Capítulo II

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EVELYN

Había pasado una semana desde la reunión de profesores y me encontraba en mi casa disfrutando de los últimos días de vacaciones antes de la vuelta a las clases y a la tortura.

No me malinterpretéis. La mayoría del tiempo me gusta mucho mi trabajo, pero sabiendo que iba a ser la nueva tutora de La clase de los 13 las cosas cambiaban.

Me dirigí a la cocina a por algo de comer que de paso me distrajera de mis pensamientos pesimistas. Al final me decidí por unas galletas de chocolate que había preparado hace algunos días por la visita de mi hermana. Dí un mordisco a una de las galletas, seguían blandas, (no sé cómo).

Volví a la sala de estar y me acomodé en el sillón con una de mis galletas de chocolate en mano. Suspiré y puse los pies en la mesa de delante. Si me ponía a disfrutar entonces lo iba a hacer bien.

Daisy, mi cachorro de pastor alemán asomó su cabecita por el sillón, mirándome con sus profundos ojos negros. Aquel perro era un regalo de Dios.

Con mi mano libre empecé a acariciarla detrás de la oreja, ella solo cerró los ojos y ladeó la cabeza para que tuviera más espacio para acariciar. Aquello me causó gracia y no pude evitar sonreír, observándola.

¿Sabéis la sensación de mirar a alguien y pensar: "es tan... puro"? ¿Cuando una persona emana pureza, no inocencia, y eso te provoca tranquilidad? Pues bien, yo sentía eso con Daisy.

En algún momento dejé de acariciarla y ella regresó a jugar con uno de sus muñecos. Sonreí, la envidiaba, apenas tenía responsabilidades y solo conocía el amor. No hacia falta ni decir que, por supuesto, ella no tenía que enseñar a una clase de niños malcriados. Ugh.

Intenté alejar esos pensamientos de mi mente girando la cabeza de un lado a otro bruscamente y dando un bocado a la galleta de chocolate. No funcionó.

———

¡Ring!

Abrí los ojos de golpe y tardé un par de segundos en darme cuenta de dónde estaba: me había quedado dormida en el sillón del salón, aún con la galleta mordisqueada en mi mano.

¡Ring!

Aquel dichoso móvil volvió a sonar, era peor que una alarma.

Fruncí el ceño y me levanté bruscamente del sillón, girándome para poder divisar mi móvil en alguna parte del salón. Me llevó un par de segundos darme cuenta de que se encontraba en la mesa de madera cerca del pasillo.

¡Ring!

El móvil volvió a sonar una vez más mientras que lo cogía. Rápidamente pulsé el botón verde y me llevé el dispositivo a mi oido.

-¿Si?— dije a través de la línea. Me di cuenta de que no había visto ni el nombre de la persona que llamaba de lo dormida que estaba— ¿quién es?

-¡Eve!— el chillido de mi amiga Stephanie se oyó a través de mi móvil— ¿qué tal estás, chica?

La voz de mi mejor amiga me espabiló un poco.

-'Steph— la saludé— bien, estoy bien.

Stephanie era mi mejor amiga desde hace ya algunos años, fue la primera en hablarme cuando empecé a trabajar en el colegio Trexon. 'Steph tenía dos hijos pequeños de dos y cuatro años que pretendía matricular en el Trexon cuando tuvieran la edad suficiente.

-Me alegro, guapa— me respondió ella— oye, me enteré que eres la nueva tutora de la clase esa, ¿cómo se llamaba? ¿Los trece...?

-La clase de los 13— la refresqué la memoria sin poder evitar sonreír.

Escuché a 'Steph masticar a través de la línea, supuse que estaba mascando un chicle. Los de fresa eran sus favoritos.

-Eso eso— afirmó ella— ¿es cierto?

Suspiré pesadamente y me froté la sien, se suponía que debía de intentar olvidarme de aquello.

-See, es cierto.

-¡Joder!— exclamó masticando su chicle— ¿y qué vas a hacer?

Me dejé caer en el sillón y gruñí.

-No se puede hacer nada— me rendí— ya me quejé, pero no sirvió de mucho.

-Maldita la Rebecca esa— murmuró enfadada, Stephanie.

Di una carcajada y hablé de nuevo entre risas.

-Se llama- se llama Rachel, 'Steph— conseguí decir.

Stephanie no pudo evitar reír, era una de las cosas que más me gustaba de ella: su risa me daba confianza y me hacía sentir segura.

-Es que con ese nombre...— añadió ella, haciéndome reír aun más alto.

-¡En fin!— estaba un poco más feliz— ¿cómo están Robbie y Charles?

-Pues muy bien sí— afirmó mientras masticaba su chicle— Robbie ya se encuentra mejor, ya sabes, de la fiebre, así que no puedo quejarme.

Robbie era el menor de los hijos de Stephanie, tenía solo dos años de edad y había tenido mucha fiebre la semana pasada.

-Me alegra saber eso— volví a coger la galleta de chocolate del sillón y la mordí, impregnándome de su sabor.

-Escucha, tía. Me tengo que ir, creo que Charles se está peleando con un vecino— dijo 'Steph sin dejar espacio entre sus palabras.

-Oh vale— contesté un poco apenada— ya te contaré como me va.

-Más te vale— casi la oí sonreír— suerte en sobrevivir.

Fingí un gruñido y esperé a que Stephanie colgara la llamada para dar otro mordisco a la galleta y cerrar los ojos de nuevo.

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⏰ Last updated: Sep 06, 2021 ⏰

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La clase de los 13Where stories live. Discover now