Los días pasaron, el partido se acercaba y Emi había casi había perdido toda esperanza de que Axel se uniera al equipo. Desde la conversación en el puente el chico había procurado no toparse con ella en ninguna parte, y Emi no se había molestado en buscarlo. Le había dicho lo que tenía que decir, ahora él se encontraría confuso, molesto quizás, así que no debía presionarlo más.
En ambiente en el equipo era emocionante, todos se encontraban dando todo de si para mejorar. Kevin se había tomado muy enserio lo de buscar una super técnica como la del delantero de fuego, Mark y Emi le habían estado apoyando y dando consejos durante todo ese tiempo, y la técnica estaba casi lista.
Ver ese balón surcar el aire con fuerza, escuchar el rugido de dragón... Esa fue la prueba de que todo esfuerzo tiene su recompensa. Al principio ninguno hizo ningún movimiento, el campo entero quedó en silencio, y entonces comenzaron a celebrar. El delantero del Raimon había conseguido su propia super técnica.
Entre todo ese caos, sólo Mark se dio cuenta de la presencia de alguien nuevo en el campo.
—Pero si es Axel—se sorprendió.
Todos se dieron la vuelta sorprendidos, incluida Emi, que se encontraba a un lado del campo. Axel dio una rápida mirada a la chica, para luego dirigir la vista al capitán.
—Mark, esto...—hizo una pausa avergonzado, pero elevó la mirada decidido— ¿Puedo jugar?
—¡Por supuesto que si!
La afirmación de Mark hizo que Emi soltara el aire que no sabía que estaba conteniendo. Los gritos de júbilo por parte de los demás tampoco se hicieron esperar. Ahora sí tenían esperanzas de ganar.
***
—Bueno chicos, con esto Axel ya es un miembro más de nuestro club, espero que nos llevemos bien—sentenció el capitán, pasándole el papel a Emi.
—Me llamo Axel Blaze—se presentó.
—Gracias por decir lo obvio—murmuró Emi posando una mano en su boca para ocultar su risa.
Como la chica se encontraba junto al delantero, tuvo que esquivar la fulminante mirada que este le enviaba. Algunos jugadores de primero hablaron sobre lo esperanzador que era tener a Axel en el equipo. Emi sabía que él tenía esa aura que transmitía confianza a los demás, algo muy positivo para el equipo.
—Esperad un momento—les detuvo Kevin—. ¿Pero para qué lo necesitamos? El equipo ya cuenta con mi super tiro, no nos hace falta.
Emi suspiró cansada. Sabía que eso iba a pasar. Kevin había sido el delantero del Raimon desde que entró en la escuela, y que ahora los chicos le tuvieran más confianza a alguien nuevo como Axel no le sentaba bien.
—¿Se puede saber qué os pasa?—interfirió Mark—. Como si el Raimon no pudiera tener dos delanteros. Así conseguiremos que nuestro equipo sea más fuerte.
Kevin se acercó peligrosamente a Axel con intención de parecer amenazante—. Con un solo delantero nos basta y nos sobra.
—Kevin...—intentó frenarle Emi.
—La verdad, yo no me preocupo por esas tonterías—contestó Axel.
La chica suspiró rendida al ver cómo Kevin cogía al chico del cuello. Son unos niños chicos, pensó.
La puerta se abrió dejando ver a las dos gerentes restantes. La de la silla de ruedas miró a su hermanastra, y ella asintió a su pregunta no formulada, elevando un CD en su mano.
—Es un vídeo de un partido del Occult—explicó Celia.
—¿De dónde lo has sacado?—preguntó Nathan.
—Lo he conseguido gracias a mis contactos en el club de periodismo—rio la de gafas—. Ya os dije que conmigo en el club podríamos tener acceso a esto.
El vídeo mostró como los oponentes del Occult se habían quedado paralizados mientras un rival pasaba entre ellos con el balón.
—Entonces los rumores eran ciertos...—murmuró.
Con esta nueva información y sin nada más que hacer, Mark decidió que lo mejor sería seguir entrenando.
—Axel—Emi llamó al nuevo integrante. El chico se acercó confuso—. Escucha, se que Kevin puede parecer algo rudo, pero ahora eres parte del equipo. Él es alguien que vale la pena, debes ganarte su confianza. Una vez que lo hagas no te arrepentirás, es un chico muy leal.
—Lo intentaré.
Dicho esto se fue. La atmosfera entre ellos dos era incómoda, cualquiera podría notarlo. Ambos se miraban de vez en cuando, siempre que el otro no se diera cuenta, y cuando coincidían desviaban la mirada. Evitaban hablar entre ellos, y cuando lo hacían se notaba forzado. Esa situación no sólo los incomodaba a ellos, sino a cualquiera que se encontrara a su alrededor.
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