CAPÍTULO 17

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Harry y Ginny se miraron en silencio durante varios segundos, mientras Ginny sujetaba a Corvus por mera precaución. El enfado del niño era patente, aunque no parecía que fuera a salir corriendo de nuevo. Estaba más calmado, pero aún molesto y tratar de solucionar eso hubiera sido la prioridad del joven matrimonio de no ser porque ellos tenían sus propios motivos para sentirse frustrados e irritados.

- No puedes separarte de nosotros y menos en un lugar que no conoces – le reprendió Ginny, al ver que el niño no decía nada. - ¡Podía haberte pasado algo! ¡Podías haberte perdido! ¡Podía haberte secuestrado un muggle o, peor aún, un mago!

- Ginny... - le advirtió Harry, porque estaba en un lugar público y no podían hablar y menos gritar sobre ciertos temas. Sin embargo, su esposa lo interpretó como un intento de apaciguarla.

- ¡No! ¡Tiene que escucharlo! ¡Se supone que vino con nosotros para estar seguro, es nuestro trabajo protegerle! Pero no podemos hacer eso si se escapa por cualquier berrinche.

- Yo ya le regañé... - murmuró Harry, ahora sí con toda la intención de interceder por el crío porque Ginny acababa de sonar justo como su madre en tiempos pasados (y no tan pasados).

Ella le devolvió una mirada que venía a decir "creo que se ganó algo más que un regaño".

- Vámonos a casa – fue todo lo que dijo y tiró del niño, pese a todo con suavidad, para que le siguiera.

Eso provocó una reacción en Corvus, que había estado callado hasta el momento:

- ¡No! – gimoteó.

- Pulga, no podemos ir a la tienda ahora, ¿vale? – dijo Harry, agachándose junto a él. – Vamos a casa.

Los ojos del niño se aguaron y empezó a llorar flojito.

- Snif... Dijisteis que comeríamos fuera... snif... Yo sabía... snif... que no podía creerme... snif... vuestras promesas...

Harry y Ginny volvieron a mirarse, impactados por aquel argumento incontestable. Suspirando, Harry pasó los dedos por debajo de los párpados del niño, para limpiarle las lágrimas que comenzaron a caer.

- Claro que puedes creerte nuestras promesas. Nosotros nunca te vamos a mentir, Pulga, al menos no conscientemente. Es verdad que habíamos dicho que comeríamos en un restaurante, solo se nos olvidó, porque nos asustamos mucho cuando no podíamos encontrarte – le explicó. – También puedes creernos cuando te decimos que iremos a la tienda de bromas, pero cuando sea seguro. Tu seguridad es lo más importante, Corvus.

- Snif...

Harry le atrajo hacia sí mismo para darle un abrazo.

- Puedes confiar en nosotros. Pero tú también me tienes que prometer algo, ¿bueno? Prométeme que nunca más saldrás corriendo así.

- Lo prometo – respondió el niño, con la voz todavía un poco tomada, lo que le hizo sonar más infantil.

Harry sonrió y le revolvió el pelo y casi pudo sentir la mirada penetrante de Ginny. No supo si ella estaba de acuerdo con su manera de resolver las cosas, pero ya no había marcha atrás.

- Ahora vamos a elegir un buen restaurante para comer. ¿Qué te apetece? ¿Hamburguesa? ¿Pizza?

- ¿Qué es pizza? – preguntó el niño y el corazón de Harry se encogió un poquito al comprobar, una vez más, las muchas cosas de las que Corvus se había visto privadas. Él tampoco había tenido ocasión de tener comidas extraordinarias siendo niño, de hecho, apenas le dejaban comer lo suficiente como para subsistir, malamente, pero al menos sí sabía lo que era una pizza, porque veía a sus tíos comerla. Incluso Ron y Ginny, criados en una familia enteramente mágica, habían tenido ocasión de probar aquel manjar de muggles. Ron incluso tenía la teoría de que debía tratarse del invento de un mago, porque le costaba creer que a una persona pudiera ocurrírsele algo tan delicioso sin ningún tipo de ayuda extra.

- Decidido entonces: iremos a una pizzería. Te encantará, ya verás. Será amor a primera vista. Incluso las hacen con piña – comentó, sabiendo que eso llamaría la atención del niño, aunque a él particularmente nunca había entendido esa combinación.

Definitivamente, Corvus quedó interesado y su rostro se iluminó con entusiasmo, olvidando su tristeza anterior. Tomó la mano de Harry y se dejó guiar.

- Así que tú vas a ser el consentidor, y yo la mala – le susurró Ginny a su esposo, en el oído.

Harry puso una mueca.

- Qué puedo decir. Te queda mejor el papel, cariño – bromeó.

- ¡Harry James Potter!

- El papel de más hermosa, quería decir.

Notó un suave pellizco en el brazo y sonrió. Los tres juntos buscaron una pizzería y terminaron encontrando una sucursal de una de las cadenas favoritas de Harry. Pidieron una mesa para tres y les trajeron la carta.

Corvus parecía abrumado con todo lo que veía y, aunque no podía leer la carta, contempló los dibujos con fascinación.

Pidieron dos pizzas familiares, con cada mitad con unos ingredientes diferentes. Así, Corvus pudo probar la Carbonara, la Barbacoa, la Cuatro Quesos... y, por supuesto, la pizza con piña. Sonreía prácticamente con cada bocado y decidió grabar aquel momento bien a fuego en su memoria, por si acaso aquel sueño se terminaba y tenía que volver a vivir entre cuatro paredes sucias y oscuras. Si eso sucedía, repetiría aquel recuerdo una y otra vez en su cabeza. Ahora tenía gente que le buscaba si se perdía y que le llevaba a comer cosas ricas y que le arropaba por las noches y le cogía de la mano, y le llamaba "pulga" y le compraba ropa... y le daba abrazos... Se recostó sobre el hombro de Ginny en cuanto acabó de comer, más lleno de lo que recordaba haber estado nunca en su vida, y la pelirroja le acarició el pelo en lugar de quitárselo de encima. Sí. Iba a guardar aquel momento para siempre. 

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⏰ Última actualización: Aug 12, 2021 ⏰

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Harry Potter y el hijo de Voldemort [FANFIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora