Capítulo 16

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—Estás en la mierda.

—Tú siempre tan amable.

Frank se encontraba sentado en el borde de la fuente del parque que estaba justo frente a la casa de Gerard. Había ido con la esperanza de poder verlo, pero cuando tocó la puerta y su amigo le abrió lo echó sin ningún tipo de sutileza, alegando que saldría y no tenía tiempo para estupideces.

Frank trató de objetar algo pero el pelinegro se marchó rápidamente, dejándolo con las palabras en la boca. Frustrado, el castaño decidió sentarse en el parque que estaba frente a la casa, por el cual casualmente pasaba Ray en ese momento. El del afro se quedó haciéndole compañía a su pequeño amigo. Sabía que lo necesitaba.

Desde donde estaban podían ver el parque de juegos, donde decenas de niños inquietos y traviesos jugaban entre ellos en los distintos juegos. Las madres de amontonaban en los bancos de madera, charlando entre ellas y vigilando a sus hijos desde la distancia. Un ambiente tranquilo para ambos amigos.

Ray y Frank se habían acercado durante las últimas semanas. Trataban de idear planes para ayudar a Gerard, pero todos y cada uno de ellos fracasaban por la indisposición y mal humor del pelinegro, quien cada vez se alejaba más de todos.

El castaño se encontraba cada vez más demacrado. El insomnio le estaba jodiendo la vida y no parecía querer hacer algo para arreglarlo. Estaba demasiado preocupado por Gerard, pero no solo eso.

Estaba triste, más de lo que jamás admitiría.

El pelinegro lo estaba sacando a patadas de su vida sin delicadeza alguna. Era agresivo cuando el castaño trataba de hablarle, lo miraba con un desprecio que jamás había visto en el rostro de otra persona, y Frank no entendía por qué.

No había hecho nada para ganarse ese extraño odio que parecía tenerle de repente el pelinegro, solo quería ayudarlo.

Pero Gerard no quería eso. No quería nada de nadie, menos de él.

Y Frank se estaba consumiendo.

—En serio, amigo. Creo que deberías tratar de descansar un poco. Lo necesitas —Frank soltó un bufido, dándole otra calada a su cigarrillo.

—¿Crees que no duermo porque no quiero?—preguntó, mirnado a su amigo con los ojos entrecerrados por el cansancio. Las ojeras viéndose violáceas bajo sus avellanados ojos.— No puedo. Me acuesto y estoy toda la maldita noche dando vueltas en la cama— confesó con un suspiro. Ray abrió la boca para decir algo pero él lo interrumpió.—Sí, ya probé las historias para dormir y la música relajante. Conté ovejas, vacas, la jodida granja entera. Traté de dejar la mente en blanco. No bebo café, no uso el móvil o nada electrónico antes de acostarme. Me acuesto a la misma hora todos los días y me levanto a la misma, pero nada funciona. Mamá me dio unas pastilla esta mañana cuando me vio con cara de zombie— rebuscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó un pote pequeño con una etiqueta que ponía Estazolam. El castaño giro el frasco entre sus dedos y lo miró. —No quiero empastillarme, ¿sabes? Dicen que estas cosas te hacen adicto después. No lo se, no quiero arriesgarme. Por eso creo que mejor espero a que el insomnio se vaya solo—finalizo, dándole otra calada a su cigarrillo.

—Tienes razón. También he oido que esas cosas te hacen dependiente. Haces bien en no tomarlas. Aunque... Si te pueden ayudar tal vez no sea tan mala idea— dijo el mayor con suavidad. El castaño giró su cabeza y lo miró con una ceja alzada.&¿Te has mirado en un espejo? Frank, estás mal. Escucha —se acomodó de costado para poder mirar mejor a su amigo. —Necesitas descansar. Entiendo que estés preocupado y triste por Gerard pero no puedes dejar que esto te destruya. Todo se va a solucionar, amigo, pero tienes que poner de tu parte tú también —apoyó su mano en el hombro derecho del castaño mientras le regalaba una sonrisa alentadora.

We lit the fire and it's burning bright ~ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora