Parte 6

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Mis piernas flaquearon y por unos segundos se me nubló la vista. ¿Aquello era real o en verdad me había quedado inconsciente en el baño de la tienda? Mas al oír su voz supe que no era un sueño provocado por una falta de consciencia. Sin embargo, no parecía Dean, había algo diferente en él, algo … sombrío.

- Buenos reflejos, pero has estado un poco lenta. – Bromeó aun manteniendo el agarre de mi muñeca.

-¿Dean?- volví a preguntar en un susurro. Mi corazón latía a una velocidad vertiginosa tratando de irrigar sangre a todo mi cuerpo. Entonces, volví a sentir aquel dolor cortante e hice una pequeña mueca.

Dean notó como algo caliente resbalaba por su mano. A pesar de la escasez de luz, se las arregló para distinguir el líquido rojo que se abría paso entre sus dedos. Abrió un poco su mano pero aún sostenía mi muñeca en alto. Sus ojos crecieron desmesuradamente. -¿Qué te ha pasado?

- Estoy bien, es solo un rasguño. – Conseguí articular por fin.

En un visto y no visto, había retirado la venda empapada dejando al descubierto el pequeño y escandaloso corte. Como era de esperar los puntos se habían saltado, estaban demasiado frescos y no pudieron aguantar la presión de su mano.

-Esto no es un rasguño.- Inquirió.

Conseguí librarme por fin de su agarre. – He dicho que no tiene importancia, es una mierda de corte – el dolor y el cansancio hicieron salir mi mal genio. – Ni que de verdad te importase – bufé. No había terminado de pronunciar la última palabra cuando ya me había arrepentido de lo que dije.- Lo siento muchísimo, estoy muy cansada y no sé lo que digo - traté de disculparme.

- Me lo merezco.- Admitió con pesar.

Yo siempre había tenido muy mal genio, mis palabras solían ser duras y directas. Reconozco que me encantaba indicar a los demás sus propios fallos y egoísta era mi segundo nombre. Sin embargo, Dean apenas había conocido esa faceta mía. No porque yo se la ocultara, sino porque él despertaba en mi otra clase de sentimientos, sobre todo de comprensión. Desde luego que aún mantengo mi fuerte carácter, eso siempre me acompañará, pero ahora es de otra manera.

- ¿Qué estás haciendo aquí?- Pregunté más calmada.

Dean no respondió y metió una mano en uno de los bolsillos de la chaqueta color camel, que yo le había regalado por su treinta y cinco cumpleaños. Sacó algo de ella y levantó el objeto para que pudiese verlo. Entorné los ojos y pude reconocer que no se trataba de otra cosa que de mi mp3.

- Pensé que lo había perdido. – sonreí levemente a la vez que alcé mi mano izquierda para cogerlo. Dean movió el brazo ligeramente evitando que lo cogiese, y mi media sonrisa se desvaneció.

- ¿Así es como te sentías? – a día de hoy no puedo ponerle una palabra a la forma en que dijo aquello. Quise enfadarme, golpearle y gritarle que con qué derecho había profanado mi intimidad. Pero no pude, solo apreté mi mandíbula hasta que me sentí capaz de no chillar.

- Sube – dije secamente mientras abría la puerta del conductor. Dean hizo amago de pararme, supongo que porque no creía que pudiese conducir con la muñeca sangrando. Pero mi mirada fue suficiente como para que rodease el coche hasta la puerta del copiloto.

El motel no estaba muy lejos, a unos 20 minutos en coche, pero el trayecto fue tenso y silencioso. Podía sentir la mirada de Dean clavada en la mancha de sangre que se estaba formando en mis vaqueros. Sin embargo, yo estaba en otra parte, con mi cabeza procesando rápidamente y hallando la mejor forma de enfrentarme a esta situación. Decidí respirar hondo y darle la oportunidad de que se explicase. Al fin y al cabo después de tanto tiempo él estaba aquí, y eso viniendo de Dean, lo significaba todo. Así que no iba a dificultarle más las cosas. Si por fin se sentía preparado para hablar, lo escucharía.

SirensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora