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Noches atrás, cuando Jungkook se había dignado a correr lejos de aquel jardín, totalmente asustado por haber encontrado más que solo flores, no se limitó a sobre pensar en las posibilidades de que alguien sí pudiera vivir en aquella casa. Después de llegar a su hogar, ni siquiera unas palabras de buenas noches le dijo a su madre. Sólo se encerró en su cuarto y se recostó en su cama, tapado hasta la punta de la nariz y temblando. Temblando por cada vez que aquella máscara y esos oscuros ojos se atravesaban por su mente.

En todo ese tiempo, jamás pensó en que pudiera existir una criatura por aquel lugar, mucho menos una persona. Cuando se lo cuestionó por más de tres veces seguidas, todo encajó tan transparente como el agua. Las flores se mantuvieron siempre en un buen estado, inclusive en el verano, cuando la lluvia escaseaba demás. Jungkook, hace algunos meses, había comenzado a arrancar las flores de allí. Y había veces en donde se detenía y admiraba el lugar, perdiéndose en los sonidos nocturnos y admirando la despejada noche. Más de una vez sintió algún ruido extraño dentro de la antigua casa, pero no le daba mayor importancia, aunque, de cierta forma, algo no le calzaba.

No podía imaginar que alguien viviera en ese sumo silencio, pues muy pocas veces escuchó algún sonido. Jamás había admirado la puerta abierta y la ventanilla, más de una vez, se encontraba de diferente posición. Pero vivir totalmente solo, alejado de todos y en medio de un silencio que provocaba escalofríos, era lo que más cuestionado lo dejaba. Fuera de que aquella persona se había asomado con una extraña máscara. Eso lo dejaba aún más confundido.

Ese día, Jungkook había salido de sus clases sin haber pronunciado ninguna absoluta palabra. Su madre, durante la mañana, le había preguntado, más de una vez, por qué andaba tan pensativo, y es que no podía sacarse de la cabeza esa blanca máscara y esos ojos tan oscuros que había apreciado noches atrás. Todo se encontraba en un ambiente demasiado abrumador y abstraído. No sabía cómo quitarse los pensamientos de encima.

Se encontraba caminando por las calles, con su cabeza baja, sin ganas de admirar a toda la gente que pasaba por su alrededor. No esperó a encontrarse con Jimin y así era mejor, deseaba estar solo por un efímero momento. Cuando llegó a un callejón, cerca del camino hacia las colinas y lejos de las calles principales, se detuvo a admirar una hermosa flor que desprendía de la esquina de una casa. Era de un rojo intenso y tan delicada que al tan sólo rosarla sintió que los pétalos podían desprenderse de ella. Sus espinas eran sobresalientes, puntiagudas y ligeras. Era una flor totalmente hermosa que había crecido, con total extrañez, entre la opaca acera del mural de una fea y vieja casa.

No fue por intuición, ni por extrañez, pero, al momento en que desvió sus brillantes ojos y giró su cabeza hacia el lado izquierdo, sintió una leve presión en su pecho. Se imaginaba, y escalofríos recorrían por su espalda, al enmascarado o cualquiera sea la persona que estuviese viviendo en aquel lugar. Aún no podía creer con seguridad lo que había visto. Tal vez, sólo fue una ilusa sombra, o algún reflejo de la noche que le jugó en contra a su inconsciente entre tanta oscuridad.

Con su pecho aún presionado, empezó a caminar por el oscuro callejón, con lentitud, alejándose cada vez más de las casas y del ruido traficante del pueblo. Admiró el verdoso césped bajo sus pies cuando empezó a llegar hacia las zonas más urbanas, en donde las colinas estaban casi contadas y el Sol empezaba a acomodarse entre ellas. Al llegar cerca de aquel jardín que noches enteras lo había esperado, reprimió sus emociones por algunos segundos, tan indeciso como ningún otro día lo había estado. Cuando quedó enfrente de la conocida ventana de madera, sintió una corriente eléctrica atravesar por toda su espalda. Fueron extraños escalofríos.

Admiró de ella por tanto tiempo que juró haberse ensimismado en sus mismos pensamientos. Ya estaba atardeciendo y, al admirar ese jardín que se posaba a un lado de la casa, lleno de flores de diversos y únicos colores, no supo exactamente a qué debía esa visita tan repentina y acelerada. Empezó a recoger cada flor que le parecía hermosa, como solía hacerlo varias noches, aunque tampoco era de aprovecharse.

The Truth Untold (Vkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora