CAPÍTULO 70

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Aquel imbécil se marchó por unos asuntos que tenía que resolver

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Aquel imbécil se marchó por unos asuntos que tenía que resolver. Me prometió que volvería y que, con ello, comenzaríamos el asesinato lento y paulatino de todas las brujas y hombres lobo del territorio. Éste refugio se llamaba refugio 17, lo que aseguraba que no era precisamente el único lugar oculto donde esas brujas se escondían para seguir engendrando bastardas que pretendían arrebatarnos el poder. Mi temor a que comenzaban a sospechar de él no era precisamente infundado; Shurna sabía muchas cosas que ocultaba a buen recaudo. No lo admití en su presencia, pero en el juicio por el asesinato de mi padre, ella no me miró precisamente de forma aprobatoria.

Me acusaba, me lanzaba mensajes a través de esa mirada punzante que incluso me puso en guardia. Mi seguridad se encontraba en riesgo de irse al infierno cuando pude ver la necesidad de testificar en mi contra por ser un testigo, pero, ¿Cómo pudo verme? Tuve demasiado cuidado y había colocado vigilancia por si alguien tenía la feliz idea de olisquear en mi propiedad.

Muchos de los que descubrieron quién se encontraba realmente en el poder en el Exilio, salieron a defender a Víktor y su buena gestión, acusándonos a mí y a mi fiel líder, de ser unos rebeldes que merecían un ejemplar castigo. Todos aquellos que se rebelaron, fueron eliminados. Y ahora que él había enviado esa preciosa cajita a Drogo, la tormenta se desataría en la mansión de los Bartholy.

De esa forma, estarían bien entretenidos mientras que acabábamos con todas las brujas que osaron crear ese veneno en nuestra contra. Antes de irse, una de las jóvenes que se encontraban en el refugio, me dijo que esperara en la plaza hasta poder tener disponible un pequeño espacio para poder quedarme. Su entusiasmo me causó gracia pues esa confianza excesiva iba a ser la tumba de todas ellas.

Debía tener los ojos abiertos, pues el lugar donde se fabricaba el veneno no era algo que se anunciara a bombo y platillo. La joven vino con una manta bajo su brazo, tendiéndomela con gentileza.

—Las mañanas aquí son frías, tome una manta para poder calentarse mientras caminamos.

—Espero que no haya sido una molestia mi presencia—Dije intentando dar aún más pena. Ella negó con la cabeza, tomándome del brazo para así guiarme por el pedregoso camino. Algunas ancianas se encontraban sentadas en una mecedora, en la misma puerta de la que de seguro sería su casa. Mientras se balanceaban, levantaban su vista para mirarme, pero yo me cubría aún más el rostro con mi capa para evitar que mi situación de estrés pudiera dinamitar un cambio de color en mis ojos y ellas pudieran verlo.

Una vez dentro, ella procedió a tomar diferentes alimentos para componer un plato para mí. En aquel momento no supe qué decirle, pues si no comía ella sospecharía.

—Siento que no haya demasiado, pero es que muchos de los hombres se fueron a cazar y aún no han vuelto. Son tan pocos y nuestro grupo tan numeroso que muchas de nosotras decidieron formar parte de los cazadores y he de decir que tienen gran puntería.

—En Rusia, las mejores francotiradoras son mujeres. Quizás sabemos ser muy directas y por eso se nos da bien.

Aquello le provocó una estruendosa risa. Me disculpé con ella, diciéndole que no tenía hambre pues no lo pasé demasiado bien durante mi camino hasta aquí. Pareció comprenderlo en un principio, por lo que comencé con mi interrogatorio de forma sutil.

—Supongo que tenéis algo con lo que defenderos además de magia. Disculpa mi atrevimiento por preguntar, pero tengo miedo al haber sido atacada.

Ella pareció dudar ante mi cuestión, pero intenté que no se me notase la tensión que guardaba en mi interior. No me encontraba en territorio amigo precisamente, y si algo sabía de las brujas es que eran demasiado inteligentes. Poseían un sexto sentido inaudito y cualquier paso en falso podía ser lo que me descubriera ante ellas.

Se balanceó en su silla sin quitarme la vista de encima. Su rostro no parecía demasiado amable.

—Comprendo tus miedos, pero si de algo nos caracterizamos es de tener suficiente poder como para temer a unos simples vampiros. Ellos nos masacraron porque no quieren estar bajo nuestros pies, pues ellos saben que tenemos todas las de ganar en cuanto a tener el poder en las manos. Nunca subestimes eso.

Quise disculparme, pero la chica salió literalmente corriendo de la cabaña. No había hecho nada como para que sospechasen de mí, pero no podía quedarme de brazos cruzados mientras estaba sola en ese inhóspito lugar.

Me apresuré a mirar por la ventana, pero le perdí el rastro a la joven. Quise patear todos los objetos de la casa, pero el ruido las alertaría aún más. Con un paso lento, una anciana arrastraba su bastón conforme caminaba. Era de madera oscura con un enorme diamante de color violeta que brillaba ante los rayos del sol. Suplicaba que aquel imbécil no tardase en llegar, porque entonces me encontraría en problemas.

Alguien tocó la puerta y yo sabía perfectamente de quién se trataba. Si había levantado sospechas, quizás habían enviado a una anciana para comprobar que yo era quién decía ser. En cuestión de que me descubrieran, era demasiado tarde para ellas pues yo era un caballo de Troya en sus tierras.

Le abrí la puerta tímidamente, entrando al interior sin mediar palabra. La anciana parecía conocerse el lugar demasiado bien. Se sentó en el mismo lugar que la chica que había estado conmigo minutos atrás. Rozó el borde de su taza con uno de sus dedos arrugados, hundiendo su mirada en el interior de la misma.

—Dime, ¿A qué familia perteneces?

—No comprendo la pregunta—Le dije.

Ella pareció sonreír ligeramente antes de volver a su expresión inicial.

—Aunque las brujas pertenecientes a este refugio nos encontremos un poco alejadas del mundo exterior, podemos establecer comunicaciones con otras brujas de otros lugares diferentes. Lo que se conocen como los aquelarres si vemos el habla popular. Pero, ¿Qué demonios hago explicándote todo esto? Si eres una bruja como nosotras, así que debes saberlo de sobra.

Le devolví la sonrisa. No iba a permitir que ella desmantelara todo mi plan antes de acabar con ellas de la misma forma que se hace con una plaga.

Quise ponerme en pie, pero la mujer me detuvo poniendo su mano fuertemente sobre la mía. Aquel contacto me dio tremendo asco.

—Querida, no temas aquellas que somos como tú. Si has sufrido un ataque como bien dices, deberías estar más deshecha de lo que te vemos. ¿Dónde están los agujeros en tu ropa? La magia es energía y ello provoca que la ropa se queme y que se quede impregnada de un olor semejante a la pólvora. Y tú, querida, hueles a un perfume caro.

—No sé qué quieres decir...

—Y nosotras vivimos austeramente. Es imposible tener un lujo así. Si creías que ibas a salirte con la tuya haciéndote pasar por una bruja, estás muy equivocada. Sabandija chupa sangre.

De un golpe, ella atizó su bastón, rompiendo la gema que lo coronaba. Una sustancia extraña me provocó un intenso mareo que me hizo casi caer al suelo de forma instantánea. Quería correr pero la energía me había abandonado a tal grado que no podía sino agarrarme a las paredes para intentar salir. La mujer seguía mis pasos a una lentitud increíble.

—Anoche, una de las nuestras murió por tu causa. Sabemos quién eres pues vaticinamos tu aparición ante nosotras. Un demonio de cabello rubio que tapa su rostro con una capa, acompañado de alguien cuya apariencia es semejante a la nuestra pero que, al ojo de buen cubero, una se da cuenta. Los malditos cambia formas... ¿Crees que somos estúpidas?

—Te...arrepentirás...nadie...saldrá vivo de aquí...

—Créeme querida, tú serás la primera en morir antes de poner un pie fuera de mi casa. Acabas de oler el veneno que producimos aquí. No, no hay armas sanguijuela, pues tenemos métodos mucho más inteligentes que blandir una espada. Saluda a ese demonio de mi parte, pues mi rostro será lo último que vea en cuanto ponga su presencia en nuestras tierras.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now