Epílogo Parte 1

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Hace muchos años a la edad de 16 años.

Elektra volvía de la escuela junto a Joey. Ambos iban contentos caminando los dos juntos. Hablaban de cómo les había ido el día. Juntos llegaron hasta sus casas pero al llegar empezaron a oír muchos gritos.

— ¿Quieres que entre contigo? — le preguntó él.

— No creo que sea lo mejor — Elektra sonrió con tristeza — Si mi padre se entera de que vienes conmigo serás tú quien tengas problemas. No quiero eso.

— Me da igual lo que él piense de mí. Eres mi mejor amiga no puedo dejarte de lado y menos ahora — le dijo Joey.

— Gracias, pero creo que es mejor que no — decía ella.

— Esta noche llamaré a tu ventana — le avisó él.

— Pero si él te ve... — decía ella.

— A mí no me importa — le dijo Joey — Te veré esta noche.

— Dejaré la puerta del balcón abierta para que puedas entrar — ella le sonrió.

Joey se despidió de Elektra con un beso en la mejilla. Elektra se adentró en su casa en medio de muchos gritos por parte de sus padres.

— ¡Tú! ¿Qué haces llegando tan tarde a casa? Te dije que no volvieras tan tarde — le gritó su padre.

— Yo no he llegado tan tarde. Acabo de salir — se quejó Elektra.

— ¡No te atrevas a contradecirme niña insolente — su padre la señaló con el dedo.

— ¿Y yo qué te he hecho? ¡Nunca me has querido! ¿Por qué? ¿Por qué me odias de este modo? — Elektra le preguntaba muy desesperada.

— No vuelvas a gritarme nunca jamás — su padre le dio un fuerte manotazo en la mejilla tirándola al mismo suelo.

— ¡Elías! — su madre intentó detener a su marido de que volviera a pegar a su propia hija.

— No sabes lo mucho que te odio — Elektra se levantó adolorida.

Después ella de decirle que lo odiaba, salió corriendo hacia las escaleras que llevaban a su habitación intentando escapar de su padre, quien la perseguía para poder volver a golpearla. Elektra con la respiración muy agitada logró llegar a tiempo a su habitación y cerró la puerta con pestillo así impidiendo que su padre no pudiera llegar a entrar. Elías golpeó miles de veces la puerta con mucho odio pero no logró atravesarla.

— ¡Abre la puerta maldita niña! — él seguía golpeando la puerta.

— ¡Elías por favor, basta! Te lo pido por favor — su madre lloraba con desesperación.

— ¡En cuanto salgas te daré tu merecido! — le gritó su padre para después irse de la casa.

Habían pasado algunas horas y la noche ya había llegado. Elektra no salió de su misma habitación. Se quedó allí encerrada sin salir, tampoco salió a comer alguna cosa. Se quedó allí sola, tumbada en la cama llorando desconsoladamente, mientras de su mejilla brotaba sangre al igual que de su labio.

Joey salió a tiempo de su casa y subió por la misma escalera exterior por la que subía hacia el balcón de Elektra. Se encontró con la puerta abierta y entró para después también cerrarla. Se adentró en la habitación oscura y se acercó a la gran cama donde yacía Elektra con los ojos cerrados y con un rostro lleno de lágrimas. Acarició su cabeza y su castaño cabello y ella abrió sus ojos. 

— Hola — él la saludó y se tumbó en la gran cama con ella — ¿Cómo estás?

— He estado mejor — ella suspiró.

— ¿Qué te ha pasado en la cara? — él se dio cuenta del corte que tenía en la mejilla pero ella no le contestaba — Dímelo, por favor.

— Él... se ha enfadado mucho cuando le dije que le odiaba — sus lágrimas hacían que su herida le escociera de forma escandalosa.

— No volveré a permitir que vuelva a tocarte. No dejaré que lo haga una vez más. No lo podría soportar — le dijo él.

Joey acariciaba con delicadeza la mejilla de Elektra donde se encontraba la herida ya seca y le dio un beso. Ese repentino beso la sorprendió. Sus miradas se conectaron y sintieron un impulso de hacer algo que nunca se habían atrevido a hacer. Joey cogió el rostro de Elektra en sus manos y empezó a besarla tiernamente mientras seguían en aquella gran cama los dos tumbados.

...

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