La vida de Hyeju era tranquila, hasta que Park Chaewon entró en ella.
( I: Encuentro)
Desde que la vio por primera vez en el campus de su universidad, se sintió completamente atraída por la rubia cabellera. La observaba desde lejos, con una sonrisa imborrable en su rostro. Eventualmente se conocieron gracias a su amiga Yerim, quien las presentó alegre como solía ser la castaña.
- ¡Estoy feliz de que se conozcan! Ojalá sean buenas amigas en el futuro. -Dijo alguna vez la dulce joven, pero la pelinegra a su lado no tenía tiempo para escucharla cuando tenía a aquella chica en frente.
- Yo también lo espero, pareces alguien agradable. -Su voz, oh su voz, desde que la escuchó Son podría jurar que era la más única y dulce que había conocido, y le encantaba.
Se limitó a asentir con una sonrisa perdida.
( II: Amor)
Conforme el tiempo avanzó, tanto Park como Son experimentaron sentimientos románticos por la otra y un veinte de Septiembre se convirtieron en pareja.
Hyeju no solía ser una persona que se acercara demasiado a las personas físicamente, pero en el momento que su mano rozó la suave y tersa piel de su, en ese entonces, novia, no podía parar de necesitar sus abrazos, o tomar su mano cuando caminaban hacia algún lado, o tomar sus mejillas con una sonrisa.
- Haría lo que fuera con tal de que esto fuera para siempre. -Murmuró un día entre los brazos de Park, quien lo recibió como una broma y carcajeó al respecto.
- Yo comería tu amor. -Sonrió con ternura.
Pobre chica, no tenía idea de que sus palabras eran totalmente literales.
( III: Corazón Roto)
- Lo siento Hyeju, simplemente no siento lo mismo que antes. -Dijo con una mueca apenada la mayor, para después alejarse y que la nombrada se quedara sentada en aquel banco de un parque viendo como la rubia cabellera desaparecía.
No supo calcular cuanto tiempo estuvo allí, mirando a la nada con sus ojos llenos de lágrimas que no se permitiría soltar en público.
Esa noche no pudo dormir, ni la siguiente ni la después de esa. La joven estaba destrozada en todo sentido, no dormía, no comía y apenas salía de su habitación, sus padres llamaban a su teléfono pero no contestaba nunca, sus amigas parecían preocupadas pero no podía importarle menos.
Ella solo quería a su Wonnie de vuelta.
( IV: Ira)
Cuando por fin pudo salir de su cama, se miró en el espejo de su habitación y su propio reflejo no podía mostrar más que tristeza, sus ojos hinchados por el llanto, su cabello enredado y lleno de grasa por la falta de baño, ojeras grandes hasta sus pómulos, incluso podría decir que se veía pálida y un poco más delgada.
Ella amó a Chaewon en tan solo tres meses, en solo tres meses sintió cosas que no sabía qué existían, en tres meses le entregó su corazón a esa chiquilla y ella solo lo desechaba como si fuera cualquier cosa.
Decidió ignorar a su instinto que le gritaba que no asistiera a clases ese día y se arregló como pudo para luego tomar el autobús y dirigirse a la universidad.
Grave error, posiblemente el peor error de su vida.
Intentó ignorar a Park porque sabía que apenas la viera se quebraría de nuevo, y en serio se esforzó, trató para no verla, pero vamos, ¿Cómo reaccionarías si ves a tu mejor amiga coquetear con tu ex-novia?
Porque sí, la tierna Yerim que hace meses le había presentado al amor de su vida, ahora se encontraba diciéndole halagos a Park, quien se sonrojaba hasta sus oídos.
- Cínica hipócrita de mierda. -Murmuró para sí misma abandonando el campus y dando pisotones en el suelo.
"Debes saber cuando soltar algo", "Tal vez sea lo mejor" y ese tipo de cosas le decía Choi intentando consolarla cuando la llamaba.
- ¡Claro! ¡Es fácil decirle eso a tu mejor amiga cuando intentas conquistar a Park! ¿¡No es así Yerim!? -Gritó con un enojo que ni ella misma conocía.
- ¿Hablas sola? -Se volteó en seguida para ver a Jinsol, una de sus amigas que había entrado al baño y la vio hablarle al espejo.
- ¡No! ¡Tengo un amigo fantasma! Dice que te pudras. -Dijo con claro sarcasmo, se lavó la cara con agua fría intentando que el enfado no la dominara.
- Supongo que ya viste a Yerim y Chaewon.
- ¿Lo sabías? -Preguntó con incredulidad la menor.
Jeong levantó sus manos en símbolo de rendición. - Me enteré hoy, aunque no te hubiera contado de cualquier forma, no tan temprano. Solo ha pasado una semana desde que terminaron y...
- Y esa perra no perdió el tiempo. -Interrumpió en seguida la pelinegra.
- Iba a decir que no te haría bien saber tal noticia, se nota que aún quieres a Park. -Terminó la castaña rodando sus ojos.
- Yo estoy perfectamente bien. Quien no lo estará será Choi cuando le ponga las manos encima. -Sus uñas prácticamente se enterraban en las palmas de sus manos, ardiendo un poco.
- Hey hey, ¿Qué estás pensando hacer Son? -Preguntó con su entrecejo cerrado la mayor, sus ojos denotaban desconfianza. La nombrada por su lado le sonrió a través del espejo. - No me sonrías así, nunca pasa nada bueno cuando lo haces.
- Tu no te preocupes, Yerim dejará de ser un problema, de todas formas si tanto me quería no hubiera hecho tal cosa. -Dijo acercándose y palmeando el hombro de su amiga, al menos ella no la había traicionado. Seguidamente se retiró, dejando a Jeong con las palabras en la boca.
( V: Final)
- Chaewonnie... -Murmuró a través del teléfono, con una sonrisa rodeando sus labios.
- ¿Hyeju? ¿Qué haces llamando tan tarde por la noche?
- Te tengo una sorpresa en casa, ¿Dónde estás? -La mayor no sabía descifrar el tono de voz que la joven estaba adquiriendo conforme sus palabras avanzaban.
- Estoy regresando a casa después de clases, tuve jornada nocturna hoy. -Explicó entrando a un bus. - Dime por favor que no estás borracha y que no me tienes una banda tocando en la puerta de mi casa.
Una risilla escapó de Son, para después negar. - No Wonnie, no quiero arruinar la sorpresa así que espero que llegues rápido. -Dicho esto colgó la llamada.
La rubia estaba algo desconcertada, conocía a la joven y ella no era amante de las sorpresas, mucho menos de estar fuera de casa tan tarde por la noche, algo no le daba buena espina sobre todo esto, pero decidió ignorarlo. Era Hyeju, nada malo podría pasar.
Y se arrepintió, se arrepintió de no confiar en su corazonada, se arrepintió en el instante que cruzó la entrada de su hogar que por alguna razón estaba abierta, se arrepintió en cuanto vio manchas oscuras en el suelo y se arrepintió en el instante que vio a Choi Yerim en el suelo, con tres cuchillos enterrados en su cuerpo; uno en su clavícula, uno en su espalda, y el tercero en su estómago.