(Diario de Nami)
Salí del vehículo en llamas segundos antes de que estallara, las personas de adentro no lo consiguieron, del camión que nos empujó el hombre sale aterrado y camina hacia mí con la intención de ayudar, era muy inocente para entender lo que haría ese mismo momento. Uno de los guardias que estalló, cargaba consigo una pequeña daga de obsidiana en su cuello, yo la tomé y escapé con ella. Al sentir su mano rozar mi hombro, la sonrisa más falsa le demostré para que me ayudase a escapar, pero insistía en llamar a los paramédicos y a la policía de lo acontecido, no me quedaba de otra más que perforar su cuello con la daga y aventarlo a las llamas del fuego que provenían del coche.
Las personas del vecindario se asoman tras sus ventanas y los miro intrigados, una chica albina pasa por la zona a lado mío y el vehículo en llamas, me mira en bata y sin ninguna prenda en el interior, me dirige la mirada picara, pero siempre con una sonrisa angelical para mostrar su hospitalidad. Yo respondía torpemente tartamudeando y mirando siempre al suelo, la daga bañada en sangre sigue en la palma de mi mano, al ver lo percudidas que se encontraban ambas manos, se atreve nuevamente en ofrecerme hospedaje en su casa, no sabía con exactitud si agradecerle el sacrificio que estaba haciendo, ni tenía intenciones de responderle, sin embargo, la voz de Ash responde, pero sin obtener nada a cambio de mi parte.
Las ancadas que di por retirarme del lugar, cruzamos un par de cuadras, pero solo era para despistar a la gente, aún faltaban 10 minutos más de caminata para llegar a su casa. Una vez ahí, me dio la libertad de seleccionar la ropa que más me gustara sin que importara cual fuera. No quería abusar de su confianza, así que únicamente escogí un simple vestido de color rosa que llegaba hasta las rodillas y unas medias de red para que hiciera juego con el conjunto; mis manos seguían manchadas, en el baño tallé fuertemente para que el color rojo desapareciera y la blancura de mis manos volviera la normalidad.
Después me ofreció la cena, su sazón era lo más rico que tuve el privilegio de probarlo, me sacaba charla, pero yo no sabía cómo responderle, solo respondía con base a señas con la cabeza. Luego pregunta por la daga que tenía en mis manos, el mismo objeto de obsidiana que encontré colgando en el cuello de un hombre; le respondo un poco y decido cambiar rápido la conversación, pero me era difícil disimular que hasta incluso el pasar saliva me era complicado de hacer.
—¡Hazme el amor! — Dice la peliblanco con los labios mordiéndose y después de haber terminado de cenar.
Yo no debía negarme ante tanta súplica, sin importar que sus pechos pequeños como una lima, su enorme cadera la imaginaba en mis brazos desnuda, pero tenía que hacerla insistir una vez más. Debajo de la mesa sacó una cuerda y me suelta ese guiño en el ojo izquierdo, roza con su mano libre la parte de los pechos donde se encuentran los puntiagudos y excitados pezones bajo la ropa.
Mi interpretación vuelve a esperar el momento adecuado para comenzar el ambiente. Se retira el minishort que traía puesto desde que entramos a la casa, jadea al igual que un caluroso día de entrenamiento bajo el sol. Al pisar el calzoncillo con sus deleitables pies, me muestra la dulce figura de su sexo rodeado de bellos por toda su pelvis, sus meticulosos dedos se enredarían por encima de estos hasta llegar el clítoris, en forma de círculos frota lentamente su éxtasis hasta expulsar el primer gemido.
Con los ojos cerrados, sigue autocomplaciéndose por su bendecido dedo que atrapaba la humedad de su vagina, los gimoteos eran repetitivos a medida en que seguía tocándose. Varios segundos después se sienta en mis piernas para chocar nuestras miradas y vernos mutuamente; su dedo índice que apenas hace nada complacía el sexo de su dueña, es metido por mis labios como una paleta y lo chupo como si fuera el tronco cilíndrico de un pene.
Una vez fuera el dedo de mi mefítica boca, se marcha varios centímetros de mí, el colgante de sus pechos cae repentinamente al suelo y al ver sus ubres descubiertas por mis pecadores ojos, son frotadas por mis narices y raspados por mi exasperante lengua en el centro de estos. La rozades de estos me causa morderles delicadamente y así poder pegar mi boca con la albina para un enorme beso en la boca.
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Fragmentos de orquídea
Mystery / ThrillerAshley Valentine es una chica originaria de Detroit, Michigan que sufre cambios momentáneos en su etapa adulta, que comienza a principios del nuevo siglo. Por cada día en concluir, esta se convierte en asesina y en fugitiva en serie; aunque niegue p...