Capítulo 4

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—Este es un caso urgente, Daniel. No tenemos elección. Necesitamos que vengas a realizar la operación.

El director del hospital había pedido a Daniel que viniera a hacer una operación importante. Sabían que era la persona más cualificada para hacerlo. A lo largo de su carrera había tratado casos muy complejos en el quirófano y siempre conseguía resolverlos con la mejor solución para el paciente.

Daniel dejó de operar hace casi dos años. Después del incidente en su vida, no quiso volver a entrar en el quirófano. Sin embargo, a veces lo hacía, porque el director, el Dr. Jordan, era una persona muy especial en su vida y lo tenía en gran estima. No podía rechazar una petición suya. Y él lo sabía. Sin embargo, no se sentía cómodo con la situación.

—¿A qué hora comienza el procedimiento? —dice con un tono de voz evasivo.

—Te esperamos aquí sobre las 17:00 horas. Entonces podremos hacer todos los arreglos. Prepárate, porque esto va a llevar un tiempo. Gracias Daniel, sabía que podía contar contigo. Hasta pronto.

Daniel desconectó la llamada de su amigo y se recostó en la silla de la consulta. Eran las 12 de la mañana. Pensaba terminar su día de citas tranquilamente y visitar a Claire en su casa para ver cómo estaba. Esto iba a cambiar sus planes. Dio un puñetazo en la mesa. «¡Mierda... mierda!», gruñó.

No sabía por qué le daba tanta rabia no poder ir a visitar a esa paciente. O sería porque tenía que ir a operar. Sí, sería eso. Al final, Claire no era más que una nueva paciente suya. No la conocía de nada y no sabía lo que le pasaba. No estaba acostumbrado a estar tan cerca de sus pacientes, manteniendo siempre la profesionalidad y la distancia necesaria para no mezclar sentimientos. Al final, sabía muy bien que esto no era deontológico, ni podía ejercer su profesión si no tenía la inteligencia emocional que le caracterizaba. Era un médico muy dedicado, pero siempre conocía la línea que separa al médico del paciente.

Pero con Claire, desde el momento en que la vio en su despacho, con esos ojos de gato salvaje y su lengua de víbora, no pudo dejar de pensar en ella.

—Necesito unas vacaciones. Esto se nos está yendo de las manos —continuó, inmerso en sus papeles.

Se recordó a sí mismo que aún tenía que completar su informe y que al final del día siguiente tendría que volver a verla porque tenía que darle el alta. O no. Claire era una niña pija que no sabía cuidar de sí misma. Eso es lo que él pensaba. Por eso dudaba de que ella hubiera seguido el tratamiento al pie de la letra.

Abrió su expediente en el ordenador. Pero la curiosidad le estaba ganando y tenía que saber más sobre esa mujer. No recordaba haberla visto en los últimos años, desde que llevaba a los pacientes del Dr. Mitchel. Sabía que no debía hacer lo que estaba a punto de hacer, pero algo en esa mujer despertaba una inmensa curiosidad más allá de su ser.

Abrió los archivos informáticos de los antiguos pacientes del Dr. Mitchel. Por lo general, no necesitaba hacerlo, porque los pacientes que acudían a su consulta solían contarle toda su vida en largas consultas. Siempre creyeron que contar todos los ataques de hipocondría que habían tenido les había ayudado a llegar a un mejor diagnóstico. Cuando aceptó este cargo, sabía que a mucha gente no le gustaría y que desconfiaría de sus capacidades por ser joven. Estaban acostumbrados a un médico mayor en el que habían confiado durante años. Muchos pensaban que Daniel era demasiado joven para ser médico y no acudían a sus citas. Pero su tranquilidad, amabilidad y atención a sus pacientes se ganó el corazón de muchos de ellos. No era tan joven, tenía 34 años y mucha experiencia a sus espaldas. Pero ellos no lo sabían.

Abrió el expediente de Claire Ross, en la carpeta alfabética. Sus manos empezaron a temblar de nerviosismo. No sabía si quería conocer toda la información sobre esta mujer, desde la más íntima hasta la más superficial. Contenía toda su información médica desde el momento de su nacimiento.

El nuevo doctor | ROMANCE HOT | TERMINADA Y COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora