Tercer Año: Confianza

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Sábado 5 de Enero, 1974

Cortinas de lluvia se estampaban contra el Expreso de Hogwarts, como una descarga de flechas enemigas, cubriendo las laderas usualmente verdes en un velo de niebla y llovizna, oscureciendo el cielo.

—Se siente del asco volver a la escuela, ¿cierto? —dijo Sirius haciendo una rabieta, observando fuera de la ventana.

Remus levantó su mirada hacia Peter, quien miraba a Sirius incrédulo. Sirius no se dio cuenta. Remus suspiró.

—¿Cómo estuvo tu navidad, Pete? —preguntó cortésmente.

—Bien. —respondió Peter, desanimado, —gracias por los dulces.

—¿Viste mi escoba? —preguntó James, sacándola del portaequipaje.

Peter se levantó para mirar, estirándose levemente. Remus puso sus ojos en blanco y volvió a su libro. No estaba leyéndolo realmente. No había sido capaz de concentrarse apropiadamente en un libro desde la fiesta Navideña de los Potter. Entonces fingió leer, esperando que lo dejaran tranquilo. En St Edmunds se hubiera escabullido en la ciudad, aunque no parecía una buena forma de mostrarle gratitud a los padres de James, quienes seguramente se preocuparían.

Era como si hubiera una lista de preguntas en su cabeza de las que no tenía forma de conseguir respuestas, entonces solo se repetían una y otra vez. ¿Dónde estaba Greyback ahora? ¿Quién era 'ya sabes quién'? ¿Lyall odió tanto a su hijo?

Remus ya sabía que su padre se había matado porque lo habían mordido. Había asumido que Lyall había sido motivado por la culpa. Pero ahora...bueno ¿Qué pasa si Remus estaba equivocado? ¿Qué pasa si la verdadera razón hubiera sido odio, o incluso peor, vergüenza?

Por los últimos tres años, Remus había estado trabajando duro en la escuela, usando la varita de su padre y tomando las asignaturas que su padre hubiera tomado. No pensaba sobre Lyall todo el tiempo, pero en alguna parte de su mente, todavía significaba algo. Ferox había dicho 'conózcase usted mismo', pero Remus estaba fallando en ver la sabiduría en eso ahora. Habría sido mucho más feliz de no haber sabido.

Estos pensamientos oscuros fueron interrumpidos por un suave golpecito en la puerta del compartimiento. Marlene asomó su cabeza.

—Hola McKinnon, —James sonrió, —¿Está Evans contigo?

—Em...no. —chilló, jugando con su cabello nerviosamente, —Sirius, ¿puedo hablar contigo?

—¿Conmigo? —Sirius se sentó derecho, confundido, — Eh... ¿de qué se trata?

—Mary em...Mary me pidió que te dijera algo.

—¿Decirme qué?

—Ella...no creo que debería decirlo en frente de todos.

—Eh...vale... —Sirius se levantó y la siguió hacia el corredor. Los otros tres intercambiaron extrañas miradas de asombro mientras esperaban. Ugh, pensó Remus, ¿¡Se había equivocado al pensar sobre lo de Mary y Sirius!? ¿Eran Sirius y Marlene, ahora? Momentos más tarde, un Sirius bastante aturdido volvió a entrar al compartimiento, solo.

—¿Entonces? —preguntó James.

—Tal parece, que Mary tiene un novio. —dijo Sirius, confundido.

—O sea... ¿te dejó?

—No lo sé. —se sentó, rascándose la cabeza, —¿Estaba saliendo con ella?

—Bueno, tal parece que ella creyó que sí.

—¿¡Por qué las mujeres no dicen lo que quiere!? —Sirius pasó una mano por su cabello en una buena imitación de James, quien asintió comprensivamente.

All the young dudes 1-4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora