Capítulo 5

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Hoy se iba Lila de Madrid y aunque me daba mucha pena, tenía que volver con Marc. Tenía que volver a Valencia, al mundo de las financias.

- Buenos días. -Dije al verla llegar a la cocina.

- Buenos días. -Dijo medio dormida.

- ¿Estás bien?

- Tengo sueño, mi jefe me llamó a las siete y media de la mañana.

- Buena hora. -Dije riendo.

- No tiene gracia. -Dijo rodando los ojos. - Me dijo que podía quedarme hoy aquí y volver mañana si quería.

- ¿Te quedas otro día más?

- Sí.

- ¡Que bien! -Dije abrazándola.

El timbre rompió nuestro momento cariñoso y de felicidad. Dejé a Lila en la cocina y fui a abrir la puerta.

- Buenos días, ¿eres Lía Díaz? -Me preguntó un chico de mediana edad nada más abrir la puerta.

- Sí, soy yo.

- Esta carta es para usted. -Dijo entregándome una carta. - Que tenga buen día.

- Gracias, he igualmente.

Cerré la puerta y miré el sobre. La dirección se me hacia familiar. No tardé mucho en darme cuenta de que era de Ana. Me había respondido.

- ¿Quién era hermanita? -Me preguntó Lila.

- Era un repartidor. Me ha entregado esta carta. Sino te importa me gustaría leerla.

- Claro, ni te preocupes.

Fui con la carta al sofá y me senté. Estaba muy nerviosa por abrir la carta, no sabía que podía encontrarme. Cuando aparté todos mis pensamientos de mi mente, la abrí.

" Querida Lía, recibí su carta y me sorprendió gratamente, no solo porque no nos conozcamos sino porque encontraste mis cartas.

Hacía años que pensaba que había perdido esas cartas y me volví loca buscándolas, por fin esa búsqueda a acabado. Me encantaría recuperarlas, y por ello, está invitada al hotel de mi familia el tiempo que necesite.

Me va a entregar algo que llevaba años buscando y no es para menos, invitarla sin ninguna clase se compromiso. El hotel está cerca de esta dirección, es el único de la zona. Espero que pueda venir pronto y que su trabajo se lo permita.

La dejo aquí mi número de teléfono para ponernos en contacto.

Atentamente, Ana Rivero. "

Releí la carta tres o cuatro veces asimilando las palabras. Aún estaba incrédula de que Ana me respondiera.

- ¿Qué pasó? -Preguntó Lila.

- Es de Ana. -Respondí obvia.

- ¿Ana?

- Te cuento la historia mejor. -Dije. - Para ello necesitas ganas de leer y mucho romanticismo.

- Hecho. -Dijo mientras iba a por las cinco cartas que desencadenaron todo.

- Estas cartas las encontramos en el interior de una pared al tirarla en la última reforma. -Empecé a contar. - Ahora leelas en este orden.

Lila las cogió y empezó a leerlas. Aproveché para hacer la comida ya que eran las dos de la tarde. Hoy tocaba paella para comer, es algo sencillo y fácil de hacer.

- ¿No hay más cartas? -Preguntó Lila entrando a la cocina.

- No. -Respondí. - No sé como acabó la historia ni nada.

Las cartas del pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora