004. Regalame Muerte

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La montaña prohibida. Después de haber recorrido más de la mitad del país, al fin había llegado al pueblo muerto del Norte. No es un secreto el por que un pueblo fantasma enterrado en ceniza junto a un volcán se llame así. Con cada paso que daba, mis pies se ensuciaban más de ceniza y restos humanos esparcidos por los caminos del pueblo muerto. El lugar entero emanaba malas energías y una sensación tétrica tan fuerte que hasta yo podía captarla en mi piel. Era lógico que en este lugar viviera una terrible maldición. 

Llegué a las oscuras faldas del volcán, parecía estar inactivo después de aquel trágico día en el que mató a la mitad de la población. "Al parecer ese tal Sukuna vive en la cima" recordé la información que me dio aquella flaca maldición hace días. Comencé a escalar la montaña entre las rocas. Use mis hilos para poder impulsarme con mayor facilidad. Me costo algo de trabajo ya que la ceniza hacia que mis pies se resbalaran pero no era imposible subir. 

A la mitad del volcán, llegué a una parte que parecía guiar a un camino. En eso, vi a una maldición subiendo por tal camino. Este pareció no prestarme ni la mínima atención. Decidí seguirlo con cautela, lo cual pareció no importarle. Al no tener alma y estar en cubierto realmente era fácil pasar desapercibida entre las maldiciones.

 
Llegamos a la cima y espere a que la pequeña maldición hiciera algo para que me indicara donde estaba Sukuna. Él, sin ningún problema, cruzo un portal que estaba camuflageado por una muralla natural del volcán. No dude en seguirlo. Al entrar, todo estaba oscuro. Lo único que alumbraba mi vista eran las antorchas colocadas a los costados de las escaleras que me esperaban. Ya no podía ver a la maldición que tenia frente a mi hace algunos minutos, pero escuchaba el eco de sus pisadas. No dude en seguir bajando las escaleras. En una situación normal, hubiera estado aterrada, pero lamentablemente no era así. Solo podia escuchar mis pasos en la penumbra, no estaba segura si aun tenía corazón. 

Una luz al final del túnel me dio la bienvenida. Deje la penumbra detrás para encontrarme con un gran templo. Aún seguía dentro de la una cueva solo que una parte del techo había un hoyo gigante por el que podía ver el cielo ennegrecido. A mis laterales había largos balcones con más maldiciones observando algo. Sus miradas daban a la parte de enfrente del templo negro con detalles bañados en oro. Había una maldición de gran tamaño con tres chicas desnudas ante él, las cuales estaban amarradas con sogas gruesas. Estaban temblando y derramando lagrimas de terror. En la entrada del templo había un trono gigantesco con picos de carbón y espadas de plata. Sentado en aquel ostentoso asiento, había una maldición. Era el monstruo mas grande que había visto en mi vida.

-¿Por que me traes a estas mujerzuelas de mal gusto?-. Pregunto aquella bestia. 

Tenia piel rosada, era robusto y fuerte. Radiaba determinación, fuerza y dominio. Medía al menos más 3 metros, eso era seguro. Tenia cuatro brazos y dos piernas. Una de sus piernas era mucho más grande que yo. Su cabello era rosado y estaba firmemente apretado en una cola de caballo. Sus ojos rojos eran temibles. Los tatuajes negros alrededor de su cuerpo contaban una historia que no estaba segura si quería descifrar. 

Ya había conocido a varios emperadores después de que mi abuelo me diera aquel consejo de seguir a alguien. Todos se parecían a esta monstruosidad: arrogantes, temperamentales y nefastos. Y lo peor de todo, todos eran falsos poderosos. Ninguno de los emperadores a los que llegue a conocer era poderoso por cuenta propia, todos eran dependientes a sus generaciones familiares pasadas. Esta podría ser una excepción por que las maldiciones aparecen por si solas, pero eso no importaba. Era una maldición, debía acabar con ella.

-Pero su majestad, estas son las mujeres más finas de la región del sur-. Explicó la maldición alta. 

Las demás maldiciones comenzaron a burlarse de él entre risillas estúpidas. Mire a mi alrededor, debía haber mas de 50 maldiciones presenciando la ofrenda. Sukuna miro a las chicas de reojo. Parecían que no eran de su agrado. ¿Debería interferir? No, debía entender que estaba pasando.

Propósito Inmortal [F!OC x Sukuna Ryomen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora