Capítulo IX "Declive"

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  Yet se rascaba las palmas con impaciencia. Era un impulso que se generaba siempre que estaba asustada. Aunque lo practicara con frecuencia, ni siquiera su madre era capaz de notarlo. Había decidido no comentarle nada sobre los estudios a los que se había estado sometiendo en las últimas semanas. No disminuía, en lo absoluto, la posibilidad de oír un drama de Blanca una vez que supiera la verdad. Pero necesitaba hacer esto. La sala de espera del centro de fertilidad de la Clínica Méndez parecía estar diseñado para Yet y su soledad. Se sentía miserable por no tener a nadie ahí con ella para abrazarla, fuera cual fuera el diagnóstico.

-Athens Moore Yet Evelyn, Consultorio trece. Repito; Athens Moore Yet Evelyn, Consultorio Trece- dijo la voz electrónica de la pantalla en la sala de espera.

  Yet se removió los esponjosos bucles que caían hasta sus hombros, se acarició la garganta y caminó hacía el consultorio.

...

-¿Entonces... no hay nada que hacer?- preguntó Yet.

-Lo lamento Señora Athens, la menopausia prematura no puede ser combatida por ningún tratamiento. Si hubiera sido una endometriosis podía someterse a los avanzados procedimientos de fertilidad a los que la medicina ha llegado.

-Pero... Solo tengo veintinueve años... no puede ser ese mi diagnóstico.

-Me temo que sí, chicas de dieciséis años se han dado con la misma sorpresa. De hecho con la cantidad de tiempo que usted ha pasado sin menstruar no hay forma de refutar su esterilidad- explicó el doctor.

Este tomó unos folletos de adopción que tenía encima del escritorio y se los entregó a Yet.

-Pero no desespere jovencita, hay muchos niños esperando tener una familia. Y si se trata específicamente de la suya; la burocracia de la adopción no será problema.

  Yet salió de ese consultorio con el propósito de ocultar cualquier signo de inseguridad. Se despidió cordialmente de las recepcionistas y abandonó la clínica con el presuntuoso sonido de sus tacones negros de charol. Cuándo se subió al auto y sintió el albergue que le generaban los vidrios polarizados... lloró. Lloró hasta que sus pulmones cedieron la poca fuerza que les quedaba.

...

-¡Dana!- gritó Chantal horrorizada.

 La empleada doméstica entró a la habitación con el corazón en la boca, soltando de un manotazo las sabanas limpias que llevaba perfectamente dobladas.

-¡Señorita Chantal! ¿Qué ocurre?

 La mujer se encontró con un cuadro que para nada esperaba. La jovencita estaba tirada sobre su cama llorando desconsolada, usando un vestido color crema con encaje y todo el cierre de la espalda abierto.

-¡El estúpido vestido no me entra! ¡Y mi cumpleaños es este fin de semana!- sollozaba ruidosamente.

 La mujer se acercó a la adolescente e intentó ayudarla. Era inútil, ese vestido no era de su talle.

-Señorita, ha escogido mal el número. Este vestido... prácticamente, corresponde a una niña de diez años.

-¡No!- gritó la morena- ¡Lo mandé a hacer hace dos meses con este talle, a propósito, porque pensé que me iba a entrar!

La madre de Chantal entró a la habitación con una impaciente expresión de preocupación.

-¡Jovencita, te oigo desde la oficina! ¿Qué diablos te sucede?- gritó Mónica.

-¡Nada! ¡Váyanse las dos!- rugió Chantal enterrando la cara en sus almohadas - ¡Largo!

-Venga conmigo Dana- dijo Mónica- Contigo hablaré después.

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