3. Adiós, Derek Hale.

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Cuando por fin estuve en casa las lágrimas salían sin parar, sus palabras me habían calado en lo profundo de mi corazón y es que el grave error que cometí fue idealizarlo, él no era un príncipe azul, solo era un lobo amargado.

Lo único que pasaba por mi cabeza era marcharme, alejarme de ellos y no volver a saber nunca más. Ellos eran crueles, no eran mis amigos y solo me utilizaban.

Quisiera decir que hice una gran cantidad de maletas pero la verdad es que solo tome lo necesario para marcharme, tenía que irme lo más pronto posible. Mi teléfono vibró, era un mensaje de Scott.

"Junta en el departamento de Derek."

¿Tan fácil se podía tomar todo lo que me habían hecho? Simplemente dar vuelta a la hoja y hacer como si nada hubiera pasado. Papá tocó la puerta de la habitación y yo por mi parte limpie las últimas lágrimas que estaba dispuesta a derramar por ellos.

-¿Estás listo? -Pregunto con una pequeña sonrisa en sus labios, como si estuviera seguro de que todo esto resultaría de la mejor manera.

-¿Tan feliz estás de que me vaya? -Bromee antes de irme, sabía que me haría mucha falta al igual que mamá.

-Tan feliz de que abras los ojos por primera vez. -Lo sabía, la forma en que lo dijo solo daba a entender que el sabía el daño que me habían causado, sin embargo, no me juzgo solo me ayudó con la única maleta que tenía dándome una sonrisa. -Hoy inicia una nueva etapa para ti.

Y por primera vez me sentí tan seguro de la decisión que había tomado que salí de la habitación con una sonrisa, ya no más sufrimiento, ya nadie me podría pisotear nunca más.

El camino por una parte se volvió tan largo, me permitía observar el paisaje que había afuera y me tranquilizaba, papá se mantuvo en silencio la mayor parte del tiempo que incluso ese silencio se volvió tan tranquilo, no había necesidad de nada más.

Cuando llegamos a casa de la tía Kathe ya eran pasadas las 12 de la madrugada, lo que provocó que al verla de nuevo casi me quedara dormido a medio abrazo.

-Tia, hola. -Salude con una tímida sonrisa antes de abrazarla. La tía Kathe medía unos cuantos centímetros por debajo que yo, su cabello chocolate y oscuro caía por su espalda, puedo decir que ella amaba su pelo y siempre olía a un perfume dulce, no había excepción.

-Querido, hola, me imagino que debes estar cansado, adelante. Yo debo hablar con tu padre. -Admito que el tono que ultima frase me causo algo de escalofríos, no podía identificarlo, pero seguramente eran imaginaciones mías y el cansancio estaba causando estragos en mi.

Tomé la maleta y me dirigí a la habitación que estaba destinada para mí hace ya muchos años, cada cierto tiempo la visitaba y sabía que en cada casa que tuviera siempre habría un pequeño espacio para mí.

La casa era espaciosa, decorada con todos demasiado alegres para mis ojos y lleno de ventanas que en pleno día seguro mantenían una iluminación espectacular.

Subí las escaleras hacia el segundo piso algo rápido, mi espalda pedía a gritos una cama donde descansar, al entrar en la habitación deje la maleta a un costado; me acerque a la ventana queriendo poner las cortinas y mi sorpresa fue enorme cuando vi un par de ojos dorados observandome entre la oscuridad.

¿Hombres lobo en New York? Demonios, lo que me faltaba.

Quite ese pensamiento de mi cabeza y me fui a acostar, no me preocupe en pensar en nada más, mañana comenzaría otro día y ojalá otra vida.

**

Cuando abrí los ojos ya eran las 10 de la mañana, los rayos del sol se colaban por la ventana aún y con las cortinas. Mire a mi celular a un costado mío y ni siquiera me digne en revisarlo, no me apetecía saber nada de nadie, me levanto y busque entre mis cosas una camisa azul marino y unos jeans para proceder a darme una ducha.

Al salir de ella me observe durante minutos en el espejo, no era feo, yo lo tenía presente muy en el fondo pero tras años de burlas mi propio reflejo me causaba lástima.

Me coloque los lentes que me hacían ver algo mejor y note algo diferente, algo que pude notar desde que inicie el día y con lo despistado que soy ni siquiera le hice caso. Podía ver perfectamente sin lentes, en cambio si los usaba mi vista se volvía borrosa, talle mis ojos un par de veces solo para comprobar lo obvio, ya no necesitaba aquellos lentes.

Sin duda era algo para investigar pero decidí no darle tanta importancia y salir de mi habitación. Al bajar por aquellas escaleras pintorescas encontré a la tía Kathe en la cocina preparándose ese conocido café que bebía cada mañana.

-¿Problemas al dormir? -Pregunte con cautela para no asustarla sabiendo perfectamente la respuesta.

-Los mismos de hace años. -Contesto antes de voltearse a verme con una sonrisa- ¿Quieres uno?

Asentí para luego sentarme en una silla viendo como ella servía el líquido oscuro y amargo en una taza que terminó frente a mi.

—¿Qué te pasó? —Cuestiono con su voz maternal.

—El amor no es como esperaba. —Mencione con una mueca en mi rostro.

—El amor no siempre es como esperamos, en realidad a veces ni siquiera está donde lo buscamos.

Inmediatamente escuché el teléfono sonar y mire como la tía corría emocionada, sus palabras me habían afectado. Torpemente manche un folder con unas gotas de café y me apresure a sacar los documentos que ahí estaba.

"Hijo de la luna", "lobo ojos blancos", "solo aparece una vez cada millones de años", "la luna lo espera para que aulle junto a ella".

En cuanto los vi me quede pasmado, ¿Hijo de la luna?, ¿Quién era el hijo de la luna?

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Agradezco sus bonitos comentarios así como sus votos, me animan a continuar escribiendo.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2021 ⏰

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Del amor al odio. STEREKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora