CAPÍTULO 4

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Isabelle

Ya era viernes, el día del maravilloso evento al que mi hermana estaba emocionada por ir. A mí la verdad es que me daba igual, yo iba por la comida. 

Los dos días anteriores no había pasado nada interesante. No sé cómo Frederick había conseguido mi número pero me escribía diciéndome, bueno, exigiéndome que lo desbloqueara y que regresara con él y me decía que era solo suya.

«Maldito enfermo», concuerdo con mi consciencia. Es un maldito enfermo, tóxico y psicópata.

Me vestí para ir a la universidad y salí de mi habitación para desayunar. Abby había pedido turno de mañana para que pudiera estar libre en la tarde. Me preparé mi desayuno, tortilla francesa, ya que hoy me había despertado más temprano de lo normal y me daba tiempo para prepararme un desayuno verdaderamente nutritivo. 

No como el pan con jamón que estuve comiendo desde verano.

Desayuné tranquila y luego salí hacia la parada de autobús. Cuando estuve fuera del edificio me sentí observada, miré a mí alrededor y vi a una persona vestida totalmente de negro. Una sensación de miedo se apoderó de todo mi cuerpo. Comencé a caminar hacia la parada de autobús cuando me di cuenta de que me estaba siguiendo.

Caminé más rápido, cruzó la calle y sentí sus pasos cada vez más cerca. El miedo apoderándose de mí y dificultándome respirar. Sentí su respiración en mi nuca hasta que el claxon de un auto sonó a mi lado.

— ¡Isabelle!— me llamó Olivia desde el interior del auto, y el extraño al notarlo me pasó de largo y siguió caminando. Me subí sin dudarlo, sintiéndome más segura.

— ¿Viste al hombre vestido de negro que estaba detrás mío?— le pregunté, todavía un poco afectada por el miedo.

— Sí, que rarito.

— Al parecer me estaba siguiendo— su cara cambió de una relajada a una alarmada.

— ¡¿Qué?!

— Llegaste en el mejor momento. Lo sentía respirando en mi nuca. Si no hubieses llegado algo malo podría haberme pasado.

— Tranquila, ya estoy aquí— su mano acariciando mi espalda mientras hablaba— Y no pienses en eso, lo bueno es que llegué y ya. Lo demás es innecesario.

— Está bien, gracias de nuevo.

— No hay de qué. Ahora vamos a la universidad— puso el auto en marcha mientras seguía hablando: — Estaba yendo a tu casa cuando te vi caminando y dije: "Ya está aquí, me ahorra el trabajo de continuar conduciendo hasta ahí"

— Mi casa desde allí queda a menos de tres metros.

— Bueno, pero sabes lo exagerada que soy. — Ella era Drama Queen por así decirlo— ¿Estás emocionada por lo de hoy?

— Si te refieres al patinaje, no, pero si te refieres a la comida, claro que estoy emocionada. Es un maldito buffet. — ya podía sentir la comida en mi boca.

— Eres una devoradora de comida. ¿Nunca te llenas?

— Obvio que no.

Se rio y después de unos minutos llegamos a la universidad. Todo iba bien, salimos del auto y cogimos nuestros bolsos de la maletera cuando vi al idiota de mi ex en la entrada de mi universidad, con rosas en la mano y un altavoz en el suelo. Había una aglomeración, todas las personas con sus celulares grabando. Se enfocaron en mí cuando Frederick gritó:

— ¡Mi amor!— llegó hasta mí a grandes zancadas y me tendió el ramo de flores que no sujete. Él le hizo una seña a alguien que hizo que empezara a sonar la canción que él había bautizado como nuestra cuando éramos novios— Yo know you love me, I know you care. Just shout whenever, and I'll be there.

La chica que NO creía en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora