Capítulo 8

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Enero 2010



Recién salido de la ducha, BaekHyun se tapó bajo las mantas, buscando el calor de Yeol. Se subió encima y apoyó la mejilla contra su hombro. — Estoy preocupado por lo de mañana, — admitió.

Yeol frotó su espalda por unos minutos antes de colocar las manos en su trasero. — ¿Quieres que vaya allí por ti?

Gracias, pero MyungSoo odiaría si lo vieras de la forma en que está ahora. — MyungSoo se encontraba actualmente en su segunda ronda de quimioterapia y él había accedido a llevarlo el último día de su ciclo de tres días.

A MyungSoo le había costado casi dos semanas informar a su familia sobre su enfermedad. La reacción de los Kim había sido inmediata y previsible, cada uno prometiendo dejar todo y hacer todo lo posible para ayudar a su hermano. Al final de la conversación, habían decidido que MinHae y BaekHyun se turnarían para cuidarlo mientras que SunHee estaba en el trabajo. Aunque ella inicialmente se opuso a dejar a su marido solo durante horas, finalmente aceptó el acuerdo, dándose cuenta de que sus ingresos como higienista dental se convertirían en un imperativo.

Sólo estoy trabajando veinte horas a la semana en el taller, me parece ridículo volver a casa y no hacer nada cuando podría ayudar, — se quejó Yeol.

Sabía que Yeol quería ayudar, pero él y MyungSoo no se llevaban bien desde hacía tiempo, y últimamente habían estado un poco distantes entre sí por MyungSoo. Lo único que necesitaba era a alguien que mantuviera la calzada y las aceras limpias, tanto en su casa como en la de MyungSoo. Por desgracia, el doctor de Yeol le había prohibido que hiciera ningún sobre esfuerzo con la nieve, y en su área, recibieron una tonelada de la misma. — Podrías hacer algunas compras cuando salgas del trabajo. Quiero hacer carne a la parrilla para MyungSoo y SunHee, siempre ha sido uno de sus favoritos.

Hazme una lista, y la traeré cuando salga.

Cuando Yeol comenzó a frotar las palmas de las manos contra sus nalgas, BaekHyun no pudo evitar gemir. Se extendió, moviendo sus piernas a cada lado de las caderas de Yeol, abriéndose a su exploración. — ¿Sabes qué es lo mejor acerca de que trabajes en el taller?

Yeol pasó un dedo por su entrada. — ¿El qué, bebé?

Nunca me di cuenta de lo mucho que echaba de menos los callos de tus manos. — Alargó la mano hacia el cajón de la mesilla. Puso el gran consolador violeta a un lado y sacó la botella de lubricante.

Desde su discusión en Chuseok, habían trabajado duro para mantener una vida sexual saludable. Habían intentado algunas cosas nuevas, pero su suplente favorito para el miembro de Yeol eran todavía esos grandes y encallecidos dedos. Le entregó la botella a Yeol antes de besarse intensamente. El sexo oral se había convertido definitivamente en algo en lo que ambos basaban la satisfacción de sus deseos.

Después de cebar la excitación de Yeol con su beso, se bajó lo suficiente como para darse la vuelta. En la habitual posición del sesenta y nueve, tomó el flácido miembro en la boca. A pesar de que no ocurría siempre, Yeol todavía tenía la capacidad de eyacular con la estimulación adecuada.

Mientras chupaba el miembro de Yeol, este pasó varios minutos lamiendole los testículos antes de lamer el camino hacia su fruncida abertura. — Oh, sí, justo ahí, — dijo, con el miembro en su boca.

Yeol utilizó la lengua para masajear los músculos que rodeaban la entrada de BaekHyun, mientras envolvía su mano alrededor de su excitado miembro. — Métemelo, — rogó.

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