Capítulo 33

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Narrado por Terry:

Estamos viajando hacia el hogar de Pony,  hemos tomado el tren que nos llevará hacia allá, Candy piensa que por ahora debe presentarme ante sus madres como un amigo de Londres, eso es algo que al principio me incomodó,  para mí está muy claro que no somos simplemente amigos, Candy ya es mi novia aunque aún no lo haya formalizado ante su padre adoptivo, pero también entiendo que va a ser difícil de explicar el hecho de que Candy haya abandonado el colegio sin su permiso y el asunto puede empeorar si saben que siendo novios hemos compartido todo el viaje hacia América. Así que por ahora aceptaré que Candy se refiera a mí como "un amigo".

El viaje será largo, más de 15 horas por lo que he adquirido boletos de primera clase con un vagón privado para dos personas. Sé que una vez llegando a su hogar será difícil volver a gozar de la privacidad que teníamos en el barco y hoy será el último día en que pueda disfrutar de los besos y caricias de mi pecosa, que a pesar de que ahora son más castos, pues trato de mantenerme a raya para no pasarme con ella, no dejan de fascinarme.

Ambos sabemos que se acerca la hora en que tengamos que separarnos, llegaremos a su hogar mañana al amanecer, tengo pensado estar allí durante el día y tomar el último tren de la tarde para regresar a New York, después de eso ninguno de los dos sabemos con precisión cuando nos volveremos a ver. Eso ha causado que mi pecosa se ponga triste, la alegría que tuvo en un inicio al saberse ya en su patria se ha transformado ahora en tristeza, Candy se abraza de mi pecho y no puede contener su llanto.

- Cálmate pecosa - le digo tratando de reanimarla - nuestra separación no es definitiva, solo es temporal. Buscaremos la manera de vernos pronto.

Candy se aferra a mi pecho y me pide que la bese, que la bese mucho, tanto que compense el tiempo que estaremos separados.

Sus palabras me llegan al alma, confirmo nuevamente que Candy me ama tanto como yo a ella,  y no solo por lo que me dice si no también por todo lo que ha hecho. Ha salido de Inglaterra dejando una vida asegurada de lujos y comodidades,  de alguna manera también se está revelando a las disposiciones de su padre adoptivo que la llevaron a estudiar allá. Aunque ella trate de disimularlo para no hacerme sentir mal, yo sé que ella también lo ha dejado todo para estar cerca de mí. Ahora lo único que deseo es no decepcionarla.

Candy me besa intensamente, ahora ella ha tomado la iniciativa, no puedo evitar que mi miembro se endure de inmediato al sentir el contacto de su lengua rozando mis labios, pero temo nuevamente caer en la tentación de dar rienda suelta a mis instintos, por lo que reduzco su intensidad y le doy un beso sobre su frente.

De pronto algo me deja sorprendido. Candy me pregunta por qué ya no la quiero besar, por qué no la he vuelto a acariciar como la otra noche en altamar, por qué he evitado tocarla desde ese día, su voz suena a reclamo, me confiesa que esperaba que lo hiciera.

No puedo creer lo que estoy escuchando, mi pecosa me pide que la toque, reclama mis caricias, yo he tratado de evitar excederme justamente para no poner en riesgo su virtud, para comportarme con ella como un caballero y no dar rienda suelta a mis instintos. Su confesión llega a mí como una bofetada y a la vez como la erupción de un volcán que fluye en mi interior.

Ahora no puedo contenerme, yo también la necesito, necesito su calor, sentir nuevamente la textura de su piel. Posiblemente sean varios meses que no volveré a verla y necesito que quede grabada en mi piel, así que me aventuro a cumplir sus deseos, será un desafío avanzar hasta el límite si arrebatarle su doncellez.

Candy se separa de mi cuerpo y voltea dándome la espalda, parece enojada. Su reacción me enternece, pero a la vez me enloquece.

Me pregunta si es que acaso ya no me gusta.

Candy y Terry ReflexionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora