Cinco. Confesión

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Nos sentamos en el sofá. Me quité los tacones tan solo entrar en la casa. Tom se quitó la chaqueta y yo hice lo mismo. Las dejamos en el perchero y nos sentamos en el sofá.
- Tom, yo quisiera contarte lo que antes me pediste.
- No lo tienes que hacer, Sofía. De verdad, yo no tuve que decirte nada, lo siento. Pero es que hay veces que siento que te alejas de mí cuando me acerco a ti.
- No es mi intención, Tom. Por eso te pido que me dejes contarte lo sucedido. Creo que eso ayudará a que entiendas muchas cosas.
- Como tú quieras. Pero no estás obligada.
- Quiero hacerlo, Tom. Bien, te cuento- él asintió y yo respiré hondo.- Todo empezó hace unos seis años. Conocí a un chico durante el verano. Me pareció un chico muy guapo y buena persona al momento. Yo acaba de terminar el bachillerato y quería entrar en la universidad. Aunque mi pasión siempre había sido la pastelería, quería estudiar psicología. Pero al final, no pude hacer ninguna de las dos cosas. Cuando empecé mi relación con Mike, todo era perfecto. Me trataba muy bien, pero cambió en cuanto le dije que me iba a la universidad a estudiar. Todo lo que hacía estaba mal. Me tenía muy controlada, se pasaba por la facultad cada día a recogerme. Al principio, me hacía ilusión que me recogiera mi novio, pero eso pasó en cuanto vi que, cada día me preguntaba que hacía entre clases, con quién hablaba, quien se sentaba a mi lado... No quería que hablara con nadie y mucho menos con chicos. Christine estaba estudiando pastelería, pero aún así, sin apenas vernos, intentaba abrirme los ojos. Pero yo estaba ciega. Todo lo que me estaba pasando, lo veía normal, aunque me diera cuenta que no era así. Mike no quería que viera a nadie, ni a mis amigos. Chris y Paul siempre habían sido mis mejores amigos. Ellos nunca me han dejado sola a pesar de que Mike no me dejara hablar con ellos.
Paré un momento. Suspiré y continúe.
- Por supuesto, dejé la universidad. No podía estudiar con Mike ocupando todo mi tiempo. Quería que estuviera con él a todas horas. Él no trabajaba ni estudiaba. Su familia era lo suficientemente rica para que él viviera del cuento. Un día, me vio hablando con mi hermano por teléfono y eso le sentó mal. Tan mal que me dio un manotazo en la mano y me tiró el móvil al suelo. Me lo rompió y me dijo que el único hombre de su vida era él. Que ningún otro podía hablar conmigo. Y ahí empezó todo. Llevábamos dos años de relación. Empezó con amenazas y luego, con golpes. Y así los tres años siguientes. Golpes, golpes y golpes. Y sabía dónde darlos para que nadie se diera cuenta. No podía decir nada. Me tenía amenazada que si lo dejaba, me mataba. El día que por fin quise plantarle cara, casi me mata. - noté un nudo en mi garganta, recordar aquel día, me hacía sentir mal- Siempre me decía que todo lo que le salía mal, era por mi culpa. Y aquel día me harté. Le dije que me dejara en paz, que no quería volver a verlo más, que nuestra relación quedaba ahí. Sólo rió y dijo que sólo podía dejarlo si estaba muerta. Me empujó hacia las escaleras de su casa, intenté defenderme, pero él era más fuerte que yo. Me tiró por las escaleras y cuando quise ponerme en pie, llegó él y me volvió a tirar contra el suelo. Empezó a darme patadas mientras se reía y me decía que yo no valía nada, que era una cualquiera, que nadie me iba a querer... Lo siguiente que recuerdo es despertar en el hospital. De eso hace más o menos un año y medio. A él lo metieron en la cárcel. Yo retomé mis estudios, gracias a Dios no me quedaron secuelas de aquellos golpes. Pero si psicológica. No puedo tener a ningún chico cerca desde entonces, como no sean Paul o mi hermano. Pero entonces llegaste tú, y todo cambió. Sé que me separo de ti en ocasiones, pero creeme que lo hago sin ninguna mala intención.
Terminé con las lágrimas surcando mi cara. Tom tenía la cara desencajada de la impresión. No dijo nada, sólo se acercó a mí y me abrazó.
- Entiendo por lo que has pasado. No entiendo por qué te hizo eso. Tú no te lo mereces, Sofía. Eres de las chicas más buenas que me he encontrado en la vida. Te mereces a alguien que te proteja y te trate como te lo mereces.- dijo soltandome.
-¡Oh, Tom!- me llevé las manos a la cara y comencé a llorar más fuerte.
-¡Ey!, No llores más. Ese estúpido no se merece ni una lágrima más.
Me quitó las manos de la cara y me limpió las lágrimas que cruzaban mi cara. Sonrió y me tranquilicé.
- Perdona por este espectáculo. Pero sentía que debía de contártelo. Ha sido como quitarme un peso de encima.
- Sólo quiero ayudarte, Sofía. Quiero estar contigo para todo lo que necesites.
No sé por qué, pero lo abracé. Y él me acogió entre sus brazos. Respiré hondo y su olor inundó mi nariz.
Lo solté y lo descubrí sonriendo.
- Gracias por escucharme. Necesitaba contarlo.
- No me tienes que agradecer nada, Sofía. Sólo quiero que estés bien.
Miró su reloj y se levantó del sofá.
- Ya es muy tarde, tienes que descansar, el día ha sido largo. Llámame para lo que necesites.
Cogió su chaqueta y se volvió hacia mí de nuevo. Agarró mi mano y la besó. Una corriente se extendió por todo mi cuerpo.
- Aquí estaré para lo que necesites. Buenas noches, Sofía.
Se acercó y sin soltarme de la mano, me besó en la mejilla. Se dirigió hacia la puerta, aún cogido de mi mano. Abrió la puerta, salió y, repitiendo aquel gesto en mi mano se marchó.
Yo cerré la puerta. Y en aquel momento, lo entendí todo.
Todo cobró sentido: Me estaba enamorando de Tom Felton.

Dulce Amor (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora