Isabelle
Ya era viernes, el día del maravilloso evento al que mi hermana estaba emocionada por ir. A mí la verdad es que me daba igual, yo iba por la comida.
Los dos días anteriores no había pasado nada interesante. No sé cómo Frederick había conseguido mi número pero me escribía diciéndome, bueno, exigiéndome que lo desbloqueara y que regresara con él y me decía que era solo suya.
«Maldito enfermo», concuerdo con mi consciencia. Es un maldito enfermo, tóxico y psicópata.
Me vestí para ir a la universidad y salí de mi habitación para desayunar. Abby había pedido turno de mañana para que pudiera estar libre en la tarde. Me preparé mi desayuno, tortilla francesa, ya que hoy me había despertado más temprano de lo normal y me daba tiempo para prepararme un desayuno verdaderamente nutritivo.
No como el pan con jamón que estuve comiendo desde verano.
Desayuné tranquila y luego salí hacia la parada de autobús. Cuando estuve fuera del edificio me sentí observada, miré a mí alrededor y vi a una persona vestida totalmente de negro. Una sensación de miedo se apoderó de todo mi cuerpo. Comencé a caminar hacia la parada de autobús cuando me di cuenta de que me estaba siguiendo.
Caminé más rápido, cruzó la calle y sentí sus pasos cada vez más cerca. El miedo apoderándose de mí y dificultándome respirar. Sentí su respiración en mi nuca hasta que el claxon de un auto sonó a mi lado.
— ¡Isabelle!— me llamó Olivia desde el interior del auto, y el extraño al notarlo me pasó de largo y siguió caminando. Me subí sin dudarlo, sintiéndome más segura.
— ¿Viste al hombre vestido de negro que estaba detrás mío?— le pregunté, todavía un poco afectada por el miedo.
— Sí, que rarito.
— Al parecer me estaba siguiendo— su cara cambió de una relajada a una alarmada.
— ¡¿Qué?!
— Llegaste en el mejor momento. Lo sentía respirando en mi nuca. Si no hubieses llegado algo malo podría haberme pasado.
— Tranquila, ya estoy aquí— su mano acariciando mi espalda mientras hablaba— Y no pienses en eso, lo bueno es que llegué y ya. Lo demás es innecesario.
— Está bien, gracias de nuevo.
— No hay de qué. Ahora vamos a la universidad— puso el auto en marcha mientras seguía hablando: — Estaba yendo a tu casa cuando te vi caminando y dije: "Ya está aquí, me ahorra el trabajo de continuar conduciendo hasta ahí"
— Mi casa desde allí queda a menos de tres metros.
— Bueno, pero sabes lo exagerada que soy. — Ella era Drama Queen por así decirlo— ¿Estás emocionada por lo de hoy?
— Si te refieres al patinaje, no, pero si te refieres a la comida, claro que estoy emocionada. Es un maldito buffet. — ya podía sentir la comida en mi boca.
— Eres una devoradora de comida. ¿Nunca te llenas?
— Obvio que no.
Se rio y después de unos minutos llegamos a la universidad. Todo iba bien, salimos del auto y cogimos nuestros bolsos de la maletera cuando vi al idiota de mi ex en la entrada de mi universidad, con rosas en la mano y un altavoz en el suelo. Había una aglomeración, todas las personas con sus celulares grabando. Se enfocaron en mí cuando Frederick gritó:
— ¡Mi amor!— llegó hasta mí a grandes zancadas y me tendió el ramo de flores que no sujete. Él le hizo una seña a alguien que hizo que empezara a sonar la canción que él había bautizado como nuestra cuando éramos novios— Yo know you love me, I know you care. Just shout whenever, and I'll be there.
» You want my love, you want my heart. And we will never ever ever be apart— continuó cantando, dándome más vergüenza ajena cuando llegó al coro— And I was like
Baby, baby, baby, ooh.Lo único que yo podía hacer era taparme la cara de la vergüenza que justo en ese momento se estaba apoderando de mí. Él no paraba de cantar la maldita canción y yo ya no sabía si estaba roja por la vergüenza o por la ira. Puede que por las dos.
Terminó su canción y las personas aplaudían mientras se reían con burla.
— Pero, ¡¿QUÉ CARAJOS CREES QUE HACES?!— me planté frente a él y la gente paro de reírse para permanecer serios. Yo solo podía ver rojo a mí alrededor. Me acerqué a él, desafiante— ¡TÚ Y YO NO SOMOS PAREJA, HIJO DE PUTA!
— Vine a que me perdones. Canté nuestra canción fav...
— ¡Esa es tu maldita canción favorita, no la mía! Y, ¿sabes qué? ¡ES UNA MIERDA DE CANCIÓN!— me alteré y fui a por el altavoz para patearlo y aplastarlo. Luego fui a por él, tomé sus malditas rosas y se las tiré a la cara— ¡Mira! Esas flores no deberían de haber sido cortadas para este propósito.
— Amor...— había un tono de amenaza que nadie notó, excepto Olivia y yo, como si quisiera decirme: "Contrólate"
— Amor nada, no somos pareja. Terminamos hace meses, ¿sabes por qué? ¡PORQUE ME FUISTE INFIEL! Lo mejor fue que no me dolió, es más, estaba esperando un milagro para terminar contigo. Nunca sentí nada por ti. Nunca. — eso al parecer lo había alterado. Se acercó en dos grandes zancadas dispuesto a pegarme cuando apareció la rectora.
— ¡¿Qué está pasando aquí?!— Gritó para hacerse oír— ¿Quién es este joven?
— No lo sé— le contesté— Una basura que se coló en la universidad.
— Joven, le voy a pedir amablemente que se vaya— la rectora usó su tono amable y le señaló la salida.
— Te veo después de clases— sonrió cínicamente y caminó hacia la salida, no sin antes girarse para darme una última mirada. No quería admitirlo pero tenía miedo. Mucho miedo por su tono amenazante.
— Ahora todos a sus clases— dio dos palmadas y la gente empezó a irse, echándome miradas de burla. Genial, ahora era el hazmerreír de la universidad. Olivia me pasó las manos por los hombros.
— No te preocupes, yo te llevo a tu casa después de clases. — me sonrió de manera reconfortante y le di una sonrisa sincera y una mirada de agradecimiento.
Entramos a clase e ignoré todos los comentarios que la clase me hacía, como: "Si yo fuera tú me daría vergüenza" ¿Crees que no la tengo? "Yo no volvería a clases después de eso" No iba a dejar mis estudios por la idiotez de mi ex "Pobrecita" Pobrecita tu madre.
Por fin terminaron las clases y esperaba que después del fin de semana todos se olvidaran del vergonzoso momento que tuve. Olivia y yo nos dirigimos a su auto. Yo miraba a mi alrededor, esperando no verlo por aquí.
— Tranquila, Isabelle, no está aquí— Mierda, tenía miedo de ese imbécil, tenía mucho miedo.
— Bien. — subimos a su auto y ella se puso en marcha hacia mi casa.
No hablé durante todo el camino. No quería hablar. Cada vez que Olivia me preguntaba algo le respondía con monosílabos. Lo peor era que no podía quedarme en mi casa ya que tenía un evento muy especial al que no podía faltar si quería seguir conservando mi vida. Llegamos y cuando bajé Olivia no arrancó.
— ¿Qué estás esperando para irte?— traté de no sonar grosera con mi pregunta.
— A que entres a casa, no puedo irme sin asegurarme que estés bien. Entra ahora. — me hizo un gesto con sus manos para que caminara y lo hice. Una vez dentro, a través del cristal me despedí de ella y se marchó.