¿Qué hora es, cariño? - Louis escondió su rostro bajo la bufanda al momento de preguntarle la hora a Harry. Estaban en la puerta trasera del Hotel Eurostars, sin recordar muy bien cuándo exactamente habían pasado tanto frío por última vez.
Las 2:35 am. - el chico de los rizos no dijo nada más. Cerraba los ojos mientras tiritaba de frío, con cinco guardaespaldas a su lado que complementaban a los otros cinco que Louis tenía para él.
Les habían dicho que había fans esperando verles desde muy temprano en la tarde, que para evitar revuelo les iban a pasar por la puerta de atrás. Y desde que se bajó del jet privado en el que viajaban todos juntos, Harry no había vuelto a ver a Paul y le maldijo, porque él era la razón de que estuvieran esperando bajo la noche helada de Madrid.
Los labios resecos de Louis le sacaron de su ensoñación; un beso en medio de las cejas, ahí donde el gorrito gris que llevaba puesto dejaba al descubierto su piel para que las células de ésta murieran lentamente a causa de las bajas temperaturas.
Pero qué más da, si Louis te besa ahí delante de diez gorilas vestidos de negro, en la negrura de la casi madrugada.
Qué haces, tonto. - Harry dejó escapar una media sonrisa, que quedó escondida en su bufanda y su chaqueta. El bolso del equipaje le pesaba, sentía que a través de sus calcetines avanzaba el clima de la Antártida.
Quién diría que eres inglés, parece que te me vas a morir de hipotermia.- Louis llevaba el pelo al descubierto, Harry le miró con un brillo especial en sus pupilas y negó con la cabeza. Louis se puso detrás de él, provocando automáticamente un cambio de formación entre sus guardaespaldas, y le abrazó por la cintura, encima de la gruesa chaqueta de cuero marrón que llevaba y los guantes. - ¿Has visto qué gracioso es este sitio? Tres rascacielos como de New York, pero luego el resto es como... como...
Como el resto de España.
Harry dobló su cuello hacia atrás, recostándose en el hombro de su chico.
Su chico. Y aún se le hacía incómodo pensarlo de esa manera. Aún le dolía ver todo el alboroto de internet y cómo Louis reaccionaba con asco ante ello. Todavía seguía sintiéndose frustrado cuando él tenía que salir a pasear con Eleanor. Y a veces Harry hablaba con ella, y ella le contaba casi ahogada en desesperación el estrés que manejaba, el odio constante que recibía, la actitud neutra del Modest! Management...
Las interferencias de las radios comunicativas de su staff de seguridad le sacaron del limbo en el que acababa de caer. Abrió los ojos y vio aparecer a Paul, pasando un mensaje a la parte del equipo que aún estaba con Liam, Niall y Zayn aún en el aeropuerto.
Louis y él caminaron por donde la seguridad local les indicaba. Harry escuchó que Louis respiraba aliviado; sabía que estaba de los nervios ahí fuera, que en cualquier momento alguien podría reconocerles a pesar de la multitud de abrigo que llevaban. Y a esa hora, con la jodida semana que tenían por delante, a ninguno de los dos les apetecía firmar nada, ni ver ningún flash chocando en luces cegadoras contra sus ojos.
Apartó los pensamientos agobiantes de su mente. La recepcionista no tardó mucho tiempo en chequear todos los papeles que Paul le enseñó para dejarles pasar. En cuestión de minutos, personal del hotel y además su equipo de seguridad caminaban todos hasta la planta veintiocho del edificio que casi besaba el cielo.
Cuando abrieron la puerta de su habitación, los dos se sintieron como si se acabaran de deshacer de una carga descomunal; como si tuvieran que cargar en una mochila con todos sus guardaespaldas, con los empleados del hotel, con Paul y las fans que esperaban fuera congelándose en la calle. Louis encendió la luz; todo estaba en silencio. Harry dejó el equipaje tirado al lado del de su novio y se desvaneció en el colchón de la cama doble que les había tocado. Se quitó el gorrito con un suspiro.
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