—Usted está en estación Plaza Italia.
—¿Y ahora qué hago? —pregunta Alma.
—Cambiar —responde Bruno.
—Sí, ya sé que tengo que cambiar pero, ¿qué cambio agarro? —cuestiona estresada—. Tengo miedo a equivocarme. Si fallo de nuevo, no lo voy a soportar.
—¿Y cuál es el problema si te equivocas? Nadie nace sabiendo.
—¡Pero todos los demás parecen que sí! —exclama con enojo—. ¡Yo soy la única tarada que no sabe qué carajo hacer con su vida!
—Y es obvio que no vas a saber si te la pasás comparándote con los demás. Además de que estuviste todo este tiempo castigándote, prefiriendo no vivir que a equivocarte.
Alma piensa por un rato.
—¿Y de qué sirve equivocarse? —pregunta Alma con resignación—. Sólo es un tiempo perdido.
—Nada de eso. Aprendés.
—Próxima estación: Scalabrini Ortiz.
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Hacia la incertidumbre, en constante viaje
Short StoryAlma sale de terapia, nuevamente frustrada y angustiada, para dirigirse al subte D. Ya estando allí, apoya la SUBE en la máquina para que ésta la deje pasar y así irse a su casa. Pero un chico, cargado de mochilas, le pide por favor que le pague el...