Prólogo

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La noche es más fría que de costumbre, Eirian me comparte de su manta enorme mientras bebemos chocolate caliente.

— Creo que por la vista vale la pena soportar el frío — le digo intentando controlandome para que no note que estoy tiritando de frío.

— No mientas Key. Dire que nos suban un pequeño calefactor ya que puedo jurar que escucho como tus huesos tiemblan de frío. — menciona y le da un sorbo a su chocolate.

Hoy es miercoles, el lunes siguiente será el aniversario de la muerte de Maggie y por ello él y yo estamos pasando más tiempo juntos que de costumbre. Se que le duele, a él siempre le duele pero el dolor incrementa cuando se acerca el día en que murió la mujer que él más amo.

Eirian y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y por eso sabemos casi todo del uno y del otro, incluyendo nuestras relaciones amorosas.

Yo personalmente conocí a la dulce y cariñosa Maggie, ellos iban a comprometerse, de hecho yo ayude con el diseño de su anillo de compromiso ya que Eirian estaba demasiado nervioso como para tomar la decisión solo. Él la amaba mucho, diría que solo he visto a dos parejas amarse así y que no son mis padres, a mi hermana y mi cuñado, y a Eirian y Maggie.

Ellos pintaban a ser una pareja perfecta, un matrimonio de ensueño, pero el día que Eirian iba a proponerle casarse, Maggie fue arrollada por un conductor ebrio. Fue rápido e inesperado, creo que eso fue más doloroso para él, porque de un segundo a otro le arrebataron al amor de su vida. Si, después de la muerte de Maggie él ya no volvió a ser el mismo, de hecho casi no sonríe.

— No seas abusivo con tus empleados — lo codeo y medio ríe.

Manda a traer el calefactor pequeño y lo acerca a mi para que el frío ya no me afecte.

— Kosem...

— ¿Si?

— ¿Alguna vez has pensado en casarte?

La pregunta me desubica y lo volteo a verlo. No es un tema que toquemos.

— ¿Por qué preguntas?

La seriedad lo toma y me mira a lo ojos.

— Una vez dijiste que la soledad era una buena compañía, dijiste que era una amiga la cual disfrutabas atender de vez en cuando y luego dijiste que...

—...pero no la quiero como una compañera, solo como una visitante. Si lo recuerdo.

Se lame los labios y asiente con cuidado.

— He pensado en ello. No quiero volver a enamorarme o tocar a una mujer de esa manera, pero la soledad también me causa tanto desagrado como lo anterior. — confiesa y traiga afectado.

Lo sé, se lo que es ese temor.

— No quiero estar sola completamente, pero no quiero enamorarme o amar de nuevo, me han lastimando tanto que he desarrollado un pánico insano a las relaciones de pareja, porque dentro de mi — tomo una pausa nivelando mi voz ya que estoy exaltandome —...dentro de mi todo lo que cause sensaciones y emociones agradables es peligroso. No quiero ser lastimada.

Ambos nos miramos afectados, estamos tan dañados que solo entre nosotros nos entendemos.

— Es real...el miedo a la soledad es real.

— Tan real como el hecho de respirar. — bebo un sorbo de chocolate caliente — Y contestando a tu pregunta, he pensado en casarme antes, ahora es difícil porque para eso se necesita un lazo fuerte que me ate a una persona, y no busco nada que pueda amanezar mi tranquilidad.

Alejamos nuestras miradas y volvemos la vista a la ciudad.

— Pero no queremos estar solos. — ríe con desgana.

— Lo sé, es irónico y patético.

Suspiro y él suspira.

— Entonces...Cásate conmigo

Volteo inmediatamente a verlo y la seriedad acentúa su rostro, en sus ojos no hay mi una pizca de que sea broma.

— ¿Que? — emito seca.

— Si, cásate conmigo. A ti no te interesa casarte con alguien, pero tampoco quieres estar sola, no quieres amor ni un compromiso verdadero y yo no amaré de nuevo.

— ¿Dices que vivamos juntos?

— Nos iremos de viaje juntos, nos contaremos todo de nuestro día, dormiremos en habitaciones separadas si lo prefieres —pronuncia con la expresión más desinteresada del mundo— Cásate conmigo Kosem.

Extiende hacia mí un anillo con una jadeita rodeada de pequeños diamantes. Un anillo de compromiso.

— Si acepto... Solo dime que no tendré que soportar infidelidades. A pesar de que no te ame y tu a mi tampoco no quiero vivir eso, sabes que es la razón de mis traumas hacia el matrimonio por "amor".

— No te seré infiel, después de ella soy un eunuco.

Extiendo mi mano y Eirian la toma para ponerme el anillo.

— No será necesario estar en habitaciónes separadas, toda mi vida he compartido así que no me podría acostumbrar a dejar de hacerlo.

Asiente y nos damos una última mirada para después mirar hacia la ciudad que está debajo de nosotros en este balcón de su hotel.



Cásate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora