detonante de su prisión emocional. La satisfacción de ver como su obra salía a la luz no llegaba y su ser solo se apagaba trabajando en una empresa que le había estafado su derecho a decir que su historia era de su autoría.
"—Mientras vos ganes tu plata y puedas vivir, no necesitas tener nada publicado—" era el consejo que predominaba cuando la en aquél entonces joven Paola hablaba de lo sucedido con el robo y el soborno que le ofrecían por su silencio.
Si le dieran la oportunidad de volver a ese momento, a ese día, donde tenía el contrato en frente listo para que ser firmado, ella había renunciado y salido de ese manicomio llamado Shipwell y habría iniciado un juicio, así por lo menos habría podido gritar a los cuatro vientos que Corazón estelar era suya.Tomó otro sorbo de su café intentando concentrarse lo mayor posible en el sabor a rosas, posteriormente, probó el brownie, el cual estaba muy bien hecho y fue capaz de sacarle una sonrisa a la ejecutiva.
Volvió a ojear algunas mesas, habían llegado unos nuevos clientes que estaban muy animados.
Paola trató de no darles mucha importancia, pero uno de los integrantes de ese grupo le había llamado mucho la atención. Un chico, de cabello rubio oscuro y ojos avellana, conversaba y reía con el que al parecer era su amigo.
"—Está buenísimo—" pensó y luego se reprendió la editora, no podía hacer eso.Se quedó embobada unos minutos, hasta que el acompañante de su blanco se percató de la situación, dándole un codazo a su amigo y señalándole con la cabeza a la chica que lo estaba mirando sin parar. La mayor aún no se había dado cuenta de eso, por lo que su objetivo llegó a voltearse para mirarla, regalándole una sonrisa.
La editora no sabía dónde meterse, por lo que atinó solo a agachar la mirada y esperar que el chico no pensara que era una acosadora. Sus mejillas estaban rojas, la vergüenza la invadía y lo peor es que según su criterio era muy indecente mirar a alguien sin disimulo.
"—Pero Paola, acá nadie te conoce ni te va a recordar—" se intentaba consolar así misma.
No pudo con tanto, así que con mucha pena pidió la cuenta dispuesta a salir de ese lugar. Esperaba a la mesera, cuando sintió unos ojos sobre ella de nuevo. Cautelosa, se giró al lugar del que provenía la mirada, pero volvió a voltearse con brusquedad cuando vió de quién se trataba. Era ese chico de nuevo. Aunque la mayor no había llegado a apreciar que tenía una sonrisa amigable en su rostro.
Al parecer Silverstone quedaría postergado para el día siguiente.--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola, como están? Por primera vez tenemos un capítulo casi entero de Paola, al parecer su profesionalismo desaparece cuando Victoria no está cerca.
En fin, no se olviden de votar y comentar! Los quiero mucho!
Con amor, Vicky 💕
ESTÁS LEYENDO
It's raining outside | Lando Norris
RomanceVictoria necesita convencer a su editora de que escribir sobre la fórmula 1 es una buena idea. Y puede que en el camino conozca a alguien que la ayude en su tarea. ************ Victoria Herrera se acaba de consagrar como a...