Todos en la limusina soltaron una carcajada, incluso en chofer.
–¡Damiano pero que cosas dices! –Dije tratando de no soltar la carcajada.
–¡Las cosas que me haces decir! –Estaba muy enojado.
–Jamás pensé que dirías eso, nunca me lo imaginé. –Miré a Tessa, ella asintió.
–Te puedes poner la camisa de una buena vez? –Dijo Damiano exaltado.
–Claro. –Me la puse– ¿Dónde están mis padres?
–Están en el aeropuerto. –Respondió seco.
–¡Excelente! –Dije.
Llegamos al aeropuerto y si, ahí estaban mis padres.
–¡Marlena Pagani, huyes de casa, te subes al auto de un desconocido, se lo robas, lo chocas, te vas a un hotel de lesbianas y te haces pasar por una, vienes casi desnuda y arrastras a Tessa en todo esto ¡Estoy tan decepcionado de ti! –Gritó mi padre al verme.
–Bueno comparado con las demás cosas que he hecho no deberías estarlo. –Sonreí fingiendo inocencia.
–No podemos creer que tus locuras hayan llegado hasta este extremo. –Contestó mi madre.
–Bueno pero yo tengo una muy buena razón de porque no quiero ir a ese internado.–Dije.
–La parranda no es una buena razón. –Contesto mi padre.
–No me refiero a eso. –Le conteste.
Damiano me miraba curioso, no sabía con que iba a salir ahora.
–¿Y qué es? –Soltó Damiano.
–Damiano me acosa sexualmente.
–¡¡Qué!! –Gritó Damiano.
–¡MARLENA! No estés inventando calumnias. –Contestó mi padre.
–¿Calumnias? ¿Le creen más a este igualado que a mí?
–Sabemos como eres, inventarías cualquier cosa por no ir. –Está vez fue mi madre la que hablo.
–Tienen razón, pero esto es enserio ¿Verdad Tessa?
–Así es señora, incluso tenemos una prueba de ello. –Dijo Tessa.
–Lo mismo que te ayudó a encontrarnos te hundirá...el teléfono de Tessa. –Le susurré a Damiano. Tessa sacó su teléfono.**GRABACIÓN**
Damiano: –Me tienes excitado. –Susurró.Marlena: –¿Qué dijiste? No te escuché
Damiano: –¡¡Que me tienes excitado, maldita sea!!
**FIN DE LA GRABACION**–¡Damiano David! ¿Qué es esto? –Dijo mi padre horrorizado.
–N-n-no es lo que creen. –Trató de hablar.
–Es tu voz, claro que lo es. –Dijo mi Madre.
–Sí, y miren la hora que sale en la grabación, es de hace unos minutos. –Añadió Tessa.
–Lo ves papi, tengo mucho miedo de él. –Dije con voz de niña.
–No podemos creer lo que has dicho. Todo el prestigio que tienes se va al suelo. –Le dijo mi Padre.
–Les juro que no es cierto, todo fue una trampa. –Intentó excusarse.
–Damiano, en serio estoy asustada. –fingí llanto y me hice la desmayada.
–¡Marlena! –Gritó mi padre.
Toda la atención se centró en mí. Mis papás y Damiano me rodearon. Tessa salió corriendo, era parte de nuestro plan. Me levantaron del suelo.
–¿Cómo te sientes? –Dijo papá.
–Mal, veo todo borroso. –Conteste.
–¡Cuentos! –Bufo Damiano.
–¿Tessa estás ahí amiga? –Dije.
–¡Tessa! ¿Dónde está? –Dijo mi mamá al darse cuenta.
–¡Huyó! –Respondió Damiano.
–¿A dónde? Mami, ve a buscarla con Damiano porfavor.
–Tiene razón, debemos encontrarla...sus padres nos dejaorn a cargo.
Damiano y mi madre se fueron a buscar a Tessa, como lo supuse, todo me estaba saliendo deacuerdo como lo planeé...hace dos minutos.
–Papá, necesito ir al baño. –Le dije.
–Claro, te acompaño.
–Sí, papi.
Nos fuimos al baño, una vez que entré me miré al espejo.
–Crédulos. –Sonreí.
–Demasiado. –Salió Tessa de una cubículo. Ambas miramos al espejo y sonreímos.
–Debemos deshacernos de mi padre antes que mi mamá entre aquí. –Dije.
–Entonces, aligérate.
–Tiraste el celular a la basura como te dije ¿No?
–Sí, claro que lo hice. –Contestó Tessa.
–Bien. –Me asomé por la puerta del baño, mi padre estaba afuera esperándome, no se fiaba de mí, pero sabía que no era más inteligente que yo.– Papi.
–¿Qué pasa?
–Tengo un problema.
–¿Qué pasa, princesa?
–Me acaba de venir el mes, me manché por completo ¿Me puedes conseguir ya sabes...eso? –Le dije.
–Claro, no te muevas, ya regreso. –Se fue. Rodeé mis ojos y volví a entrar.
–Padres, se ponen tan tontos con las cosas femeninas. –Le dije a Tessa.
–Salgamos de aquí. –Rio.
Corrimos fuera del baño hasta llegar a una puerta del servicio.
–No nos podemos quedar aqui, nos hallarán. –Dije agitada.
–Pero no si somos trabajadoras. –Dijo Tessa señalando unos uniformes del servicio.
Nos pusimos los uniformes y tomamos un par de trapeadores, tambien nos recogimos el cabello y lo ocultamos en unas gorras. Nos perdimos en el enorme aeropuerto.
Pasaban las horas y nosotras andábamos de fugitivas en el lugar.
–¡Ahi esta tu padre! –Dijo Tessa.
–Hora de actuar. –Nos recostamos en una banqueta y comenzamos a fingir llanto hasta que mi padre se fue.
–¿Qué haremos? No tengo mi teléfono y tampoco tenemos dinero para salir de aquí. –Dijo Tessa en un resoplo.
–Tengo una idea.
Nos fuimos hacia un escritorio.
–¿Qué se les ofrece? –Dijo la recepcionista.
–Necesitamos un taxi. –Le pedí.
–El servicio de taxis es exclusivo para los clientes del aeropuerto. –Contestó la recepcionista. –Y nosotras andábamos vestidas de empleadas.
–Maldita recepcionista, mandanos un taxi o te arrepentirás. –Estaba realmente agitada.
La seguridad llegó de inmediato.
–Muéstrenle a estas señoritas la salida. –Dijo la recepcionista a los de seguridad.
–Mira, zorra tú no nos dices si nos vamos o no. –le di una patada a la mujer. Tessa lanzó una carcajada.
Los de seguridad nos sacaron y nos amenazaron en no volver a entrar. Nos prohibieron la entrada por completo.
Afuera del aeropuerto:
–¡Las tengo! –Apareció Damiano por detrás.
–Uy que miedo. –Le dijo Tessa.
–Si, Damiano nos tienes ¿Qué haremos ahora? –Dije sarcástica.
–¿Por qué el sarcasmo? –Dijo él.
–¡Por nada! Ya pasó el vuelo. –Le dije sin preocupación alguna.
–Sus padres comprarán otro boleto. –Contestó Damiano.
–Bien. –Dijo Tessa.
–¿Qué les pasa? ¿Por qué se dejaron atrapar? ¿Qué sucede? ¿Por qué andan vestidas así? –Dijo Damiano incrédulo.
–Por nada. –Sonreímos.
–Como sea, vengan conmigo. –Nos tomó de los brazos y llegamos a la puerta.
–Alto ahí. –Dijeron los de seguridad.
–¿Disculpe? –Dijo Damiano.
–No pueden pasar. –Replicaron los de seguridad.
–¿Cómo? ¿Por qué? –Les pregunto Damiano.
–Usted si, ellas no. –Le dijeron.
–¡¡Qué!! –Gritó Damiano.
–Por favor retírense. –Nos dijo seguridad.
–Con gusto. –Dimos media vuelta Tessa y yo.
–¡No! Ellas van a entrar. –Les dijo Damiano.
–Tienen prohibida la entrada a este aeropuerto, por favor aléjese o lo arresto. –Amenazo seguridad.
–¡Increíble! –Dijo Damiano.
Llegaron mis padres.
–¿Qué pasa? –Dijo mi madre.
–¿Dónde te metiste? Ya te traje lo que necesitas. –Dijo papá
–¿Y aún se lo cree? –Le contestó Damiano
–¡Como sea! Van a tomar ese vuelo. –Dijo mamá enojada.
–No podemos. –Dijo Tessa.
–Les prohibieron la entrada al aeropuerto. –Confesó Damiano.
–¿Por qué? –Preguntaron mis padres.
–Agresión al personal. –Contestó seguridad.
–¡Esto es increíble! ¡Tomen sus maletas y vámonos! –Dijo mi padre enojado.
Tessa y yo sonreímos.
–¿A casa? –Pregunté.
–Sí. –Contestó mi padre.
–No cantes victoria, tenemos un avión privado. –Soltó mi madre.
–¿Aún iré a ese asqueroso internado? –Dije.
–Sin duda. –Contestó papá.
Damiano rio malévolo.
Entramos a la limusina y nos fuimos a casa, fueron a dejar a Tessa y luego llegamos a la mansión.
–Lo primero, cambiarás de habitación, dormirás en una de servicio ya que parece que te gusta tanto. –Me dijo papá.
–¿Del servicio? ¡Que asco! –Dije.
–Sí, una que no tenga ventanas. Y Damiano te vigilará toda la noche, mañana en la mañana te vas al internado. –Dijo mamá.
–¡Que m#&%$@! –Grité.
–Ya basta de ese vocabulario! Vete a tu nueva habitación, Damiano guíala.
Damiano me tomó del brazo y me llevó a una habitación del servicio, ya era de noche, había sido un día terrible, estaba cansada así que me recosté en la cama. Damiano estaba ahí y vigilaba cada uno de mis movimientos. Habían pasado unas tres horas, estaba aburrida y el sueño se me había desvanecido.
–¿Qué no duermes? –Le pregunté.
–Me da miedo hasta parpadear. –Me contestó él.
–Ya pasaron más de tres horas aquí encerrado ¿Hagamos algo divertido no crees? –Le propuse.
–Para que digas que te acoso sexualmente. –Bufo.
–¡Es la verdad! –Dije.
–Eso no es cierto.
–Al menos te excito. Reí.
–No vuelvas a mencionar eso.
–¿Sabes qué? Esta ropa me incomoda me la cambiaré y más vale que no te voltees, podría escaparme. –Dije sarcástica.
Me levanté y me quité la ropa hasta quedar en ropa interior.
Damiano miraba hacia el piso.
–Tengo hambre ¿Me puedes traer algo de comer? –Le dije.
Damiano tomó su teléfono y pidió comida.
–Pero que desconfiado. –Di una carcajada.– ¿No vas a hablarme?
–¿Qué quieres que te diga? –Dijo.
–Ven a sentarte aqui por lo menos vamos a platicar que me muero de aburrimiento. –Damiano caminó y se sentó en una silla al lado de la cama.– No violo, toda acción realizada por mí en la cama es de carácter voluntario y de mutuo acuerdo. –Dije.
–¿Hablaremos de sexo? –Dijo en tono de fastidio.
–No...hay algo mejor. –Le conteste.
–¿Fiestas, alcohol, drogas? Aunque creía que tu tema favorito era el sexo.
–Pues te equivocaste. –Me acosté boca arriba y miré al techo.– Ese no es.
–¿Y cuál es? –Preguntó curioso.
–No me tomarás en serio.
–¿Pastelería?
–¡No seas tonto! Aunque no lo creas...me gusta mucho la criminología.
–¿Estudiarte a tí misma? –Bromeó. Yo lo miré seria.– Lo siento, pensé que bromeabas.
–Pues no, no bromeo, es lo que me gusta pero mis padres quieren que me meta en el mundo de las finanzas.
–¿Nunca les has dicho nada?
–De nada serviría. –Me senté- ¿Damiano tú que edad tienes?
–¿Para qué quieres saberlo?
–La verdad no te ves anciano y llevas mucha responsabilidad sobre ti. Nada más mírate, eres guardia principal en el mejor reformatorio de Roma y hasta te contratan particularmente.
–Tengo 19 años...y soy eso porque mis padres son los directores del internado.
–Nepotismo, ahora entiendo. –Me tiré al colchón de espldas.
–Nada de eso. –Se levantó y se sentó en la cama a la par mía.– Tuve que ganarme ese trabajo.
–¿Cómo? –Pregunté intrigada.
–Mis padres no querían que lo hiciera porque pensaban que alguna chica podría convencerme de dejarla salir. –Confesó.
–¿Y qué hiciste?
–Empecé desde abajo a los 15 años, luego les fui demostrando poco a poco que podía hacerlo.
–¿Y te gusta lo que haces?
–Hasta hace unas horas sí. –Ambos reímos.
–Soy un huracán. –Dije.
–¿Por qué no quieres ir al internado? –Me pregunto.
–¿Y lo preguntas? Dormir temprano, comer basura, acatar órdenes. –Hice cara de asco.
–No puedes ir por la vida haciendo lo que quieres, siempre habrán reglas y gente que nos ordene.
–Lo sé pero...no lo sé....nunca he pensado en la posibilidad de no ser como soy.
–¿Y por qué no la piensas? –Tomó mi mejilla.
–¿Enserio te excito?
–¡Nunca tomas nada en serio! –Di una carcajada.
–Sólo estoy jugando, es que...no lo sé...eres...
–¿Soy...?
En ese instante llegó la comida, tenía mucha hambre.
–Damiano ¿Tienes novia?
–No tengo tiempo para una.
–¿Nunca te ha gustado alguna chica en el internado?
–Si, pero...no tanto como para sacrificar mi trabajo.
–¿Cómo se llama?
–No puedo decirte, estarás con ella y ella no lo puede saber.
–Sé leer expresiones sabes, y de todos modos me daré cuenta.
–Se llama Leigh.
–¿Leigh? ¿y por qué te gusta?
–No lo sé, no sé si me gusta. Es que ella ha sido muy atenta conmigo, se me aparece en todos lados y creo que no sé...que me llama un poco la atención.
–¿Más que yo? –Me levanté y me senté sobre sus piernas.
–¿Por qué haces esto? –Dijo nervioso.
–Respóndeme.
–¿Estás celosa?
–Los celos son muestra de inseguridad...jamás dudo de mi misma ni de lo que puedo lograr.
–¿Qué quieres lograr?
–Nada...olvídalo, a ti ya te gusta otra. –Me quité y me arrecosté de nuevo, le di la espalda.
–P-p-pero dije que tal vez no me gustaba. –Yo sonreí. Sabía que si yo no le interesaba iba a mostrar indiferencia pero si yo le interesaba iba a ser lo contrario.
–¿Te gusta o no? –Me volteé.
–Creo que no. –Se acercó y se arrecostó a la par mía.
–Está bien. –Me volteé.
–¿Y tú? –Me pregunto.
–¿Yo qué?
–¿Te gusta alguien?
–Sí.
–¿Quién?
–Un cretino que me quiere domar y no puede. –Lo miré.
Damiano sonrió.
–¿Lo conozco? –Preguntó ansioso.
–Buenas noches, Damiano. –Sonreí y cerré mis ojos. Sentí los labios de Damiano en mi mejilla.
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NIÑA MAL [Damiano David]
FanfictionLas fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar. Mi nombre es Marlena Pagani y a mis cortos 17 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y vivien...