チャレンジ
Entré en la habitación y cerré la puerta detrás mío. Me quité la chaqueta y la colgué en el perchero, dejándola tal como estaba antes de salir. Dirigí mi mirada al salón donde encontré la figura de L sentado mientras miraba a su fiel ordenador. Este se giró a verme al oír la puerta cerrarse, observándome entre sorprendido y agradecido. Me acerqué a él sonriendo levemente y me situé a su lado.
—¿Me echaste de menos? —pregunté burlonamente.
—¿Qué tal fue tu cita con Light? —refutó evadiendo mi pregunta.
Me acomodé a su lado en el sofá y crucé mis piernas. Estaba agotada.
—Respecto a lo que te interesa, no hubo un gran avance. Mantuvimos una conversación sobre el caso y sobre nuestra rutina. Tampoco esperaba nada diferente teniendo en cuenta que solo somos dos amigos charlando.
—Sabes que no sólo estás haciendo esto por información, ¿cierto? —comentó— No me interesa únicamente lo que te diga o no, sino que también me interesa lo que haga —explicó seriamente. A veces me asustaba lo frío que podía llegar a sonar.
Me quedé pensando durante unos segundos. ¿Qué había hecho exactamente en esa cita? Estaba claro que habíamos compartido ideas pero...
Repentinamente lo recordé.
—Pues, si también te concierne su comportamiento, digamos que tuvimos algunos momentos en los que nos... Acercamos —manifesté. L volteó su cabeza bruscamente para verme— Claramente no fue nada destacable, pero está claro que está intentando que me confíe, ya bien sea para obtener información o para lo que sea. Y, por mucho que me duela admitirlo, me estoy dejando manipular, al menos hasta cierto punto.
—¿Tomó él la iniciativa de acercarse? —interrogó.
—Digamos que sí... Hubo un momento en el que me acarició la mano y me dijo que no había un porqué para ocultar nada. Se sintió muy... Tranquilo. Noté una conexión pacífica entre nosotros, como si nos conociéramos de toda la vida. En ese momento, me hubiese creído cualquier cosa que me hubiera dicho.
Decirlo en voz alta suena ridículo. L no parecía asombrado. De hecho, se encontraba serio absorto en sus pensamientos. Diría que parecía incluso afligido. Jugueteaba con sus pies mientras reflexionaba.
—Por el momento seguiremos con el plan. Continuarás saliendo con él y yendo a citas para conoceros mejor, y dejarás que te manipule.
Hice una mueca de disgusto. A pesar de que es lo mejor que puedo hacer, no me gusta ni un poco.
—¿Hablasteis de cuando será la próxima vez que os encontréis? —preguntó.
—Quedamos en que mañana le iré a buscar a la misma hora que hoy. También estaremos en la misma cafetería.
—Perfecto. Todo va según lo planeado —manifestó.
Me gustaría ser tan segura como él. O al menos parecerlo.
—Eres consciente de que este plan sigue sin convencerme, ¿verdad? —comenté.
—Claro que sí. Te conozco lo suficiente como para saberlo, D-san —rebatió— Igualmente, ya verás que tu esfuerzo no será en vano —explicó mirándome— Tiraremos de la cuerda lo que haga falta hasta conseguir algo. Además, yo también intervendré, así que no estás sola.
Le observé con cierta curiosidad.
—¿Cómo vas a participar?
—He pensado en otras formas de aprovechar vuestra situación. Además, también me ayudará en mi investigación personal.
Le dediqué una mirada aún más intrigada.
—No sabía que estabas investigando por tu cuenta —declaré.
—Cosas de detectives —refutó decididamente.
Apoyé mi brazo encima del respaldo. En consecuencia, mi torso quedó en dirección a L. Éste me analizó de arriba a abajo.
—No tendrás curiosidad ahora, ¿no? —inquirió. Se movió encima del sofá a dos patas para quedar delante mío, es decir, de la misma forma que yo estaba.
—Si es personal imagino que no me dirás nada, ¿me equivoco? —rebatí con voz retadora. Sonreí orgullosamente.
Estaba provocándome, se notaba a kilómetros. No sé si era el tono que había usado, la forma en la que me miraba o la pregunta en sí, pero había algo que me daba a entender que me estaba desafiando.
—En absoluto —contestó. Adelantó su cuerpo, acortando la distancia que quedaba entre nosotros.
Esa situación me resultaba muy familiar, demasiado familiar. Era otra vez esa competencia no hablada que tanto me tensaba.
Pero esta vez no me iba a dejar ganar.
Tenía todo el tiempo del mundo.
Le sostuve la mirada sin deshacerme de mi orgullo. Mi sonrisa ladina permanecía en mi rostro, sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo, o al menos sus intenciones. Está comprobando cuánta tensión puedo aguantar y así asegurarse de que el plan de salir con Light es seguro. Pero no tenía ni idea de como funciona. Él no es Light.
Sin desviar su mirada se llevó un pulgar a la boca en ese gesto tan suyo. Tenía la misma expresión inquietante de siempre, aquella que analizaba hasta el más mínimo de tus movimientos, aquella que incluso parecía ingenua e inocente.
Aquella que, a pesar de lo mucho que me esforzaba para evitarlo, me exaltaba tanto. Mi corazón iba a mil por hora y, aunque intentaba ralentizarlo, por alguna razón no podía conseguirlo. Y ni siquiera sabía por qué.
—¿Esto también forma parte de tu investigación personal? —pregunté intentando ocultar mis nervios.
—Puede ser —respondió de forma calmada.
Bingo. Sabía que lo estaba haciendo a propósito.
—Entonces lo haces queriendo, ¿verdad? —cuestioné.
—Es posible —rebatió— Puede que sí, puede que no, quién sabe.
—Y, en caso de que así fuera, no me dirías el porqué.
—Efectivamente.
Suspiré. No sé si gané o no, pero estaba agotada.
Miré mi teléfono. Apenas eran las siete de la tarde. Me recosté sobre el respaldo del sofá. L se levantó y se dirigió a la ventana tan grande del apartamento. Se llevó una mano a la nuca y empezó a frotar esta, no sé si por incomodidad o porque simplemente era una manía suya.
—Independientemente de mi investigación personal —dijo. Dudó durante un momento e hizo una pequeña pausa antes de continuar— Si fuese algo peligroso te lo diría, eso lo sabes ¿no?
L se giró a verme. Asentí.
—Sé que lo vas a hacer bien, D-san. Después de todo, si acudí a ti es por algo.
Volvió a dudar. Parecía que estaba pensando bien lo que iba a decir. Le observé atentamente a la espera de su comentario.
—Me gusta trabajar contigo, D-san. No te oculto cosas por capricho, simplemente actúo de la forma que es más adecuada. Me desilusionaría que no lo entienderas.
Sentí una cálida sensación en el pecho. Por primera vez le estaba escuchando decir algo que realmente pensaba. No parecía que estuviese mintiendo.
—No te desilusiones, lo entiendo —comenté— Simplemente me cuesta asimilarlo, pero haré lo que haga falta para desenmascarar a Kira.
L estaba sorprendido, pero parecía aliviado.
—Únicamente te advierto de una cosa —añadí— Si hay algo que me parece mal, no creas que me voy a callar. Te recuerdo que no soy un peón.
Creí ver un atisbo de sonrisa en la cara de L, aunque diría que estaba alucinando.
—Me lo imaginaba —refutó— En cuanto te quejes, te aseguro que te convenceré.
Solté una pequeña risita. La situación en sí era extraña, pero me agradaba.
Me levanté del sofá y le acompañé en la ventana. Observé con atención y asombro las vistas que se apreciaban desde la habitación.
—No te imaginas que ganas tengo de arrestar a Kira —declaré.